Si fracasa el dilogo nacional entre el gobierno venezolano y la oposicin, no es el papa sino el pueblo de Venezuela el que va a perder, porque el camino podra ser el de la sangre.
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Monseor Claudio Maria Celli, uno de los diplomticos ms experimentados de la Santa Sede, acaba de volver de Caracas y no oculta su preocupacin. En su despacho de Villa Nazareth, su residencia de Roma, recibe todo el tiempo informacin desde la capital venezolana. Presidente emrito del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, de 75 aos y experto en China y Vietnam, Celli fue nombrado por Francisco como su enviado especial a Venezuela. La misin es a todas luces difcil: a travs de un dilogo nacional, apagar esa bomba de tiempo que es hoy el pas que gobierna Nicols Maduro.
Segn cont a La Nacin, las 48 horas que pas a principios de semana en Caracas fueron agotadoras. Luego de una primera reunin que dur hasta las 2 de la maana del lunes, el gobierno y la oposicin acordaron poner en marcha cuatro mesas temticas para destrabar la situacin.
Cuando me reun con los representantes de la oposicin, en la maana del lunes, les dije claramente: Mi miedo es que haya muertos en la manifestacin del jueves. Y si hay muertos, el dilogo, qu dilogo es?. La oposicin reflexion y gracias a Dios suspendieron esta manifestacin, cont Celli.
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Usted estuvo dos veces reunido con Maduro. Cmo le fue?
En la primera reunin el presidente me dijo: Le promet al papa que voy a dialogar y cumplir la promesa. En la segunda, que me pidi l y que fue al da siguiente de la primera reunin plenaria, le dije: Seor presidente, esta maana me encontr con la oposicin y hay tres pedidos. Hay que dar seales y estas no necesitan tiempos bblicos. Hay que dar seales de que el dilogo es el nico camino, y que se puede recorrer en este momento. Se lo dije muy claramente.
Cmo encontr el pas?
Es indudable que la situacin est muy fea. No solamente a nivel poltico, sino a nivel social, econmico. No hay comida, no hay medicinas. Es innegable que el pas est enfrentando una situacin muy difcil.
Usted va a regresar el 11 de noviembre para revisar los primeros trabajos de las mesas temticas, pero la distensin lograda parece haberse evaporado: Maduro llam terroristas a los dirigentes de Voluntad Popular, y pareci relativizar el dilogo al decir que la revolucin es irreversible
Yo haba pedido evitar expresiones violentas y agresivas. Emple un trmino: un lenguaje desarmado. El problema es que estas cosas son ms fuertes que ellos.
La situacin le pareci peor de lo que se haba imaginado?
Hay militares por doquier. En las partes de Caracas por las que pas hay retenes en todos lados, policas, militares. La misma noche que llegu al aeropuerto haba un bloqueo de policas cerca de la nunciatura que nos par para ver quines ramos. Y el secretario de la nunciatura que manejaba el auto dijo: Pero no ha visto la placa diplomtica?.
La Santa Sede considera esto como una mediacin?
No es una mediacin. La Santa Sede acompaa.
El papa est tomando un riesgo muy grande porque el dilogo puede fracasar en cualquier momento
No cabe duda.
En ese sentido, es optimista o pesimista?
Yo estoy y me voy a jugar. El problema es que yo soy un acompaante. Una cosa es cierta: el papa goza de un gran prestigio. Las dos partes, as como los cuatro ex presidentes que acompaan (Ernesto Samper, Jos Luis Rodrguez Zapatero, Leonel Fernndez y Martn Torrijos) me dijeron claramente que si no estuviese la Santa Sede, la oposicin no se encontrara con el gobierno. Y las dos partes comprenden que o embocan el camino de la violencia o embocan el del dilogo.
Es una misin imposible la que le dieron?
Yo espero que no. Estoy rezando por esto. El problema no es que la Santa Sede pierda la cara, es el pueblo venezolano el que se hunde ms. Porque si acaso en una delegacin o la otra quieren terminar con el dilogo, no es el papa sino el pueblo venezolano el que va a perder, porque el camino podra verdaderamente ser el de la sangre. Y hay gente que no tiene miedo de que haya derramamiento de sangre. Esto es lo que me preocupa. Francisco est jugando un papel muy fuerte. Corremos un riesgo. Vamos a ver, que Dios nos ayude.
Fuente: El Nacional, GDA
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