El "papa negro" habla sobre la crisis política en Venezuela
El "papa negro" habla sobre la crisis política en Venezuela
Renzo Giner Vásquez

Nací en Caracas en 1948, pero vivo en Italia desde hace un par de años. Estudié Filosofía en la U. Católica Andrés Bello y un doctorado en Ciencias Políticas en la U. Central de Venezuela. Entre 1996 y el 2004 fui superior provincial en Venezuela. 

El 14 de octubre del año pasado el venezolano Arturo Sosa se convirtió en el primer latinoamericano en ser elegido superior general de la Orden de la Compañía de Jesús, fundada en 1540. El "papa negro", como se le conoce popularmente al líder de los jesuitas por el color de su hábito y el supuesto poder con el que contaría la compañía al tener presencia en 127 países, visitó el Perú la semana pasada.

—Tanto el Papa como el "papa negro" son latinos...
Es un signo del camino de la iglesia latinoamericana después del Concilio Vaticano II. Se hizo un esfuerzo profundo de renovación. Eso le ha dado vitalidad y se reconoce de algún modo. Por otra parte, puede ser una casualidad.
 
—¿Cuándo conoció a Francisco?
En Roma, en 1983, durante una congregación general. Él fue delegado por Argentina y yo por Venezuela. Luego he podido encontrarme con él varias veces: a los dos o tres días de mi elección, una mañana entera con los jesuitas en la congregación general y reuniones privadas sobre asuntos que les interesan tanto al Papa como a la compañía.

—¿Le dio algún consejo personal tras su elección?
Me dijo una expresión muy común entre los latinos: “Pórtate bien” [risas].

—Usted centró sus estudios en las ciencias políticas, ¿por qué ese interés? 
Es una característica en la Compañía de Jesús. No te preparan solo para el ejercicio sacerdotal, sino, desde sus inicios, ha estado interesada en todo lo humano, en el conocimiento. Las ciencias políticas son claves porque los desafíos de la humanidad tienen que ver con la política, y si nuestra misión la definimos como el servicio de la fe y la promoción de la justicia, lo político forma una dimensión fundamental. La tragedia que se vive ahora en el Perú, por ejemplo, tiene que ver en parte con las políticas. Si pudiéramos tener un mundo mejor gobernado, donde los intereses comunes estén por encima, se podrían evitar muchas cosas. 

—Se critica cuando la Iglesia interviene en política…
Quienes critican a la Iglesia cuando toma posición en un aspecto son quienes no están de acuerdo con esa posición. Los cristianos son también ciudadanos, la Iglesia como institución forma parte de la sociedad. No solo tiene la obligación, sino el derecho de mostrar su opinión y participar en la creación de la opinión pública. Hay un tema delicado, el del poder. Cuando se percibe que es una amenaza a los poderes, estos se defienden. La Iglesia ha caído en momentos de la historia en la tentación de pretender dominar el poder, pero creo que no es el caso ahora. En Latinoamérica, la Iglesia tiene una función importante en decir las cosas con libertad, cosas que no pueden hacer otros.

—Cuando fue superior provincial en Venezuela impulsó un plan de fortalecimiento social hacia el 2020. ¿En qué consistía?
Muchas de las cosas que hoy suceden recién comenzaban, queríamos ver cómo utilizar nuestros recursos de la mejor manera y prever la disminución del número de personas en la compañía. Lo llamativo es que eran 20 años de incertidumbre, en 1998 nadie se imaginaba que la situación se agravaría tanto. Pero las líneas de ese plan siguen vigentes: oír al empobrecido, trabajar con la juventud, la espiritualidad que permita vivir estos años difíciles con esperanza.

—Más allá de la crisis económica, se vive una crisis social en Venezuela...
La compañía se ha puesto al servicio de la gente con dos actitudes importantes. Una, producir un mensaje de esperanza en medio de una situación tan crítica. Eso lleva a un segundo paso, hacer lo que se espera por lo que lo segundo sería la solidaridad. Sin embargo, también hay que buscar soluciones a largo plazo, en Venezuela o salimos todos juntos o no salimos. Debemos encontrar la manera de dialogar y llegar a objetivos comunes.

—La Iglesia fue mediadora en ambas mesas de diálogo, debe ser frustrante que no se consiguieran resultados.
Sí, pero es parte de un proceso de diálogo. La Iglesia está convencida de que en algún momento debe llegar el diálogo, es indispensable, tenemos la experiencia colombiana. Esperemos que en Venezuela no tome 50 años. 

—Usted ha sido crítico tanto con el Gobierno como con la oposición. 
He reconocido sus falencias y potencialidades. No sirve solo decir qué no estás haciendo bien, sino qué puedes hacer mejor y ambos pueden hacer mejor. El fin debe ser mejorar la situación de tragedia y, repito, solo se conseguirá dialogando. Eso es la política, la sustitución de la guerra. Pero, además, hay que negociar, porque todos deben ceder en algo. 

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