Fernández de Kirchner decidió cambiar su estilo confrontacional y se ha enfocado en la economía. “El actual rumbo económico está absolutamente equivocado”, dijo en su cierre de campaña.  (EFE)
Fernández de Kirchner decidió cambiar su estilo confrontacional y se ha enfocado en la economía. “El actual rumbo económico está absolutamente equivocado”, dijo en su cierre de campaña. (EFE)
Gisella López Lenci

El 10 de diciembre del 2015, no quiso entregarle la banda presidencial a Mauricio Macri. Se fue de la Casa Rosada rumbo a la Patagonia, y dejó a su sucesor jurando ante el titular provisional del Senado. Así terminaron doce años de kirchnerismo en el gobierno.

Y mañana puede empezar una nueva etapa kirchnerista en el Congreso. Cristina ha vuelto, pero esta vez como precandidata a senadora por la provincia de Buenos Aires. Con el 34% de los votos, según las encuestas, su curul está casi asegurada. ¿Está preparando acaso su regreso a la presidencia en el 2019 o es que solo quiere inmunidad parlamentaria ante las cuatro causas judiciales que se le siguen por lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, entre otros delitos?

Las elecciones del domingo –las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO)– son consideradas un pulso sobre cómo estará configurado el Congreso, pues se definirán los candidatos para las legislativas nacionales de octubre.

Fernández compite con una nueva agrupación política, Unidad Ciudadana, y su apuesta es ganar en Buenos Aires, el distrito electoral más numeroso, donde aún tiene un importante colchón de partidarios y donde están los más afectados por las medidas económicas del gobierno de Macri. El alza en las tarifas de los servicios, el aumento de los índices de pobreza y la devaluación de la moneda han sido el caldo de cultivo ideal para que resurja la nostalgia en el sector medio-bajo del conurbano bonaerense, que le podría dar el pasaporte para otro mandato presidencial.

“Ella está gastando su último cartucho. Va a poder ser senadora y dirá que todavía es la principal opositora del principal distrito del país. Y con ese argumento puede llegar al 2019 con chance de ser candidata. Aunque no creo que tenga opciones de ganar la presidencia”, afirma a El Comercio el analista argentino Marcos Novaro.

La posible elección de Cristina ya está incomodando a los mercados y los argentinos se han volcado a las calles para comprar dólares. El miércoles se llegó al récord de ventas de US$584 millones, suma que no se alcanzaba desde octubre del 2015, cuando aún había control cambiario durante el gobierno de la misma Fernández de Kirchner.

Alarma por explosión

— El jueves en la tarde, un paquete explotó en las oficinas en Buenos Aires de la empresa española Indra, encargada del sistema informático para el recuento provisional de los votos en las elecciones del domingo.

— “No descartamos ninguna hipótesis”, dijo el fiscal Guillermo Marijuan, a cargo de las investigaciones. Agregó que no hubo amenazas previas ni nadie que se atribuyera la autoría de la explosión.

— Dos personas resultaron heridas, pero ya están fuera de peligro.

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Sin año sabático
Después de dejar la presidencia, el exilio de Cristina terminó pronto. No pasó mucho tiempo para que expresara por redes sociales, donde es muy activa, sus críticas hacia el gobierno de Mauricio Macri que, según ella, atacaban directamente el proyecto kirchnerista. Para sus opositores, sin embargo, las medidas significaban la manera de componer la pésima política económica y la crisis del país que heredaron.

Durante el nuevo gobierno, continuaron las investigaciones sobre lavado de dinero en propiedades de la familia Kirchner, mientras varios de sus funcionarios más cercanos iban cayendo por denuncias de corrupción y escándalos. Basta recordar a su ex ministro de Obras Públicas José López intentando esconder sacos de dinero en un convento.

Pero nada ha hecho mellar sus ansias de regresar a la Casa Rosada, aunque la tarea no le será tan fácil. Justamente, las denuncias de corrupción durante el kirchnerismo han provocado rupturas en el peronismo. Muchos ya no reconocen a Cristina como su lideresa, entre ellos la mayoría de gobernadores de las provincias. Eso podría afectar su deseo de volver a la jefatura de Estado, pues no cuenta con un apoyo político nacional.

“En las demás provincias los peronistas cambiaron de piel y adoptaron, sobre todo en materia económica, un discurso próximo al de Macri. Quiere decir que en Buenos Aires se decide el potencial que conserva el populismo”, opina Carlos Pagni al diario “La Nación”.
Para Novaro, “el kirchnerismo se ha venido degradando como fuerza política en los últimos dos años, y lo que queda es Cristina y una banda de gente que es entre fanática y corrupta, y algunos son las dos cosas”.

Desde el domingo, los argentinos deberán acostumbrarse a ver otra vez a Cristina Fernández desde una posición de poder. El Senado puede ser el trampolín para ponerse de nuevo la banda presidencial albiceleste, o para irse por la puerta de atrás.

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