(Foto: Facebook)
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Redacción EC

Una impactante carta publicada en por Taha Muntajibuddin reveló que la mayor de los hijos de la familia Turpin no solo sufrió el abuso de sus padres, sino que fue víctima de acoso durante su paso por una escuela primaria de Texas.


Muntajibuddin, hoy médico pediatra, fue compañero de Jennifer Turpin desde el jardín de infantes hasta tercer grado en la escuela Fort Worth.

El hombre, que vive en Houston, Texas, aseguró en su publicación en Facebook que esta hija de los Turpin sufrió acoso escolar por parte de sus compañeros de clase, que se burlaban de ella porque olía mal o por ser una chica frágil, y añadió que, tras leer las recientes revelaciones sobre sus inhumanas condiciones de vida, sintió un "abrumador sentimiento de culpa y de vergüenza".

El caso de los 13 hermanos Turpin, que ha causado un gran escándalo en Estados Unidos, se conoció después de que una de sus hijas lograra escapar del domicilio familiar en Perris, California, la pasada semana y llamara a la Policía usando un teléfono que encontró en la casa.

Otra compañera de clase, Stephanie Hernández, le confirmó a la agencia AP que Jennifer Turpin sufría acoso y que estaba siempre callada. También detalló que a menudo era un objetivo fácil de las burlas porque usaba jeans sucios y que le quedaban pequeños.

"Recuerdo que alguien la arrojó como una muñeca de trapo", contó Hernández, que actualmente es enfermera en Mansfield, Texas.

En su publicación, Muntajibuddin pidió que se apoye a todas las víctimas de bullying y confió que la hija mayor de los Turpin pueda disfrutar de una buena vida.

“Algún día la recordaré, la espiaré en Facebook y veré que está viviendo una buena vida. Que a pesar de ser decepcionada por sus padres y por sus compañeros, Jennifer se elevará por encima de todo”, escribió el joven.

Esta es la carta completa publicada el 18 de enero por Muntajibuddin en Facebook.

“Nadie quería ser visto hablando con Jennifer Turpin”

Jennifer Turpin era la única chica en Meadowcreek Elementary con la que nadie quería ser visto hablando. Cada grado tenía un “chico marginado” designado y ella tenía el título de nuestro año. Era una niña frágil, tenía el pelo liso con flequillo, y a menudo vestía el mismo atuendo morado. Los otros chicos de tercer grado a menudo se burlaban de ella porque a veces su ropa parecía haber sido arrastrada por el barro y olía mal la mayoría de los días. Recuerdo claramente que toda mi clase de tercer grado se burló de ella un día porque nuestra maestra le pidió que tirara una gomita que había usado para atarse el pelo hecha con papel aluminio del envoltorio de una chocolatina. Después de ese año, Jennifer se mudó, y nos olvidamos de ella tras pasar al siguiente “chico marginado”.

Varios años después, después de la secundaria, me encontré pensando en ella otra vez. Estaba aburrido en casa y estaba pasando el tiempo en Facebook espiando a antiguos compañeros de la escuela primaria para ver cómo les había ido, y recuerdo haber buscado específicamente a Jennifer.

Su nombre era tan particular que no podía haber más que unas pocas personas que lo compartieran, pero no la encontré. Naturalmente había asumido que Jennifer era una de las pocas afortunadas no alcanzadas por el error de usar redes sociales. También pensé en que algún lugar, de alguna manera, Jennifer probablemente estaba viviendo una vida mejor, mostrando a todos los torpes de tercer grado de la clase de la Sra. Llano lo lejos que había llegado. Ella estaba siendo esa persona en la reunión luciendo completamente impecable y ganando seis cifras mientras el resto de nosotros trataba de ocultar nuestro cabello menguante y nuestros trabajos de salario mínimo.

Siento que todos tenemos la esperanza de que las personas que fueron marginadas durante su infancia (a veces por nuestras propias manos) de alguna manera crecieron más allá de esas circunstancias, y esencialmente crecieron para patear traseros en la vida real. Eso es lo que esperaba para Jennifer. Que ella hubiera usado los insultos que le lanzamos, el aislamiento que le proporcionamos, y el mal aspecto que le atribuimos y lo hubiera usado como munición para forjarse un camino exitoso en la vida. Estaba tan seguro de que era eso lo que había sucedido, que hoy tuve un duro despertar.

He estado leyendo estos artículos, viendo estas declaraciones y mirando estas fotos y no puedo evitar sentir una abrumadora sensación de culpa y vergüenza. Por supuesto, ninguno de nosotros es responsable de los acontecimientos que siguieron, pero no puedes evitar sentirte mal cuando el compañero de clase del que tus compañeros se burlaron por “oler a caca”, literalmente tuvo que sentarse en su propios desechos porque estaba encadenada a su cama.

Es aleccionador saber que la persona que se sentó frente a ti en la mesa del almuerzo se iba a su casa a la miseria y a la suciedad mientras tú te ibas a tu casa con comida caliente y un cuento para dormir.

La rotunda lección aquí es sencilla, algo que nos enseñaron desde el principio: sé bueno. Enseña a tus hijos a ser amables. Si ves a alguien que está aislado, hazte amigo de él. Si ves a alguien que está marginado, hazte amigo de él. Si ves a alguien que es diferente, hazte amigo de él. Nunca podemos ponernos completamente en los zapatos de los demás ni podemos entender completamente las circunstancias en las que están, pero un simple acto de AMABILIDAD y aceptación puede ser el rayo de esperanza que esa persona necesita. Hazte amigo de las Jennifer Turpin del mundo.

Jennifer, a pesar de ser vehementemente vilipendiada por sus padres, siguió siendo una de las personas más agradables que he tenido la oportunidad de conocer. Tenía un caprichoso optimismo que no podía ser extinguido, no podía ser apagado sin importar lo que alguien le hiciera.

Esa disposición alegre es lo que me hace estar seguro de que Jennifer prevalecerá. Que un día la recordaré, la espiaré en Facebook y veré que ella está viviendo una buena vida. Que a pesar de ser decepcionada por sus padres y por sus compañeros, Jennifer se elevará por encima de todo. Y la apoyaré, como su compañero, como su compañero de clase, como su amigo. Jennifer Turpin: de “chica marginada” a “conquistar el mundo”.

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