(Foto: AFP)
(Foto: AFP)
Farid Kahhat

¿Cómo interpretar la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de conceder arresto domiciliario a ? Habría que comenzar diciendo que carecemos de la información necesaria para dar una respuesta inequívoca a esa pregunta. Pero, aunque insuficiente, la información disponible sugiere algunas posibilidades.


De un lado, Lilian Tintori (esposa de López) niega que la excarcelación haya sido negociada con el gobierno. De otro lado, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, sostuvo que el arresto domiciliario de Leopoldo López es fruto del diálogo entre el gobierno y sectores de la oposición.

La posible discrepancia es significativa, dado que ambas partes admiten que hubo negociaciones en torno a la posible liberación de López, que se habrían truncado porque este puso como condición para aceptarla la liberación de todos los presos políticos (más de 400, según la ONG Foro Penal Venezolano).

Las palabras del ministro de Defensa parecían insinuar que, después de todo, Leopoldo López sí estuvo dispuesto a negociar su propio caso por separado, desentendiéndose de la suerte de los demás presos políticos. Es decir, la decisión sería parte de un intento por mellar la imagen pública de López.

A eso habría que añadir lo ocurrido con otros dirigentes opositores a los cuales también se les cambió la prisión efectiva por arresto domiciliario: el ex alcalde de Caracas Antonio Ledezma y el ex alcalde de San Cristóbal Daniel Ceballos.

En ambos casos, tras ser sometidos a prisión domiciliaria, para todo efecto práctico desaparecieron de la esfera pública. Virtualmente incomunicados, su nuevo predicamento carecía del aura heroica del preso político, que es la que suele incitar las movilizaciones de solidaridad. Por lo demás, el caso de Ceballos podría ser una premonición ominosa de lo que pasaría con López en caso de que mantenga un liderazgo protagónico dentro de la oposición (Ceballos eventualmente volvió a prisión, acusado de un presunto intento de fuga).

Otra pieza de información sugiere una posible razón por la cual el gobierno de Maduro querría ver menguar el liderazgo de López dentro de la oposición. Según un sondeo de Datanálisis, en marzo un 75,1% de los encuestados tenía una imagen negativa de Nicolás Maduro. Pero lo más interesante de la encuesta no era esta verdad de Perogrullo (el régimen chavista es hoy muy impopular), sino el orden en el que aparecían los dirigentes de oposición con una imagen positiva: en primer lugar el gobernador del estado Lara, Henri Falcón, con un 52,6%; seguido de Leopoldo López, con un 51,3%; y Henrique Capriles, con un 49,3%.

¿Por qué importa el orden? Porque en la eventualidad de que el régimen decida propiciar una negociación, es de presumir que no preferiría como interlocutor privilegiado al dirigente más radical de la oposición (recordemos que Leopoldo López participó del arresto del ministro del Interior durante el golpe del 2002 y lideró las manifestaciones de protesta del 2014, las cuales se tornaron violentas).

Preferiría negociar con alguien como Falcón, quien no solo propicia de manera explícita la necesidad de un diálogo con el gobierno, sino que es además un ex militar que hasta el 2010 fue militante del Partido Socialista Unido de Venezuela. Pero eso fue antes de las protestas que ya alcanzaron los 100 días de vigencia, las cuales incrementaron el respaldo en favor de López (lo que el gobierno buscaría revertir).
LAS ÚLTIMAS NOTICIAS DEL MUNDO...

Contenido sugerido

Contenido GEC