Desde el siglo VIII hasta la fecha han habido 12 ocasiones en las que la Iglesia Católica fue encabezada por tres Papas diferentes en un mismo año. La última de ellas sucedió en 1978: la muerte de Pablo VI dio paso al nombramiento de Juan Pablo I como su sucesor; sin embargo, su repentino deceso a los 33 días provocó la elección de Juan Pablo II.
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En un comunicado publicado este miércoles, el papa Francisco anunció que había aprobado un decreto con el que se reconoce un milagro atribuido a Juan Pablo I, lo que da inicio a su proceso de beatificación.
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Según Vatican News, el milagro corresponde a la curación de una niña de 11 años que padecía “encefalopatía inflamatoria aguda severa, enfermedad epiléptica refractaria maligna, shock séptico”, registrado en Buenos Aires el 23 de julio del 2011.
“La iniciativa de invocar al Papa la había tomado el párroco de la parroquia a la que pertenecía el hospital, del que era muy devoto”, precisa el medio.
En este punto cabe resaltar la diferencia que existe entre la beatificación y la canonización, en esta última es cuando se declara a una persona como santo.
“Beatificar es declarar que un difunto, cuyas virtudes han sido previamente certificadas, puede ser honrado con culto, mientras que canonizar consiste declarar solemnemente santo y poner en el catálogo de ellos a un siervo de Dios ya beatificado”, explica en un artículo del medio español Diario Sur, el periodista Ángel Escalera.
Tras el anuncio, solo resta esperar por la fecha en la que se dará la ceremonia para la beatificación. El encargado de fijarla será el papa Francisco.
LA VIDA DE JUAN PABLO I
Nacido el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale, un pequeño pueblo de la provincia italiana de Belluno, cerca de la frontera con Suiza, nació bajo el nombre de Albino Luciani.
Su padre fue un obrero socialista que trabajó por muchos años en Suiza y otros tantos en Argentina, antes de que volviera a su país al estallar la Primera Guerra Mundial. En una carta enviada por su padre desde Sudamérica, le expresaba a Albino -de entonces un año- su deseo de que “cuando seas sacerdote, estés del lado de los pobres, porque Cristo estuvo de su lado”.
El mismo Albino Luciani resumiría la precariedad en la que vivía su familia durante sus primeros años durante una ceremonia cuando ya ocupaba el cargo de Papa. “En toda esta semana, los periodistas han hablado de la pobreza de mi infancia. Pero ninguno podría llegar a sospechar jamás el hambre que yo he conocido”, dijo aquella vez.
La madre de Albino falleció cuando tenía 10 años y la nueva mujer con la que su padre contrajo matrimonio terminó por catapultar su decisión de dedicarse a la vida religiosa.
Fue ordenado sacerdote en 1935 y obispo de Vittorio Veneto en 1958, bajo el pontificado de Juan XXIII. Posteriormente, en 1969, con Pablo VI como Papa, fue nombrado patriarca de Venecia. En 1973 fue designado cardenal, precisa Vatican News.
Durante su labor religiosa, Luciani se mostró a favor de la apertura de la Iglesia Católica hacia el uso de la píldora anticonceptiva, un tema en debate por aquellos años. Sin embargo, no dudó en alinearse a la autoridad eclesiástica cuando Pablo VI la declaró moralmente ilícita en 1968.
La principal característica de su labor, sin embargo, fue su firme postura frente a la corrupción dentro de la Iglesia y el dedicado trabajo que mantuvo con los más pobres.
TEORÍAS SOBRE SU MUERTE
El 6 de agosto de 1978 falleció el papa Pablo VI. Con ello, se convocó a un cónclave para elegir al sucesor al frente de la Iglesia Católica. Para entonces, habían pasado más de 30 años desde que Luciani había sido ordenado como cura.
En esas décadas, el religioso había realizado diferentes misiones pastorales en Suiza, Alemania y Brasil, además de sus incontables visitas a los poblados más pobres de Italia.
El 26 de agosto, durante el segundo día del cónclave, sorprendió al mundo entero -incluidos los propios miembros de la Iglesia Católica- al ser elegido como nuevo Papa.
Antes de la reunión eclesiástica el nombre de Luciani no se barajaba entre las opciones, donde destacaban dos obispos italianos con posturas radicalmente opuestas entre sí.
La elección de su nombre como Papa fue un homenaje a sus dos predecesores, Juan XXIII y Pablo VI. Era la primera vez en la historia de la Iglesia Católica que un Papa elegía un nombre compuesto.
La prensa no tardó en apodarlo El Papa Sonriente o La Sonrisa de Dios, por su amable apariencia, tan contrastante con el rígido semblante de su predecesor.
Juan Pablo I, además, reemplazó la entonces tradicional ceremonia de coronación por una misa y rechazó ser llevado en la silla gestatoria, una especie de anda similar a la que se utilizan para las procesiones de los santos. Con el tiempo, durante el papado de Juan Pablo II, dicha silla sería reemplazada por el Papamóvil.
Al frente de la Iglesia, Juan Pablo I “ofició dos misas, envió un mensaje “Urbi et Orbi”, celebró cuatro audiencias públicas, cinco Angelus y nueve discursos”, según un artículo de Infobae.
A los 33 días de haber asumido la dirección de la Iglesia, el 28 de septiembre de 1978, falleció.
La sorpresiva noticia no tardó en acumular una serie de teorías conspirativas alrededor, las mismas que se vieron alimentadas por una serie de contradicciones en la información brindada por el Vaticano.
Inicialmente se dijo que su asistente lo había encontrado muerto en su cama. Con el paso de los años se conoció que en realidad lo encontró una monja que le llevaba el café todas las mañanas. La religiosa tuvo dos versiones diferentes: en la primera aseguraba haberlo hallado tendido en el piso del baño, mientras que en la segunda señalaba que el Papa yacía postrado en su cama, con papeles en la mano y los lentes en la cara.
Sumado a ello, se informó que no se había realizado una autopsia y el cuerpo se embalsamó rápidamente. El Vaticano aseguró que así lo había pedido la familia, pero en años posteriores familiares de Juan Pablo I se presentaron ante los medios a decir que sí se le había realizado una autopsia, que había fallecido sentado en su escritorio y que no sufría de problemas cardíacos, contraviniendo así la versión oficial de una muerte por infarto.
Con los años se han presentado diversas publicaciones que apuntan a que el Papa en realidad fue envenenado por altos miembros del Vaticano que rechazaban sus ideas de reordenar la estructura financiera de la Iglesia. Estas teorías, sin embargo, nunca han presentado evidencias claras y concluyentes.
Desde el Vaticano, la versión oficial se mantiene en que el Papa falleció de un paro cardiaco. En un intento de acabar con las teorías, en 1988 la Iglesia permitió que el periodista John Cornwell realizara una amplia investigación, que incluía acceso a personajes clave para los acusadores.
En dicha investigación Cornwell concluye que el Papa falleció de una embolia pulmonar, provocada por altos niveles de estrés y enfermedades prexistentes. Sin embargo, voces críticas no tardaron en señalar que Luciani no sufría dichos males y que el periodista había sido contratado por la Iglesia para reforzar su versión.
El misterio, hasta hoy en día, ronda el caso.
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