

Alemania celebrará este domingo unas elecciones legislativas en las que se dirimirán el papel de la ultraderecha, la política migratoria y el futuro económico del país, en una jornada en la que los conservadores de Friedrich Merz partirán como claros favoritos y estarán por tanto en posición de pactar una coalición en un momento interno y geopolítico complicado.
Dese hace semanas los sondeos apenas se mueven y un día antes de las elecciones ya no hay ninguna duda de que el bloque formado por la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su hermana bávara Unión Socialcristiana (CSU) lograrán en torno al 30 % de los votos, seguido de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que, con un 20 o 21 %, duplicaría su resultado de 2021.
Tampoco hay duda de que el Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller Olaf Scholz vendrá en tercer lugar con un 15 % y Los Verdes en cuarto con un 12,5 % o 13 % o que La Izquierda será la gran sorpresa en estas elecciones con un 7 % o 7,5 %.
“La Izquierda ha logrado ganar puntos entre los votantes personalizando su campaña y con mensajes claros. Un ‘giro argumental o de guión sorprendente”, dijo a EFE el politólogo Antonios Souris.
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Los pequeños partidos, claves
Todas las miradas están por tanto puestas en los liberales y la izquierda populista de la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) que podrían o no entrar en la Cámara Baja germana, lo que en ambos casos altera el reparto de los 630 escaños.
En la última encuesta publicada este sábado por el diario ‘Bild’ en Alemania, donde no hay jornada de reflexión y en la que Merz y Scholz aún hacen campaña en Múnich y Potsdam, respectivamente, los liberales de la FDP se quedarían fuera del Parlamento con un 4,5 % y el BSW obtendría justo el 5 % necesario para tener representación.
Tras lo que ha sido la campaña electoral más corta en Alemania desde la ruptura del Gobierno de coalición de socialdemócratas, liberales y ecologistas en noviembre pasado, casi 60 millones de electores decidirán el futuro del país, inmersa en una recesión económica y polarizada en torno a la política migratoria tras varios atentados recientes y el auge de la ultraderecha.
Todo ello en la principal potencia económica de la Unión Europea (UE) y la tercera economía mundial y en medio de un contexto geopolítico complicado tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y las dudas que ésta ha sembrado sobre la firmeza de las relaciones transatlánticas y su apoyo a Europa cuando se acerca del tercer aniversario de la guerra rusa en Ucrania.
A esto se sumó el giro a la derecha de la CDU de Merz, que incluso llegó a romper un tabú en el Parlamento al aceptar por primera vez el voto a favor de la ultraderecha -apartada hasta entonces de cualquier cooperación por el llamado cordón sanitario que le han impuesto los partidos tradicionales- para lograr la aprobación de una moción no vinculante para endurecer la política migratoria.
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Coaliciones, pero sin la ultraderecha
Pese a lo que la oposición ha criticado como un peligroso juego de Merz y que ha provocado que decenas de miles de alemanas volvieran a protestar en las calles contra la ultraderecha y contra una eventual ruptura del cordón sanitario, en Alemania de momento no hay ningún peligro de una alianza con la AfD de Alice Weidel.
Todos los partidos del centro democrático, incluido el propio político conservador, han dejado claro que no trabajarán de ninguna forma con la AfD.
Merz, consciente de que la mayoría de los alemanes quiere endurecer la política migratoria tras los recientes ataques por solicitantes de asilo, ha condicionado una coalición a un pacto migratorio y económico con eventuales socios.
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Escenarios inciertos
Dado que la CDU no logrará una mayoría parlamentaria, tendrá que pactar. Si solo entran cinco partidos en la Cámara Baja, podría ser suficiente una ‘gran coalición’ entre conservadores y socialdemócratas, pero si entra también el BSW, estos dos dependerían de Los Verdes para una alianza tripartita.
Y si entrasen también los liberales, podría haber una mayoría para una ‘coalición alemana’ de conservadores, socialdemócratas y la FDP.
Scholz a su vez ha excluido una coalición con las fuerzas de izquierda por la postura irreconciliable con respecto a Ucrania, con lo cual numéricamente ninguna opción le permitiría seguir como jefe de Gobierno.
En última instancia y pese a la fiabilidad de los sondeos en Alemania, la incógnita sobre la composición final de la Cámara Baja y las alianzas posibles se mantendrá hasta el cierre de las urnas, ya que entre un 20 y un 30 % de los votantes siguen estando indecisos.
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