Milagros Asto Sánchez

Dos sentimientos coexisten por estos días entre los habitantes de las soleadas Islas Baleares: la alegría de poder volver a empezar a trabajar en un paraíso que vive del turismo y el temor a un fuerte rebrote de coronavirus propiciado, paradójicamente, por la llegada de los viajeros que tanto extrañan.