(Foto: AP)
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Gisella López Lenci

El reto independentista en se ha convertido en una crisis que amenaza la estabilidad de España y tiene a toda Europa preocupada.


El jueves, el gobierno español amenaza con suspender la autonomía de Cataluña si sus dirigentes no renuncian a sus planes independentistas. El Comercio conversó al respecto con Ángel Valencia, analista político español y profesor de la Universidad de Málaga.

—¿Por qué el gobierno catalán no declara abiertamente la independencia de la región?

Hay una estrategia y un juego con el tiempo para intentar conseguir una cierta negociación. La estrategia del soberanismo va entre la calculada ambigüedad y estar al borde del abismo. Estamos viendo este juego de esperas, de declaraciones ambiguas que nos pone en una situación de perplejidad tanto a ciudadanos como observadores políticos.

—No se ve intentos negociación en ambos lados. ¿Cómo se podría procurar el diálogo?

En las circunstancias actuales, tal como están las posturas, prácticamente es imposible el diálogo. Las espadas están en alto. Para que haya una negociación tendría que haber una situación en la que el presidente Puigdemont de momento no proclame la república catalana, y con el orden legal establecido se retomen contactos con el gobierno para ver qué agenda política se podría emprender.

—¿Por qué se ha llegado a esta situación de incertidumbre?

El problema general es una crisis del modelo territorial que tenemos en España, que es el estado autonómico, en el que hay síntomas de crisis desde hace una década. Después de 40 años de democracia es necesario hacer una serie de cambios. Lo que nos parece extraño es que hayamos llegado a esto, cuando en la democracia se podía haber afrontado este problema. Siempre ha habido un sentimiento en Cataluña de desafección con España, pero nadie se esperaba esta evolución. Creo que nadie se esperaba esta evolución que está teniendo.

—¿Que generó esto?

El momento de tensión se da con la sentencia del Tribunal Constitucional en el 2010 cuando se declara inconstitucional el estatuto catalán. Entonces empiezan las manifestaciones. El sentimiento soberanista antes no llegaba ni al 10%, pero ahora nos encontramos con una sociedad dividida, donde un 48% de personas pueden tener un sentimiento separatista, pero el resto no se sienten independentistas. Hay una fractura social, y eso es lo que está aprovechando un gobierno catalán que no tiene la mayoría, pero que está formado por tres partidos, uno de ellos de nacionalismo radical. El otro factor es que durante todos estos años durante el gobierno del Partido Popular [conservador] no ha existido ningún canal de diálogo. La característica ha sido la negación de cualquier canal de comunicación y la negación del problema sobre el crecimiento del soberanismo.

—¿Cataluña tiene menos autonomía que el resto de regiones?
Tiene más. En España, el País Vasco y Cataluña tienen un conjunto de competencias mayores que el conjunto restante de autonomías. Lo que ocurre es que hemos llegado a una deriva política donde ya no se trata de estar dentro de España y tener un grado mayor de autogobierno. Hemos llegado a una situación impensable.

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