(Foto: Pixabay.com)
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Redacción EC

Aurelia Brouwers falleció el 29 de enero en el pequeño pueblo de Deventer, en los Países Bajos, rodeada de sus seres queridos. Incluso tuvo tiempo de dejar un mensaje final en su cuenta de .

"Mi último mensaje aquí, me estoy preparando para mi viaje ahora. Muchas gracias por todo. Ya no estaré disponible a partir de ahora", escribió en Aurelia en Facebook.

Brouwers tenía 29 años y la causa de su muerte fue un tema que sigue siendo tremendamente polémico y delicado a día de hoy: la eutanasia.

Este caso en particular es todavía más espinoso, debido a que Aurelia era una paciente psiquiátrica y no sufría de males a nivel fisiológico.

Según reportó , la neerlandesa sufría de ansiedad severa, depresión, desórdenes alimenticios y psicosis. En su historial clínico había episodios recurrentes de daño autoinfligido y también intentos de suicidio. En total, Brouwers había pasado tres años de su vida en un hospital psiquiátrico.

Países Bajos cuenta con el Acta de Solicitud de Finalización de la Vida y Suicidio Asistido, en vigor desde 2002, la cual regula los casos de eutanasia. El caso de Brouwers es considerado una muestra más de que la línea que delimita hasta dónde puede llegar esta práctica es demasiado difusa.

El país europeo registra un incremento de los casos de eutanasia del 8,1% en el último año, llegando a un total de 6.600 decesos por esta causa. El problema es que, pese a que la mayor parte eran casos de enfermedades terminales como el cáncer o males del sistema nervioso, 169 del total fueron de demencia.

Las voces críticas no solo han surgido entre los sectores conservadores, sino también entre quienes apoyaron esta medida en 2002, entre ellos el profesor Theo Boer, quien fue parte del comité encargado de revisar los casos de eutanasia, pero renunció en 2014.

"Nos hemos acostumbrado a la eutanasia y eso es exactamente lo que no debe suceder. Ya no hablamos de situaciones excepcionales para las que la ley fue creada, sino de un proceso gradual hacia la muerte organizada", dijo Boer.

Ya en 2017, 220 médicos neerlandeses publicaron en medios escritos un manifiesto en el que se negaban a aprobar la eutanasia para pacientes con demencia que no se encontraran en posibilidad de dar su consentimiento verbal para tal medida.

En el caso de los allegados a Aurelia Brouwers, la opinión es distinta. "Aurelia tenía una misión y era debatir sobre la eutanasia para las personas con problemas psiquiátricos", escribieron en la cuenta de Facebook de la fallecida después de su partida. En palabras de Sjoukje Willering, una de las amigas de Aurelia, "cada día era demasiado duro y ella sentía que estaba en un agujero negro".

"Ella (Aurelia) decía sentir como si mil cuchillas la atravesaran en la cabeza. Nunca tuvo un momento de duda al querer que eso terminara", contó Willering. "Ella quiso morir con dignidad y quería que otros pacientes psiquiátricos supieran que tenían una opción", añadió, tras señalar que la muerte de su amiga era "inevitable" de una forma u otra.

Atención y cifras

Brouwers llegó a la Levenseindekliniek (Clínica de Finalización de la Vida) en La Haya, luego de que el personal de salud a cargo de ella se negara a dar el visto bueno a su solicitud de muerte asistida.

Steven Pleiter, uno de los directores del establecimiento, las muertes por eutanasia representan el 4% de todas las muertes en los Países Bajos, descartando que se trate de un terreno peligroso de la práctica médica. El sistema de salud estatal es el que cubre los gastos de estos procedimientos.

"Mucha de la demanda viene de la generación del 'baby boom'. Ellos piensan distinto sobre cómo termina la vida. Dios y la religión son menos dominantes en sus vidas y ellos quieren más autonomía", explicó Pleiter, quien acotó que "cada caso es único.

La Levenseindekliniek señala que en 2017 ayudó a morir a 750 personas, pero que los aplicantes fueron 2.500. Si solo el 30% de los casos es aceptado, otro 25% de solicitantes se retiran su pedido y el 20% fallece mientras evalúan sus expedientes.

El 9% de quienes se sometieron al polémico procedimiento sufrían trastornos psiquiátricos. En el caso de Aurelia Brouwers, dos médicos de la clínica estuvieron presentes en el momento en el que bebió el fármaco que le recetaron para acabar con su vida.

El caso ha recibido gran atención en el pequeño estado europeo, donde muchos señalan que se está llegando a extremos de "normalización de la muerte", mientras que otro amplio sector sostiene que la muerte digna y la empatía no solo deben estar atadas al ámbito fisiológico.

Más datos

La cuenta de Facebook de Aurelia Brouwers sigue siendo administrada por las personas que fueron cercanas a ella durante su vida.

Poco después del fallecimiento de la mujer, se estrenó un grabado hasta los días previos de su fallecimiento, en los que ella misma contaba su historia.

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