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Agencia AFP

El escaparate está lleno de tartas y otras delicias. En Grand-Case, en la parte francesa de la isla caribeña de San Martín devastada por el , una larga fila de gente espera a ser atendida en la panadería de Rudy Lainez, que volvió a abrir tras la catástrofe.

Mientras siguen las evacuaciones, los que se quedaron están decididos a volver a vivir como antes.

La panadería atiende sin parar. Los clientes salen con pan y a veces pasteles. ¿Los precios? Son los mismos que antes de Irma, sin cambios, asegura el dueño. "Hay que dar un poco de aliento a la gente, que comienza a tener hambre".

Funciona gracias a un grupo electrógeno y espera ser reconectado a la red eléctrica rápidamente "para reducir los gastos". Pero seguirá, aunque no tenga electricidad, porque "el pan, es la vida".

En Marigot, varios comercios reabrieron en horario reducido, como el Lucy's Snack, un bar donde queda cierto stock de bebidas, cervezas y sodas. "Estamos obligados a salir adelante", asegura el gerente, Jean-Claude Richardson. Y la gente debe participar en la reconstrucción de la isla".

Algunos parroquianos ya regresaron. Juntos, asan unos pedazos de carne en una parrilla improvisada mientras dialogan sobre la situación.

Todos hablan del mañana: "¿Cómo vamos a volver a mandar a los chicos a la escuela?", se pregunta Natacha, una joven madre. Su hijo, dice, no puede seguir sin escuela. Y no se quiere ir, para no complicarle la vida familiares en la vecina isla de Guadalupe.

Cuando le anuncian que las clases se reanudarán tras las vacaciones de noviembre, según adelantó el primer ministro francés Edouard Philippe, ella suspira. "Tal vez podríamos comenzar algunas clases dos horas por día bajo una tienda, o en alguna aula".

- Desempleo parcial -
La vida económica también se ha reanudado. Stephan Jules, director de la sucursal local de la oficina estatal de empleo, ya se puso manos a la obra.

"Con las empresas, vamos a ver cómo instaurar medidas de desempleo parcial. Nuestra agencia en San Martín está en buen estado. Haremos un balance de la situación en los próximos días para responder a las preguntas de los usuarios", dice.

Aunque parte de la población exprese su exasperación ante la gestión de la crisis por el gobierno francés, en la "colina de los teléfonos", uno de los pocos lugares donde hay señal y la gente se congrega para llamar, no todos critican a las fuerzas del orden.

"En cuatro días todo ha quedado bajo control, difícilmente lo podrían haber hecho mejor", dice sonriendo Peggy Brun. "Estuvo bien manejado."

Y acerca de la visita a la isla del presidente Emmanuel Macron, esperado el martes, dice que "es necesario que venga para que vea cómo son las cosas aquí, que tome consciencia del horror que es".

En las calles de Marigot, ya comenzaron a quitar los escombros de las veredas, en la ruta del hospital y del aeropuerto, las que usará el mandatario.

Del lado holandés de la isla, el rey de Holanda Guillermo Alejandro llegó el lunes acompañado por el primer ministro Ronald Plasterk. Constataron el estado "apocalíptico" de la isla, comparable a una "zona de guerra".

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