El casco urbano del municipio de Puerto Gaitán está ubicado a orillas de las marrones aguas del río Manacacías, en los húmedos y calurosos llanos del departamento del Meta, en el oriente de Colombia.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Casas bajas se levantan sobre sus calles, por las que circulan decenas y decenas de mototaxis, mientras que de bares, billares y puestos callejeros emana una incansable música llanera. También se oye salsa y vallenato.
El lugar comenzó a bailar a ritmo de cuento de hadas con el reciente boom petrolero que colocó a Colombia entre los 20 mayores productores del mundo.
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Un viaje en mototaxi cayó a la mitad de precio. Muchos pasean vacíos por las calles de Puerto Gaitán. (Foto: BBC Mundo)
Es una historia parecida a la de Cenicienta, pero en este caso, aunque llegó la medianoche y el fin del ensueño, el príncipe todavía no volvió a aparecer.
Tras la sequía económica que trajo la caída del precio del petróleo a mediados del 2014, Puerto Gaitán se desangró de gente y recursos.
Dicen que llegó un momento en el que hasta dos o tres familias por día dejaban este enclave, puerta de entrada a los más grandes campos petroleros de Colombia.
Salarios petroleros
Durante la bonanza a Puerto Gaitán llegaron hombres y mujeres de todo el país atraídos por los sueldos de al menos 1,2 millones de pesos mensuales (US$430 al cambio de hoy; pero más de US$650 hace cuatro años) que ofrece la industria petrolera, casi el doble del actual salario mínimo colombiano.
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Para el secretario de planeación Alejandro Castellanos la gente se acostumbró a la bonanza petrolera y ahora le toca volver a la realidad. (Foto: BBC Mundo)
“Yo conocí casos de paleteras ganando 2,5 millones al mes (casi US$900 al cambio actual)”, le dijo a BBC Mundo Alejandro Castellanos, secretario de planeación del municipio.
Los paleteros se paran en una carretera donde hay obras, con un pequeño cartel (paleta) con el que le indican a los transeúntes si pueden avanzar o deben frenar.
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En el centro de búsqueda de empleo, Hernán Pineda le contó a BBC Mundo que lleva un mes y medio buscando trabajo, cuando antes pasaba de un contrato a otro en la industria petrolera sin esperar. (Foto: BBC Mundo)
Para Castellanos, la población local se mal acostumbró a la abundancia y la crisis ofrece una oportunidad para volver a la “realidad”.
Entre 10.000 y 15.000 personas no piensan igual; son los que en el último año dejaron el municipio.
US$9
Es que se secaron los empleos y los que hay ya no pagan tan bien.
Además de lo que queda en el petróleo y los comercios, está el empleo en el campo y en el sector público.
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Las autoridades dicen que los habitantes están mal acostumbrados a los sueldos petroleros. Los trabajadores responden que los salarios de la obra pública no alcanzan para vivir en Puerto Gaitán. (Foto: BBC Mundo)
En la obra pública se paga entre 25.000 y 35.000 pesos por día (US$9-12).
Hay quienes dicen que no alcanza, que sólo para las comidas del día hacen falta 15.000.
Rápido crecimiento
Hasta hace algo más de una década en Puerto Gaitán no había ni agua corriente, ni servicio de cloacas, ni provisión constante de electricidad; las casas eran de adobe.
El viaje desde Villavicencio, la capital del Meta, a poco menos de 200 kilómetros, podía llevar unas ocho o diez horas.
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El Instituto Petrolero de Juan Pablo Posso tenía 200 alumnos, ahora le quedan 80. (Foto: BBC Mundo)
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Luz Dary Castellanos, que vende equipamiento personal para empleados de las petroleras, tuvo que bajarle el sueldo a su personal. En Puerto Gaitán había cinco tiendas como la suya, quedan tres. (Foto: BBC Mundo)
Alimentado a fuerza de oro negro, el pueblo comenzó a desarrollarse: poco a poco llegó el agua corriente, la electricidad 24 horas al día, el asfalto.
Y cuando el barril trepó hasta US$110 en el 2011, empezó para Puerto Gaitán la era del “empacho petrolero”.
Ese año el municipio recibió unos 110.000 millones de pesos en regalías (más de US$60 millones).
Los gastos municipales se dispararon.
Puerta al Paraíso
Entre las erogaciones más cuestionadas está el más de millón de dólares que se gastaron en un inmenso arco amarillo en la entrada del pueblo, llamado Puerta al Paraíso.
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Esta obra costó más de US$1 millón. No todos en el municipio están convencidos de que haya sido una buena idea. (Foto: BBC Mundo)
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El interior de la cúpula es espectacular. (Foto: BBC Mundo)
Las autoridades se defienden diciendo que el costo no fue solo por el arco, sino también por las obras viales de sus alrededores.
Tampoco está muy claro cuánto uso tiene la inmensa cúpula hecha en caña que se encuentra al final del malecón del río Manacacías.
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La cúpula que se encuenta al final del malecón del río Manacacías. (Foto: BBC Mundo)
O qué necesidad había de hacer una biblioteca que ocupa casi media manzana y que por su puerta BBC Mundo no vio casi entrar ni salir gente.
Precios desorbitados
El sector privado también se empachó de oro negro.
En el 2011 había menos de 40 hoteles registrados en Puerto Gaitán. Esa capacidad se triplicó.
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Las plazas hoteleras, que llegaron a estar saturadas, hoy sobran. (Foto: BBC Mundo)
Igual hubo momentos en que no daba abasto.
“La gente amanecía en la calle”, porque no había dónde alojarse, le dijo a BBC Mundo el empresario transportista Aldemar Barrero, quien hoy teme que tal vez deba cerrar su empresa.
Con esa demanda, los precios se dispararon.
No sólo los hoteles se aprovecharon de la explosión de recursos.
Por la compra de una vivienda podían pagarse 200 millones de pesos o más (US$100.000).
Fin de la fiesta
En junio del 2014 empezó una caída dramática del precio internacional del crudo, que ahora se encuentra en torno a US$50-60 el barril.
Comenzó entonces una cadena de crisis, profundizada por el hecho de que las autoridades colombianas decidieron no renovarle a la empresa Pacific Rubiales los contratos de explotación del campo Rubiales, que se encuentra en el municipio, y del que sale la mayor cantidad de petróleo de Colombia (más del 10% del total).
El negocio de Pacific generaba el mayor número de empleos e ingresos para sus habitantes.
Llegó a haber, según las autoridades locales, 14.000 personas vinculadas a la empresa en el municipio.
Aunque Pacific aclaró que el número máximo de empleados directos que tuvo fueron 2.984 en el 2014.
Con la caída de contrataciones y la partida de empleados, la crisis se fue contagiando de un sector económico a otro.
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Giovany Rojas, un líder comunitario, asegura que Pacific Rubiales está contratando gente fuera del pueblo, lo que impacta en los ingresos. La empresa dice que el proceso de contratación “está atado a la normatividad vigente para garantizar la vinculación del 100% de la demanda de mano de obra no calificada de manera local”. (Foto: BBC Mundo)
Y llegó hasta los prostíbulos.
El encargado de uno, Andrés (no dio su apellido), dijo que su facturación cayó un 30%, tanto como el número de clientes.
Turismo
Natalia Leyva Quijano, candidata a la alcaldía de Puerto Gaitán, cree como el secretario de planeación Castellanos -aunque es opositora a la actual gestión- que la crisis es una oportunidad.
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Natalia Leyva dice que el pueblo tiene que apostar por la agroindustria y el turismo. (Foto: BBC Mundo)
“A la gente hay que venderle la idea de que Puerto Gaitán no solamente es petróleo”, dice.
Señala como alternativas a la agroindustria (hay palma, caucho, otros cultivos y un criadero de cerdos que da cientos de empleos) y el turismo.
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Los delfines rosados son el principal atractivo turístico natural de la zona. (Foto: BBC Mundo)
Es un cambio que ella misma está implementando.
Cerró, por falta de demanda, un aparcamiento para camiones transportadores de petróleo y ahora se está concentrando en hacer crecer el negocio de su hotel.
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Así se ve hoy el aparcamiento de Natalia Leyva. Llegó a tener 330 camiones de combustible. (Foto: BBC Mundo)
“Estamos trabajando el turismo de aventura, el avistamiento de toninas (delfines rosados)”, dice en referencia al principal atractivo natural del municipio.
Futuro negro
Pero aún con más inversiones en el campo y en el turismo, el futuro cercano está lejos de ser prometedor para Puerto Gaitán.
En el 2016, por menos ingresos petroleros, las arcas del estado colombiano dejarán de recibir entre 15 y 20 billones de pesos (US$5.000-7.000 millones), calcula la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP, que agrupa a las petroleras privadas del país).
Puerto Gaitán recibirá 140.000 millones de pesos (US$50 millones) para el bienio 2015-2016, según Castellanos (un 30% menos que lo que le ingresó en el 2011, cuando el dólar estaba más barato).
“En este momento tenemos una crisis económica y una desbandada de empresas”, agrega Octavio Colina, secretario administrativo y financiero de Puerto Gaitán.
Eso impacta en la recaudación fiscal de ingresos corrientes (no regalías), que cayó más de un 40% desde el último año.
Espera que caiga aún más en el 2016 y recién empiece a recuperarse hacia setiembre del 2017.
En los meses venideros el gobierno nacional planifica bajar las tasas de regalías, como una forma de reducir la presión tributaria sobre las empresas petroleras.
Eso implicará aún menores ingresos para Puerto Gaitán, aunque a modo de compensación recibirá este año 14.400 millones de pesos (US$500.000) de un programa nacional de apoyo a las regiones productoras.
¿Adiós al festival?
Lejos quedarán ahora los tiempos de la abundancia, que hicieron que el municipio pasara de ser el más pobre del departamento del Meta a uno de los más ricos del país en ingreso per cápita.
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La biblioteca de Puerto Gaitán, construida con dinero público y equipada con aportes de las petroleras. (Foto: BBC Mundo)
Lejos quedará también el recuerdo de los míticos festivales de verano, en los que a la vera del río Manacacías tocaron artistas globales como Marc Anthony o Juan Luis Guerra, pagados por Pacific Rubiales frente a 65.000 personas.
Según la alcaldía, la empresa ya dijo que no podrá aportar para la edición del próximo año.
Y los pobres ingresos de las arcas municipales no alcanzan para repetir las bacanales de años pasados, sólo para un festival mucho más modesto.
Es posible que las autoridades decidan que así no vale la pena y cancelen el festival del 2016.
Lo están pensando.