Su última perorata sobre el Estado de la UE representa todo un alegato contra las actitudes "unilaterales" en el mundo, frente al multilateralismo. (Foto: AFP)
Su última perorata sobre el Estado de la UE representa todo un alegato contra las actitudes "unilaterales" en el mundo, frente al multilateralismo. (Foto: AFP)
Redacción EC

Grecia, migración, Brexit. Al frente de la Comisión Europea desde 2014, Jean-Claude Juncker, que pronunció este miércoles su último discurso anual sobre la (UE), navegó sobre la "multicrisis" del bloque con un arte consumado del compromiso y la calma de los viejos soldados.

Aunque este animal político, nacido el 9 de diciembre de 1954, rechaza hablar de "testamento" a un año de abandonar el cargo, las críticas y alabanzas sobre su mandato, marcado por escándalos como el Luxeleaks y los rumores sobre su salud, son inevitables.

Juncker vino al mundo en una Europa marcada por la Segunda Guerra Mundial y, como apóstol de la integración europea, se ve como un heredero de los padres fundadores, aunque haya tenido que rebajar su visión federalista ante los Estados nacionales y el euroescepticismo.

Su credo: "Europa es capaz de grandes cosas cuando sabe unir sus fuerzas y sus energías".

Lo sabe. Oriundo de Luxemburgo, uno de los países más pequeños de la UE, ha permanecido atento al destino de los pequeños países frente al "dictado" de los grandes, desde el corazón del Viejo Continente, entre Este y Oeste, Norte y Sur.

Como primer ministro del Gran Ducado entre 1995 y 2013, este políglota -luxemburgués, francés, alemán, inglés- se codeó con todos los dirigentes europeos como François Mitterrand y Helmut Kohl, de quien dijo que era "su mentor, su amigo, la esencia misma de Europa".

— Un 'arcoíris político' —

Aunque pertenece a la familia democristiana, es un "arcoíris político en sí mismo", explica una fuente europea. Juncker, cuyo padre era un trabajador siderúrgico, "es el democristiano más socialista que existe", aseguró el ecologista Daniel Cohn-Bendit.

Acostumbrado a las "grandes coaliciones" en Luxemburgo, siempre ha demostrado un gran sentido de la negociación y del equilibrio, una habilidad táctica que usó recientemente con éxito, ante la sorpresa general, al cerrar una tregua comercial con Donald Trump.

Su famosa franqueza y humor ácido le precede, pero, obsesionado por el declive de Europa —"A finales de nuestro siglo, representaremos el 4% de la población mundial", señaló—, también se le conoce por su accesos de melancolía, sus "dudas", sus oscuras profecías y sus arrebatos.

A su llegada al Berlaymont, sede del ejecutivo comunitario, el 1 de noviembre de 2014, este político con lentes de burócrata se impuso como objetivo aumentar la confianza de las opiniones públicas en el proyecto europeo a través de una Comisión claramente "política".

Actualmente, debe preparar en cambio el divorcio con Reino Unido, el primero de un país en la historia del proyecto europeo. Pero no es su primer trance.

Como primer ministro luxemburgués, vivió la profunda transformación de la UE, el fracaso del tratado constitucional en 2005 y la entrada en vigor del Tratado de Lisboa cuatro años más tarde.

Y el nacimiento de la moneda única, la crisis de la deuda y el rescate del euro, una tarea a la que se consagró al frente del Eurogrupo (2005-2013).

— 'El lobo en el redil' —

Detrás de sus aparentes buenos modales y su temperamento burlón, se esconde una personalidad compleja, caprichosa e incluso controvertida, que no sólo ha cosechado amigos durante su larga carrera política.

Para quienes lo quieren: "Es la buena persona, en el buen lugar. Conocemos a Jean-Claude, es alguien emotivo, que dice las cosas y que teje relaciones personales fuertes", según su sucesor en el Gran Ducado, Xavier Bettel.

Pero, para aquellos que lo critican, como la eurodiputada ecologista Eva Joly, es "El lobo en el redil", título de su crítico libro con el presidente de la Comisión.

"Reivindica (al expresidente de la Comisión entre 1985 y 1995 Jacques) Delors pero, al contrario que este, es un hombre que se acomoda a la impotencia europea, un rey holgazán", acusa Joly.

Muchos le reprochan el haber acordado ventajas fiscales a las multinacionales cuando dirigía Luxemburgo, un escándalo conocido como 'Luxleaks' que estalló a su llegada a la Comisión.

No fue el único que sacudió su mandato. El controvertido ascenso de su mano derecha Martin Selmayr al puesto clave de secretario general de la Comisión le valió reproches en la UE.

Pero fueron los rumores insistentes sobre el estado de salud de este fumador empedernido los que corrieron con más fuerza en las últimas semanas, por unas imágenes de la cumbre de la OTAN de julio.

Muchos vieron en su andar vacilante un presidente beodo, él lo achacó a su ciática.

Y para "aquellos que [lo] engañan", como explicó al diario Le Soir en 2016, Juncker, que reconoce ser "rencoroso", les reserva un lugar en su "Petit Maurice", una pequeña libreta negra que utiliza desde hace 30 años.

Fuente: AFP

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