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La presidencia ha significado para Joe Biden un reto mayúsculo. Sin importar su experiencia en Washington pareciera que, por lo menos en los asuntos más importantes, el mandatario demócrata se suele tropezar con las mismas piedras.
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Que si son los republicanos, que si es el Tribunal Constitucional, que si son los antivacunas. Las grandes reformas que plantea Biden caen en saco roto o son retrasadas hasta el hastío.
Este jueves 13, por ejemplo, la Corte Suprema asestó un nuevo golpe en contra de su Gobierno. Luego de que el presidente intentara hacer obligatoria la vacuna para los trabajadores de empresas de más de cien empleados, el alto tribunal respondió que ello se excedía en su competencia.
Dicha resolución invita a que, en este artículo, recordemos otras ocasiones en las que las políticas de Biden no han prosperado o se han enfrentado a enemigos que las frenan.
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No todos quieren las vacunas
Cuando Biden cumplió 50 días al frente de Estados Unidos, se dirigió a los ciudadanos y les pidió que se vacunaran. En esa ocasión dijo que si el interés de las personas se aunaba a la buena gestión y distribución de las vacunas (a cargo de los gobiernos locales), el regreso a la normalidad podía llegar el 4 de julio, el Día de la Independencia de EE.UU.
“Tengan fe en el gobierno para que cumpla con su labor más importante, que es proteger al pueblo americano”, sostuvo.
Pero del dicho al hecho hubo mucho trecho.
Ni siquiera ofreciendo 100 dólares para que las personas se vacunaran se logró hacer la diferencia.
El caso es que, para setiembre del año pasado, a Biden se le acabó la paciencia y anunció que ya preparaba una norma para obligar a vacunarse a los trabajadores de empresas privadas de más de cien empleados.
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La medida se extendía también para los trabajadores federales y miembros de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, y tal como se adelantó en el prefacio de este artículo, la Corte Suprema dictó que Biden excedía su autoridad. Su plan de vacunar a todo el país no recibía el espaldarazo judicial.
Un plan social fallido
Biden estuvo cerca de lograr una nueva versión del New Deal con su plan social Build Back Better. Aprobado en noviembre del 2021 en la Cámara de Representantes, el paquete de normas ampliaría el Estado de bienestar con 1,75 miles de millones de dólares de presupuesto.
Fueron necesarios varios meses de negociaciones y de enfrentarse al filibusterismo de políticos como Kevin McCarthy, líder de la minoría republicana, quien, para retrasar la votación, dio un discurso de más de ocho horas.
A pesar de su esfuerzo, el paquete fue aprobado y solo faltaba ser ratificado por el Senado. Sin embargo, la oposición y un infiltrado dentro de las filas demócratas lograron que se estancara.
¿Qué significaba aprobar estas medidas?
“El País” anota que se buscaba el recorte del costo de “algunos medicamentos para las personas mayores”, el impulso de ayudas para “el cuidado de los niños”, así como establecer la “educación preescolar gratuita universal” y la “atención domiciliaria para ancianas”.
¿Cómo se financiaría? Aumentando los impuestos a los más ricos.
Fue el senador demócrata Joe Manchin quien condenó al ostracismo a este paquete. Él ya anunció que no apoyará la propuesta.
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La Vanguardia explica la situación: “Dado el empate a 50 representantes en el Senado, con la capacidad de la vicepresidenta Kamala Harris para decantar el resultado, la postura de Manchin es decisiva”.
“El lobby del carbón, que niega el cambio climático y lucha contra las energías renovables, es uno de los principales financiadores de Manchin. El cambio climático es uno de los grandes retos de esta ambiciosa propuesta legislativa”.
Reformas electorales
Hace unos días, Biden viajó a Georgia para hacer campaña por la aprobación de su reforma electoral. Según el portal Semana, lo que busca el demócrata es “armonizar” las condiciones y lograr que sean las mismas las condiciones en las “que votan los estadounidenses”.
Específicamente, se trata de dos iniciativas legislativas: Ley de avance de los derechos electorales de John Lewis y Ley de libertad para votar.
¿Qué buscaba con ellas? Básicamente, evitar que el Partido Republicano prepare el terreno para “dificultar el voto en los próximos ciclos electorales y, potencialmente, dar así la vuelta a un resultado que no les favorezca”.
El Peruano recuerda que, durante el 2021, los republicanos aprobaron “33 leyes que restringen el voto en 19 estados”. Ello, agrega el medio, aumentaría la influencia partidista en la administración electoral.
“No quedará otra opción que cambiar las normas del Senado, incluyendo terminar con el filibusterismo”, declaró Biden.
A falta de menos diez meses para las elecciones legislativas de medio término (a principios de noviembre), la jugada de Biden parece que ha fracasado.
¿Qué sucedió?
“Dos senadores demócratas, los centristas Joe Manchin y Kyrsten Sinema, anunciaron que no apoyarán cambiar las reglas del Senado”, anota La Voz de Galicia.
Sin ambos, ganar una elección en el Senado es imposible.
Todos estos traspiés han hecho que la popularidad de Biden se desplome. Según RFI, esta va en “33% a 10 meses de unas elecciones legislativas que -según los pronósticos- llevarán a la oposición republicana a controlar las dos cámaras del Congreso”.
Otra promesa incumplida
En agosto del 2021, la Corte Suprema dijo que eran improcedentes los intentos de Biden por intentar evitar “los desahucios en tiempos de pandemia”.
Se trataba de una promesa de campaña que buscaba crear una suerte de asociación federal (entre el gobierno, estados y ciudades) para “reducir el precio del alquiler” y que “nadie más sea desalojado”.
El Alto Tribunal argumentó que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades no contaban con “la autoridad para declarar la suspensión impuesta a inicios de agosto y que brindaba protección a unos 3.5 millones de estadounidenses en sitios de alto riesgo de contagio”.
El País recuerda que la moratoria terminaba originalmente el 31 de diciembre del 2020, pero que el Congreso la extendió por un mes más “como parte del paquete de ayudas contra la COVID-19″.
En ese contexto, las CDC optaron por tomar dicha bandera e izarla hasta julio.
En respuesta, los jueces dijeron:
“Es indiscutible que el público tiene un gran interés en combatir los contagios de la variante delta del coronavirus, pero nuestro sistema no permite que agencias actúen ilegalmente inclusive en busca de fines deseables”.
La migración no tiene solución
Joe Biden no pudo cumplir con su promesa de terminar con el polémico programa Quédate en México, política ideada por su predecesor Donald Trump.
La BBC recuerda que, una vez que Biden llegó a la Casa Blanca, terminó con dicho programa. El País anota que, con esa jugada, más de 13 mil personas pudieron hacer sus trámites migratorios sin necesidad de salir de Estados Unidos.
En agosto, sin embargo, una corte federal ordenó reestablecerla puesto que su “cierre no se había realizado de la forma correcta”.
A favor de Biden salió el juez Samuel Alito, quien frenó la reimplementación del Protocolo de Protección de Migrantes, nombre real del programa. Lo que se buscaba era darle tiempo al Gobierno para sustentar las razones para terminarlo.
Pero el 24 de agosto del año pasado la Corte Suprema decidió darle la razón al juez de Texas (Matthew Kacsmaryk) que dictó que había que restaurar Quédate en México.
“Los jueces consideraron que Biden no logró justificar el fin del programa y que su cierre, comunicado en un memorándum del Departamento de Seguridad Nacional, había sido ‘arbitrario y caprichoso’”, recuerda El País.
Así, a fines de diciembre del año pasado, el Gobierno de Biden acudió al Alto Tribunal para sustentar su caso y, por fin, terminar con Quédate en México. Todavía no hay más noticias sobre este tema.
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