El presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, juramentó este martes al cardiólogo Marcelo Queiroga como nuevo ministro de Salud en una ceremonia reservada. Se trata del cuarto ministro desde el inicio de la pandemia del coronavirus.
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Queiroga asumió la cartera en un acto “privado” en el Palacio presidencial de Planalto, en Brasilia, según informó el Ministerio de Salud en un comunicado.
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La ceremonia, que no constaba en la agenda oficial de Bolsonaro y que tampoco contó con la presencia de los medios de comunicación, tuvo lugar ocho días después de ser nombrado para el puesto, en momentos en que el país atraviesa la peor fase de la pandemia.
Queiroga sustituirá al general del Ejército Eduardo Pazuello, cuya errática gestión del covid-19 está siendo investigada por la Justicia por su presunta “omisión” en la crisis de oxígeno ocurrida en enero pasado en el estado de Amazonas (norte).
Pazuello, sin experiencia en el área sanitaria, pero al parecer con amplios conocimientos de logística, estaba al frente del Ministerio de Salud desde mayo de 2020.
Durante su gestión adoptó el discurso de Bolsonaro al evitar defender el confinamiento da la población y promover el uso de la cloroquina y de otros medicamentos cuya eficacia contra el nuevo coronavirus no ha sido comprobada científicamente.
Antes de Pazuello, dos ministros de Salud, ambos médicos, abandonaron el Gobierno por serias divergencias con el líder ultraderechista, que niega la gravedad del virus, pone en duda la eficacia de las mascarillas y apuesta por volver a la normalidad porque “el pueblo quiere trabajar”.
El primero de ellos fue el ortopedista Luiz Henrique Mandetta, quien fue destituido por su acérrima defensa de las cuarentenas, que Bolsonaro censura; mientras que el segundo, el oncólogo Nelson Teich, estuvo apenas un mes en el cargo al renunciar tras negarse a recomendar la cloroquina para todos los pacientes con covid-19.
Por su parte, Queiroga, actual presidente de la Sociedad Brasileña de Cardiología, no ha indicado hasta el momento un giro radical en la gestión de la pandemia, como han demandado asociaciones médicas y más recientemente la clase económica del país.
El pasado fin de semana surgieron además sospechas contra el nuevo ministro, después de que la revista Crusoé reveló que estaba imputado en una acción penal por un presunto “delito contra el patrimonio público” al dejar de recoger las contribuciones a la Seguridad Social de los empleados de una clínica privada que administró.
Sin embargo, el Ministerio de Salud remarcó en la nota que ese proceso terminó con la absolución de Queiroga.
Brasil atraviesa en estos momentos el peor momento de la pandemia con un promedio de 2.000 muertes diarias y buena parte del sistema público de salud colapsado o cerca de ello.
Además, también preocupa el desabastecimiento en algunas zonas del país de oxígeno y medicamentos, como sedativos y bloqueadores neuromusculares, imprescindibles para los enfermos con cuadros más graves de la enfermedad.
En poco más de un año, Brasil acumula más de 12 millones de casos y 295.000 muertes asociadas al covid-19 y actualmente es el país que más contagios y decesos registra al día, por encima incluso de Estados Unidos.
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