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Redacción EC

Noventa disparos rompieron la tranquilidad de la fría mañana del 14 de febrero de 1929 en Chicago. Una de las masacres más famosas en la historia de Estados Unidos se acababa de perpetrar el mismo día que los románticos celebraban el día de San Valentín.

Corrían los años 20 en la Ciudad de los Vientos y la ley seca impuesta durante el gobierno del presidente Woodrow Wilson había desatado una verdadera guerra de mafias que buscaban hacerse con el control de la producción y distribución de licor en Chicago. Entre estos gangsters destacaba Alphonse Gabriel Capone, mejor conocido como Al Capone.

Para finales de esa década, Al Capone solo tenía un obstáculo para hacerse con el control de la ciudad: George “El loco” Moran, un contrabandista que había sido encarcelado tres veces antes de cumplir 21 años y encabezaba la Pandilla de la Zona Norte, una banda a la que habían llegado antiguos miembros de la organización del famoso capo Dion O’Banion.

Sin embargo, la rivalidad no duraría mucho. Según una crónica de The Chicago Tribune, a las 10:30 a.m. del 14 de febrero de 1929, cuatro hombres armados ingresaron a la compañía SMC Cartage, ubicada en el 2122 de la calle N.Clark y que servía como fachada para la organización criminal de Moran.

Llevaban ametralladoras, escopetas y un revolver. Dos de ellos estaban vestidos como oficiales de policía y el auto en el que viajaban, un Cadillac negro, había sido modificado para lucir como una patrulla.

El grupo de atacantes ingresó al depósito de Moran simulando una redada y obligó a las siete personas que estaban en el interior a ponerse contra la pared. Entonces abrieron fuego. Ninguno sobrevivió.

En el ataque murieron Frank “Hock” Gusenberg, mano derecha de Moran; Peter “Goosy” Gusenberg, hermano de Hock; cuatros gangster de Moran y el doctor Reinhardt Schwimmer, un oculista que retozaba junto a los maleantes, detalla The Chicago Tribune.

“El loco” Moran, por otro lado, se había quedado dormido ese día y no estuvo en el lugar del ataque. Sin embargo, su carrera como gran criminal estaba acabada.

Al Capone, por otro lado, se encontraba vacacionando en Palm Island, Florida, de esa manera se aseguraba de tener una coartada que lo desvincule de los asesinatos.

Durante los siguientes años la actividad criminal en Chicago recaería solo sobre Al Capone.

La terrible situación fue plasmada en un editorial de The Chicago Tribune, que decía: “Estos asesinatos escapan de la comprensión de una ciudad civilizada. La matanza de siete personas a plena luz del día trae a flote una pregunta para Chicago: ¿Estamos indefensos?”.

En cuanto a la matanza, de inmediato se conoció como La Masacre de San Valentín. Nadie fue encarcelado por el crimen y el depósito donde se perpetró fue demolido en 1967.

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