Rescate de los sobrevivientes en diciembre de 1972. “Hay una frase que me da pena lo gastada que está: ‘Se puede’. Yo puedo decir con propiedad que el hombre puede con esta o cualquier situación”, dice Páez. ("El País", de Uruguay / GDA)
Rescate de los sobrevivientes en diciembre de 1972. “Hay una frase que me da pena lo gastada que está: ‘Se puede’. Yo puedo decir con propiedad que el hombre puede con esta o cualquier situación”, dice Páez. ("El País", de Uruguay / GDA)
Renzo Giner Vásquez

El reloj del aeropuerto El Plumerillo, en la ciudad argentina de Mendoza, marcaba las 2:18 p.m. del 13 de octubre de 1972 cuando el equipo uruguayo de rugby Old Christians y algunos de sus familiares abordaron el vuelo 571 de la Fuerza Aérea de Uruguay con destino a Chile.

Menos de dos horas después, el mal clima causó que la nave impactara contra la Cordillera de los Andes, dejando a los pasajeros a unos 3.500 m.s.n.m.

Tras 72 días, solo 16 de las 45 personas que viajaban en ese avión sobrevivieron. Uno de ellos, Carlos Páez, de 18 años en ese momento, estuvo en Lima hace unos días para compartir su experiencia en una charla organizada por Entel.

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Pueden conocer más sobre Páez en su web: .

— Imagino que uno debe pensar en ese episodio cada día de su vida.
Más que eso, todos los días alguien quiere saber. Doy más de 100 conferencias para empresas por año, necesariamente debo pensar en el tema. El accidente pasó a ser parte de mi vida. Siempre hay alguien que quiere saber la historia de los Andes. Es una historia que modificó nuestra vida y la de mucha gente a nuestro alrededor porque, al final, ese accidente es un homenaje a la vida.

— ¿Cuánto cambió su percepción de la vida tras ello?
La valoras. Sobre todo cuando ves a la gente que está contigo, primero mis padres y abuela, luego mi matrimonio y después mis hijos y nietos. Esas cosas te demuestran que la vida continúa.

— Su padre era uno de los pocos que mantenía la fe de encontrarlos vivos. ¿Cómo fue reencontrarse con él?
Fue un momento increíble. Pero mi padre experimentó una especie de sensación culposa por ver que yo estaba vivo pero había otros que no lo habían logrado. Ni bien me saludó se dedicó a seguir buscando a los otros que venían llegando. Él fue, de alguna manera, el padre de todos porque mantuvo siempre la esperanza.

— ¿Y usted alguna vez la perdió?
Sí, en algún momento pero en eso te ayuda el grupo. Ese es otro punto importante, esta historia está considerada como una de las más notables de trabajo en equipo.

— El rugby debió ayudar mucho en esa unión.
Sin duda, el rugby es darse por el otro y esta historia de alguna manera fue igual.

— ¿Desde cuándo puede hablar del tema?
Siempre lo hice. A veces pienso que la gente se puede cansar de que se vuelva a tocar el tema, pero la historia es tan apasionante, llena de vida, lucha, solidaridad. Por eso no hay empresa que no considere llevarnos como conferencistas. Yo antes miraba [en estas conferencias] a gente que escala el Everest, a quienes respeto mucho, pero es gente que se ha preparado para hacerlo, en nuestro caso nos cambiaron el guion y protagonizamos la historia de supervivencia más increíble de todos los tiempos.

— ¿Cómo decidió llevarlo a charlas empresariales?
No estuvo en mí hacerlo. Una vez un empresario muy importante de México me dijo: “Si en la empresa actuáramos como lo hicieron ustedes, nos iría muy bien”.

— ¿Mantiene contacto con los otros sobrevivientes?
Sí, sin duda. Si bien la vida continúa normalmente, cada 13 de octubre todos vamos a misa. Y el 22 de diciembre –día en el que nos encontraron– se hace una fiesta. Este año se cumplen 45 años y les toca a los chilenos ir a Uruguay, porque es un año impar. Los años impares los chilenos van a Uruguay y los años pares vamos a Chile.

— ¿Cuán diferente es el Carlos de antes del accidente al de ahora?
La cordillera pasó a ser un referente en mi vida. Yo era un chico malcriado, caprichoso, que no servía para nada. Esta experiencia me demostró que tenía una cantidad de valores que desconocía. Ahora tomo esa experiencia de referencia cuando algo me va mal y cualquier problema es ínfimo.

— Nada lo pone en aprietos.
Ni tanto, yo pasé a ser un tipo normal, con cordilleras propias que superar. Cada uno tiene las suyas y son tan importantes como la mía, solo que acá hubo mucho más márketing, películas y libros.

— Muchos los ven como superhéroes, superhombres.
Y es una idea errónea. No somos superhéroes, lo interesante de esta historia es que fue protagonizada por gente común. Tú podrías haber estado en esta historia, que no te quepa la menor duda.

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