
Una carpa especialmente construida sobre la infame puerta de hierro y un vagón de mercancías que, en su momento, fue utilizado por los nazis para trasladar a sus prisioneros son dos de los símbolos más importantes que se mostrarán este lunes 27 durante la conmemoración por los 80 años de la liberación del campo de concentración Auschwitz II-Birkenau.
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El Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, encargado de organizar la ceremonia conmemorativa, espera la asistencia de unos 50 sobrevivientes de diferentes campos nazis, además de la visita de líderes políticos y miembros de la realeza de 40 países, como España, Francia, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca y Alemania, entre otros.
La liberación de este campo de exterminio, además, sirvió para establecer el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, por lo que habrá actividades conmemorativas en distintas ciudades del mundo. El presidente israelí, Isaac Herzog, por ejemplo, estará presente en la ceremonia conmemorativa que tendrá lugar en la sede de la ONU en Nueva York.

La situación del primer ministro del estado hebreo, Benjamin Netanyahu, es bastante más compleja debido a que sobre él pesa una orden de captura emitida por la Corte Penal Internacional en el marco de la guerra entre Israel y Hamas.
Pese a que el gobierno polaco se ha comprometido a no ejecutar la orden de arresto si Netanyahu asiste al evento, aún se desconoce si el primer ministro acudirá.
En todo caso, el Museo de Auschwitz ha intentado resaltar que este no se trata de un evento político y ha puesto el lente en un tema que podría resultar mucho más relevante: los sobrevivientes.
En el 2015 unos 300 sobrevivientes participaron en la conmemoración por los 70 años de la liberación, mientras que para esta ocasión se espera contar con la presencia de apenas 50.
- El infierno en la Tierra -
Las fuerzas de Adolf Hitler invadieron Polonia en 1939 y un año más tarde abrieron el campo de concentración de Auschwitz en la ciudad de Oswiecim. Lo que inicialmente fue planeado como un centro de reclusión para prisioneros polacos en poco tiempo se convirtió en lo más parecido al infierno en la Tierra.
“El campo demostró cómo las instituciones modernas podían ser instrumentalizadas para la barbarie a escala industrial. La liberación del campo expuso al mundo los horrores del genocidio nazi y planteó preguntas sobre la naturaleza de la civilización moderna que persisten hasta hoy. Lo que comenzó como una prisión política para polacos se transformó en un complejo industrial de decenas de campos y subcampos, y dentro de él Birkenau o Auschwitz II, la principal fábrica de muerte del genocidio judío”, explica a El Comercio Yoel Schvartz, historiador, docente y conferencista invitado en la escuela de Enseñanza del Holocausto de Yad Vashem (institución oficial israelí constituida en memoria de las víctimas del Holocausto).
En total, unos 40 campos se establecieron en la zona, incluido Birkenau donde se cometieron asesinatos masivos dentro de las infames cámaras de gas. Hasta Auschwitz llegaban a diario trenes cargados de hombres, mujeres, niños y ancianos. Algunos eran gitanos, otros disidentes políticos, homosexuales, prisioneros de guerra y miembros de distintas minorías.

Pero si un grupo destacaba notoriamente eran los judíos. Durante los cinco años en los que operó Auschwitz llegaron alrededor de 1,3 millones de prisioneros de los cuales sobrevivió menos del 15%.
“De los más de 1,1 millones de víctimas asesinadas en Auschwitz, aproximadamente un millón fueron judíos, convirtiendo este lugar en el mayor cementerio judío del mundo. Esta dimensión del exterminio hace de Auschwitz el símbolo central del Holocausto”, comenta Schvartz.

Conocido por sus experimentos médicos inhumanos, especialmente en gemelos y personas con discapacidades. Seleccionaba a prisioneros en la rampa para trabajos forzados o las cámaras de gas. Su crueldad y obsesión por la pseudociencia lo convirtieron en uno de los rostros más infames del Holocausto. Murió el 7 de febrero de 1979 en Bertioga, un municipio cerca de São Paulo, debido a un derrame cerebral mientras nadaba. Logró pasar oculto todo ese tiempo en Sudamérica bajo la identidad de Wolfgang Gerhard.

Primer comandante del complejo Auschwitz. Conocido por diseñar y supervisar la operación de exterminio masivo, incluida la implementación del gas Zyklon B en las cámaras de gas. Bajo su mando, se asesinó a más de un millón de personas. Fue capturado después de la guerra y ahorcado en Auschwitz en 1947.

Fue una guardia de las SS conocida por su brutalidad extrema hacia los prisioneros, incluido el uso de un látigo y perros para intimidar y castigar. Se destacó por su sadismo y su trato despiadado hacia las mujeres prisioneras. Fue ejecutada en 1945 a los 22 años.
- Sobrevivió dos veces a Auschwitz -
“Nunca fue fácil contar esta historia, ni lo es hoy en día”, confesaba Hirsz Litmanowicz aquella tarde de julio del 2019 en la que El Comercio lo visitó por primera vez. El hombre que había sobrevivido a experimentos nazis, la marcha de la muerte y la reclusión en los campos de Sachsenhausen y Auschwitz siendo apenas un niño, no imaginaba que en pocos meses tendría que volver a enfrentarse a los fantasmas más oscuros de su pasado.
En enero del 2020, Hirsz fue uno de los sobrevivientes invitados a la conmemoración por los 75 años de la liberación de Auschwitz. “Soy uno de los que los nazis no alcanzaron a matar”, decía a la televisión internacional el entonces hombre de 89 años.

La carga emocional de su visita, sin embargo, afectó profundamente su salud cardíaca. Hirsz tuvo que ser internado en un centro médico cercano al campo de concentración y posteriormente sería trasladado a Israel para recuperarse totalmente.
La pandemia del COVID-19 y las restricciones impuestas a causa de dicha emergencia sanitaria retrasaron su regreso al Perú, pero al poco tiempo de su retorno volvió a acudir a los eventos organizados por el Centro Educacional Holocausto y Humanidades. “Si esto no se cuenta se olvida o, peor aún, van a creer que nunca pasó”, explicó alguna vez.
Schvartz, quien ha dirigido proyectos educativos en Israel y América Latina, además de coordinar grupos de estudio sobre la historia judía y el Holocausto en Europa, coincide en la importancia de documentar estos testimonios para “mantener viva la memoria del Holocausto cuando ya no haya sobrevivientes”.
Palabras que toman una especial dimensión al revisar el estudio publicado por la Liga Antidifamación (ADL, por sus siglas en inglés) este mes, donde se revela que el 21% de los encuestados cree que el Holocausto está exagerado o nunca ocurrió, mientras que el 20% nunca ha oído hablar de él. Estas cifras, producto de un estudio aplicado en 58.000 adultos de 103 países, representan más del doble del nivel de antisemitismo global registrado en el 2014.
“La educación enfrenta el desafío de la banalización y manipulación del discurso sobre el nazismo y el Holocausto. El consenso histórico y moral se debilita cuando se instrumentalizan estos eventos para debates políticos contemporáneos sin rigor histórico. La reciente tendencia a caracterizar como “nazi” cualquier posición política adversa, o intentos revisionistas como clasificar al nazismo como un movimiento de izquierda, no solo distorsionan la historia sino que obstaculizan la educación seria sobre el Holocausto. Los museos, sitios históricos y programas educativos deben combatir tanto el negacionismo como estas distorsiones con evidencia documentada y rigor histórico”, afirma Schvartz.
El experto destaca, por otro lado, proyectos como los llevados a cabo por la Fundación Shoah y Zikaron BaSalon (“Memoria en el Salón”) donde sobrevivientes comparten sus historias o la labor de instituciones como Yad Vashem en Jerusalem y el Museo del Holocausto en Washington D.C. que mantienen extensos archivos y desarrollan programas educativos globales.
En septiembre del 2019, El Comercio estrenó el documental “Sobreviví al Holocausto” en el que se documentó la historia de cuatro supervivientes que luego de atravesar esa atroz experiencia se establecieron en el Perú. En estos cinco años, Lothar Rosenmann y Norbert Feiger, dos de ellos, fallecieron, pero el registro de sus historias garantiza que su legado perdurará en el tiempo.

- Distancia latinoamericana -
“En América Latina, la enseñanza del Holocausto enfrenta múltiples distancias: geográfica, temporal y conceptual. La distancia temporal dificulta comprender la extrema vulnerabilidad de los judíos en la Europa de entreguerras y durante el nazismo”, reconoce Schvartz.
Sin embargo, “el Holocausto no fue ajeno a la región, que acogió a sobrevivientes y refugiados judíos, mientras varios países también fueron lugar de refugio de criminales nazis”, agrega.
El experto considera que la educación sobre esta época oscura de la humanidad se fortalece cuando se conecta con experiencias locales de autoritarismo y violaciones de derechos humanos, pero además cuando se ve enriquecida con detalles sobre el contexto que condujo a esa catástrofe. “Cómo una minoría integrada en Europa durante siglos fue transformada en un ‘enemigo racial’ que debía ser exterminado. Esta dimensión del Holocausto - la transformación de vecinos en ‘otros’ absolutos - tiene especial relevancia para reflexionar sobre el racismo y la discriminación en América Latina”, remarca.
Sin embargo, el mismo estudio de la ADL mencionado párrafos atrás evidencia que menos de la mitad de los encuestados en América Latina reconocían de qué se trataba el Holocausto, el 77% de participantes brasileños incluso señalaba que “los judíos hablaban demasiado del Holocausto” y el 63% de peruanos consideraba que “a los judíos no les importa lo que le pase a nadie más que a los de su propia comunidad”.
Lo cierto es que estos resultados son muy similares en el resto del mundo, especialmente después de que estallara la guerra entre Israel y Hamas, lo que ha traído enormes picos tanto de antisemitismo como de islamofobia.
En el marco de dicho conflicto, Israel ha sido acusado ante la Corte Internacional de Justicia por Sudáfrica de perpetrar un genocidio en la franja de Gaza. Luego de meses, la CIJ determinó en mayo del 2024 que por el momento no necesitaban pronunciarse sobre si había ocurrido un genocidio pero posteriormente atendió a un pedido sudafricano ordenando a Israel a tomar medidas para “proteger contra un daño adicional, grave e irreparable a los derechos del pueblo palestino”.
“La Convención de 1948 estableció criterios técnicos precisos para la definición legal de un genocidio. He escrito recientemente sobre cómo estamos presenciando un proceso en el que el término “genocidio” se está convirtiendo en un significante vacío, aplicable selectivamente según agendas políticas. Esto se evidenció en enero del 2024 cuando la jueza ugandesa Julia Sebutinde emitió el único voto disidente en la Corte Internacional de Justicia, argumentando que no se cumplían los criterios técnicos para establecer un riesgo plausible de genocidio. Su “informe minoritario”, como el de la película de Spielberg, fue sistemáticamente suprimido para mantener una ilusión de consenso”, opina Schvartz.
“Este vaciamiento del término no solo distorsiona el debate sobre el conflicto actual sino que debilita los mecanismos internacionales diseñados para prevenir y castigar genuinos procesos genocidas. La precisión en los términos no compite con el reconocimiento del sufrimiento: explicar las diferencias específicas entre distintos tipos de violencia nos permite comprender y condenar adecuadamente cada acto en su terrible singularidad”, concluye el experto.