El secuestrador de un bus en Río de Janeiro llevaba una máscara y portaba un cuchillo y una pistola de juguete. (AP).
El secuestrador de un bus en Río de Janeiro llevaba una máscara y portaba un cuchillo y una pistola de juguete. (AP).
Redacción EC

Río de Janeiro. La ciudad de Río de Janeiro estuvo en vilo por más de tres horas, luego de que un hombre enmascarado secuestrara un autobús en el . Con la situación bajo control y el secuestrador abatido, el gobernador Wilson Witzel, que llegó al lugar en helicóptero, contó que la familia del sujeto pidió disculpas por lo sucedido.

Witzel le dijo a los periodistas que tuvo un diálogo con la familia del secuestrador, que fue identificado como William Augusto da Silva.




“Hablé con su familia y uno de ellos se disculpó conmigo. Pero quiso disculparse con toda la sociedad. Se disculpó con los rehenes. Me dijeron que algo había fallado en la educación (del secuestrador) y que la madre estaba muy molesta", dijo Witzel, en declaraciones que reproduce Globo.com.

Witzel también adelantó que ofrecerá ayuda a la familia del secuestrador y que buscará entender las causas que llevaron a William Augusto da Silva a cometer este secuestro "para que no vuelva a ocurrir algo similar" en el futuro.

No es la primera vez que ocurre el secuestro de un bus en Río de Janeiro. En agosto del 2011, uno de ellos dejó tres heridos en pleno centro de la ciudad.

William Augusto Nascimento

Sin embargo, el que generó mayor resonancia sucedió en junio del 2000, cuando un hombre secuestró un autobús de la línea 174 de Río de Janeiro. El hecho movilizó a cientos de policías y periodistas, adquirió una fuerza mediática desconocida hasta ese momento y fue transmitido en directo por todos los canales.

Acabó tras seis horas de tensión con la muerte de una rehén a manos de la Policía, cuando el secuestrador parecía dispuesto a entregarse.

El autor del hecho, Sandro de Nascimento, murió en circunstancias poco claras cuando era trasladado herido hacia un hospital. Luego se supo que era sobreviviente de la llamada "matanza de La Candelaria", ocurrida en 1993, cuando ocho niños que vivían en la calle fueron asesinados por grupos parapoliciales en Río de Janeiro.

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