“Trump no puede pelear con todo el mundo a la vez”
“Trump no puede pelear con todo el mundo a la vez”

Aunque 15 días para un primer examen de gestión política parece prematuro, no lo es con , cuyas dos primeras semanas frenéticas en la Casa Blanca –cargadas de órdenes ejecutivas y encontronazos con líderes mundiales– mantienen a  y al resto de países en tensa expectativa.


 
—Tras el remezón de su triunfo, se escuchó mucho: “Una cosa fue el Trump candidato, otra será el Trump presidente, se va a moderar...”. ¿El pronóstico no atinó ni un poquito, cierto?

Diría dos cosas. Primero, yo no estaba seguro de que eso iba a ocurrir. Segundo, es temprano para saberlo.
 
—¿De qué estaba seguro usted?

Difícil decirlo. Trump es un presidente sin antecedente alguno. Hasta él, jamás hubo un mandatario estadounidense sin ninguna experiencia política ni militar. Y se ha rodeado por gente sin trayectoria política y apenas de algunos con carrera militar. Encima, desde la Segunda Guerra Mundial ningún gobernante había tenido convicciones aislacionistas y proteccionistas.
 
—¿Se puede estar seguro de algo con Trump?

Según el investigador Thomas Wright, si uno revisa las opiniones de Trump como ciudadano en los últimos 30 años, su visión proteccionista del comercio ha sido consistente.
 
—También se puede estar convencido de su estilo confrontacional.

Todavía creo que es imposible pelear todas las guerras en simultáneo y pretender salir airoso. Pero es difícil de predecir. Él dice saber más que los generales sin haber estado en el campo de batalla, y no parece muy permeable a opiniones críticas. Eventualmente, la realidad tendrá que llevarlo a elegir mejor sus batallas, no puede pelear con todo el mundo a la vez.
 
—¿Diría que Trump está poniendo a prueba la resistencia y el aguante del sistema mundial?

Ahora que es presidente me he puesto a leer su obra “The Art of the Deal”, y ahí se puede tener idea de cómo ve él una negociación: llevar las cosas al límite y tener temple de acero para que el otro pestañee primero. También dice que ser impredecible para tu interlocutor te da más poder de negociación. Él solo tiene experiencia negociadora a nivel empresarial.
 
— ¿No le servirá ahora que está al frente del país más poderoso?

Es que las empresas negocian bajo el amparo de las leyes de un Estado, lo que limita el grado en que se puedan hacer daño. Las empresas no se invaden ni ocupan instalaciones. Los Estados invaden y ocupan territorios y usan la fuerza para dirimir conflictos.
 
—De entre todas sus órdenes ejecutivas, la más criticada ha sido la que prohíbe el ingreso a EE.UU. de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana...

Esa norma ataca directamente dos de las bestias negras del discurso de Trump: la inmigración indocumentada y el islamismo radical. Pero Trump tiene una visión totalmente equivocada de cómo son los musulmanes de EE.UU. Los ve a todos como quintacolumnistas del Estado Islámico (EI) y de Al Qaeda. Los musulmanes estadounidenses están bastante bien integrados en la sociedad norteamericana. Normas como esta pueden terminar alienando a un sector de esa comunidad, y eso es algo que apreciará el EI y lo fortalecerá.
 
—Los críticos dicen que las órdenes migratorias de Trump se alejan de los ideales nacionales de EE.UU. ¿Pero acaso la historia de este país no está plagada de mensajes contradictorios y de prohibiciones a diversos grupos en distintas épocas?

Es cierto. Entre otras, en 1939 se dio una norma parecida a esta. Prohibía el ingreso de judíos que huían del fascismo. Y aquel fue un gobierno demócrata considerado progresista, el de Franklin Roosevelt. Por otro lado, nadie ha deportado más indocumentados en EE.UU. que Barack Obama, así que lo de Trump tiene antecedentes bajo gobiernos de ambas orientaciones.
 
—¿Qué diferencia entonces a Trump de los anteriores? ¿Solo el estrépito con que lo hace?

Es que creíamos que las sociedades occidentales habían superado esas taras, la segregación racial y la discriminación. La elección de Barack Obama parecía la prueba de que eso se había superado: el presidente era el hijo de un inmigrante negro africano de religión musulmana. Pero eso parece, más bien, haber sido un factor revulsivo para que los sectores conservadores se reagruparan, contragolpearan y ahora tenemos a Trump.
 
—La actual administración dice que el muro en la frontera con México estará construido en dos años...

El muro finalmente va a perjudicar más a los inmigrantes de Centroamérica, del Caribe y de México, pero recordemos que no solo se quiere impedir el ingreso de inmigrantes indocumentados, sino expulsar a buena parte de los que ya están en EE.UU.
 
—Entre los cuales hay un gran número de peruanos. ¿Cuántos se encuentran bajo este riesgo?

Los peruanos no han entrado de manera indocumentada, la mayoría ha entrado con visa, pero se han quedado como ilegales tras la expiración de ella. Debe llegar casi a medio millón el número de peruanos que van a ser afectados y expulsados. 
 
—Incluyendo a los ‘dreamers’ bajo el paraguas del DACA (Acción Diferida para Llegados en la Infancia).

Así es. Estos jóvenes –que llegaron a EE.UU. traídos por sus padres cuando eran menores– no violaron ley alguna y, en su mayoría, se han convertido en miembros útiles de la sociedad norteamericana. Obama quiso protegerlos de la deportación con aquel decreto ejecutivo, pero esa orden puede ser revertida por otra. Y ya los republicanos han dicho que no son partidarios del DACA.
 
—Los republicanos no están todos encolumnados detrás de Trump.

Hay disidentes notorios, como McCain y Graham en el Senado, pero son minoría. ¿De qué depende que el resto tome distancia de las posiciones de Trump? En parte, de sus propias convicciones, pero fundamentalmente depende de sus perspectivas de reelección en los comicios de medio término, en noviembre de 2018.
 
—¿Dependerá también de la popularidad con que llegue el presidente a esa fecha?

Sin duda. Si llega con una popularidad cercana al 50% –y recordemos que el veto migratorio a musulmanes tiene hoy a más gente a favor que en contra (49% vs. 42%)–, yo no creo que haya una revuelta significativa en las huestes republicanas.
 
—Entonces aquello en que se esperanzan algunos de que la presidencia de Trump...

¿Se está desmoronando? Discrepo. No es hoy una economía boyante la de EE.UU., pero va a crecer a tasas razonables. Y hay elementos en los que Trump probablemente retroceda, no puede abrirse tantos frentes.
 
—¿Cuál, por ejemplo?

Yo no creo que quiera realmente una guerra comercial con China, que es su segundo socio en ese rubro. Además, China es más importante para la economía mundial de lo que jamás será Rusia, el único gobierno grande al que hasta hoy no ha criticado Trump.
 
—¿Cuánto podrán influir las protestas en las calles?

Las marchas y la presión desde la sociedad civil tienen alguna capacidad de causar cambios si se unen a posiciones críticas de otros sectores dentro y fuera de EE.UU.
 
—Ya ha habido de estas últimas.

Claro. Cuando tu aliado más importante en el mundo, que es el Gobierno Británico, te dice que una de tus normas es inadmisible, imagino que Trump reflexionará sobre ello.
 

—¿Y dentro de su entorno?

La pregunta es qué tanto haga caso a sus ministros. Por ejemplo, James Mattis, secretario de Defensa, hizo saber que no se enteró de los detalles de algunas órdenes ejecutivas. Esto demuestra lo vana que es la esperanza o lo irónico de la situación, que alguien conocido como ‘Perro Loco’ sea uno de los factores que moderen a esta administración.

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