De niñas a psicópatas: el crimen en nombre de Slenderman
De niñas a psicópatas: el crimen en nombre de Slenderman
Redacción EC

Por Gabriela Quevedo C. (@gabrielaquev)

"Lo hice para que supieran que existía". "De no hacerlo, [Slenderman] hubiera asesinado a mi familia", estas declaraciones en donde se invoca a un terrorífico personaje de ficción, fueron dadas por Morgan Geyser y Anissa Weier, las niñas de 12 años que durante el fin de semana protagonizaron un terrorífico crimen contra una compañera de colegio.

"Mi parte mala quería que muriera, la buena quería que viviera", confesaba Geyser a la policía del condado de Waukesha, en Wisconsin, unas horas después de apuñalar a su amiga. El crimen no lo perpetró sola, lo hizo con Weier, ambas habían planeado durante varios meses cómo y cuándo atentarían contra la vida de una compañera para rendir pleitesía al personaje del sitio web .

Las 19 apuñaladas que recibió la pequeña víctima, cuya identidad no ha sido revelada por las autoridades, les haría ganarse un espacio en la ficticia y macabra mansión de Slenderman, ubicada en el Bosque Nacional de Nicolet. En efecto, las trastornadas Morgan y Anissa se enrumbaron hacia allá luego de atacar a su amiga. El sheriff del condado de Waukesha las encontró horas después del crimen caminando en la ruta I-94. Anissa traía una cuchillo con una hoja de más de 12 centrímetros de largo en la mochila. Morgan vestía una casaca con rastros de sangre, había limpiado el arma blanca en ella.

De acuerdo a sus testimonios el crimen fue planeado durante meses. El viernes 30, como era constumbre para Morgan Geyser, los padres de la menor le dejarían traer a dos amigas a dormir. Las niñas esperarían hasta las 2:00 a.m. para colocarle cinta adhesiva sobre la boca a la víctima, acuchillarla y cubrirla con una manta. Mientras ambas huían llevando una mochila de provisiones (barras de granola, las fotos de sus padres, ropa y botellas de agua). Ninguna se atrevió esa noche. El crimen lo cometerían al día siguiente en el baño público de un parque.

"Solo escuchaba gritos", recordó Geyser, la menor confesó a la policía que no sintió remordimientos, el momento más espeluznante en el interrogatorio inicial fue cuando dijo, como reviviendo a Slenderman: "hubiera también pedido que la maten".

Weir dijo haberse sentido un poco apenada, y en un principio incluso sorprendida de que su amiga considerara probar que Slenderman era real. Cuando las menores no cumplieron con el retorcido plan durante la 'pijamada', fue justamente Anissa quien recordó el baño del parque David, lugar perfecto para cometer el crimen, al contar con una alcantarilla por donde podía escurrir la sangre de la pequeña, indicó Weir.

Ambas esperaban convertirse en representantes o ayudantes de Slender, un personaje descrito como un ser sin ojos, ni boca, ni cabello. Como alguien de porte alto, ropaje oscuro y de cuyos dedos se desprenden enredaderas que le permiten estar arraigados en el mundo humano. 

Para las autoridades aún no queda claro quién inició el ataque, ambas menores se sindican como autoras de la estocada inicial. De acuerdo a Morgan Geyser sino no hubiera cometido el crimen, Slender hubiera asesinado a su familia; para Anisse Weier, por el contrario, la idea de probar que el personaje existía a través de ellas, era una obligación. De una u otra forma, a ambas les seducía la recompensa de pasar el resto de sus vidas viviendo en su mansión. 

El fiscal del condado ha pedido una pena de 65 años de prisión para ambas menores, además de seguir el proceso judicial en una corte para adultos. Los cargos que se les imputan y lo peligrosas que son han hecho que el tribunal que lleva su caso impongan una fianza de medio millón de dólares por cada una. Solo si sus familias pagan esta cantidad de dinero, las menores podrán llevar el juicio fuera de prisión.

Los diarios locales de Wisconsin como "The Milwaukee Journal Sentinel", han revelado que la única razón por la que dan la identidad de las menores -algo que no se hace en la cobertura de noticias- es debido a la severidad del crimen, al punto de que se juzguen a las niñas en cortes de adultos. 

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