Según las cifras que maneja Shetty, las protestas en Venezuela han dejado más de 5 mil detenidos. (AFP)
Según las cifras que maneja Shetty, las protestas en Venezuela han dejado más de 5 mil detenidos. (AFP)
Renzo Giner Vásquez

Salil Shetty dirige la organización de defensa de los derechos humanos más importante del mundo. Estuvo recientemente en nuestro país para presentar el último informe de su ONG sobre la situación de los indígenas en el Perú. Shetty analizó junto a este Diario la realidad de América Latina.

— ¿Venezuela afronta la mayor crisis social de Latinoamérica?
Es difícil establecer eso, pero sin duda en Venezuela hay una grave crisis. Es una tragedia porque hubo un gobierno que supuestamente llegó al poder para apoyar a la gente. Nosotros incluso apoyamos muchas medidas que tomó el gobierno de Hugo Chávez. Pero lo que vemos hoy con Maduro es indefendible. Pese a su discurso socialista y retórico, vemos a la gente sufriendo una crisis humanitaria, se han roto todas las libertades, vemos a los opositores presos sin saber por qué fueron atrapados. Si tomamos en cuenta el tamaño y la importancia del país, debo coincidir contigo en que es la mayor crisis latinoamericana de hoy.

— La opositora María Corina Machado advirtió hace unos días que los presos políticos superan los 500. ¿Tienen datos sobre eso?
Según nuestra información, basada en datos de ONG locales, hay 5.051 detenidos. Entre ellos se cuentan líderes de la oposición, periodistas, activistas. Incluso para nuestros trabajadores es muy complicada la situación en Venezuela.

— Hablemos del acuerdo de paz en Colombia entre el gobierno y las FARC. ¿Cuánto ha cambiado el escenario en ese país, que registraba el mayor desplazamiento interno en Sudamérica?

Ha cambiado dramáticamente. Había mucha gente bastante escéptica, pero he visto de primera mano que fue un gran paso. Ahora, si esto se mantendrá en el futuro depende de las FARC, pero también del gobierno, pues hemos visto varios reportes del Ejército sobre violaciones a los derechos humanos. En los próximos meses será necesaria una mejora en ese aspecto para que se sigan consiguiendo resultados.

— ¿El que las FARC ingresen a la política no es un escape a la justicia?
Pese a nuestro nombre, no creemos en la amnistía. Claro que se debe buscar la reconciliación y la paz, pero esos no son sustitutos de la justicia. No apoyaremos que eso se use para que alguien pueda escapar de una investigación por violar los derechos humanos. Pero, por el lado de convertirse en un partido político no tenemos problema.

— La directora de Amnistía Internacional (AI) en Turquía está presa y acusada de cargos como terrorismo. Cuénteme más sobre eso...
Así es. Tanto la directora como el presidente de AI están encarcelados en Turquía. La razón que tuvieron para arrestarlos fue que, según las autoridades, los derechos humanos interrumpen el desarrollo y crecimiento económico, además que van en contra de la seguridad. Si eres un activista de derechos humanos, estás actuando de forma antinacional y te conviertes en terrorista. Ahora, en Turquía se vive una situación única. Hace un año, cuando se produjo el intento de golpe de Estado fuimos los primeros en levantar nuestra voz y decir que era inaceptable. Pero ahora el gobierno utiliza eso para censurar a cualquier crítico, desde un medio de comunicación hasta una ONG que no les guste. Eso es muy usado por muchos líderes, cuando algo no les gusta acusan de ir en contra del desarrollo. Incluso acá, cuando protegemos los derechos de los indígenas, nos acusan de ir en contra de la minería, de interrumpir el progreso.

— ¿En qué otros países AI es perseguida o amenazada?
En mi país, la India, nos acusan de sedición. En Nigeria expusimos los abusos que se cometen al norte del país por parte del Ejército en la lucha contra Boko Haram, y ahora estamos amenazados por los militares y los terroristas. Nos pasa básicamente en todos los países con líderes dictatoriales, ya sean elegidos popularmente o autodesignados. Aunque en el Reino Unido también detectamos que hemos sido espiados. Es un momento difícil para los derechos humanos en el mundo.

— ¿Y aun más difícil para defenderlos?
En Espinar, Cusco, conocí a una señora llamada Melchora, una lideresa que desde hace 20 años se encuentra luchando por los derechos de su comunidad. Cosas como esas te devuelven la esperanza. Afortunadamente el mundo está lleno de gente como ella.

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