La oposición de Venezuela podría haber encontrado un socio más dispuesto en el actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, que rompió la política de Barack Obama de relativa contención hacia el país gobernado por Nicolás Maduro. Trump se reunió con la esposa de Leopoldo Lopez en Washington e impuso sanciones por narcotráfico al vicepresidente Tareck el Aissami en sus primeros 100 días en el cargo.
Pero aunque estas acciones buscan acercarse a los opositores más conservadores, podría alienar a la mayoría de los venezolanos que siguen venerado al fallecido expresidente Hugo Chávez. Y esto incrementa las posibilidades de que funcionarios corruptos cierren filas por temor a ser perseguidos si alguna vez pierden el poder.
"Esto es exactamente el error. La oposición necesita convencer a la élite gobernante de que hay vida después de Maduro; de que si permiten una transición, no van a terminar en la cárcel o en el exilio. Si la élite del régimen sigue unida, no hay nada en un movimiento de protesta que los obligue a marcharse", explicó a la agencia AP Steven Levitsky, profesor de la Harvard University especializado en Latinoamérica..
Maduro ha criticado la futura construcción del muro en la frontera con México, pero no fue agresivo con Trump como sí lo ha sido con sus homólogos de Argentina o del Perú y con el secretario general de la ONU. Incluso el domingo, medio en broma, medio en serio, se atrevió a decir que el presidente estadounidense podría venderle alimentos a Venezuela.