Ni el convulso Afganistán ni la lejana Siria. Tampoco el conflictivo Iraq. El país más mortífero para la prensa se encuentra en América. Según Reporteros sin Fronteras (RSF), México ha sido, durante los últimos tres años, el terreno más letal para esta profesión. Y este año ha empezado especialmente trágico para los periodistas.
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El 11 de febrero, el asesinato de Heber López Vázquez en Oaxaca fue el quinto de este tipo desde que se inició el 2022. La situación ha sido calificada de “un baño de sangre” por la representante de RSF en ese país. Particularmente alarmante en una nación donde desde el 2000 han matado a 150 periodistas, según la organización Artículo 19.
Vidas, no cifras
Antes de ser catedrático de periodismo en la Universidad Iberoamericana de Tijuana y presidir el Colegio de Comunicólogos de Baja California, Israel Ibarra trabajó 15 años como periodista.
En ese tiempo conoció de cerca a Margarito Martínez y a Lourdes Maldonado, dos de las víctimas de este año.
“Si bien yo no estaba asignado a la fuente policíaca de forma permanente, la cantidad de muertos que hay en Tijuana te obliga a que casi todos tengamos que cubrir esa agenda. El año pasado tuvimos casi dos mil muertos. Ahí me topaba con Margarito, le decíamos ‘4-4′ porque era el código policial para despedirse por radio. Con Lourdes, o ‘Luvi’, la relación era más cercana porque compartíamos la cobertura política”, recuerda en conversación con El Comercio.
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Martínez fue abatido a tiros frente a su casa el 17 de enero al mediodía. Cinco días después, Maldonado fue asesinada en el interior de su vehículo, frente a su casa. El caso de ' Luvi’ fue particularmente dramático, pues hace tres años, durante una conferencia de prensa, le dijo al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO): “Temo por mi vida”. La causa eran las amenazas que recibía en medio de un juicio que mantenía con la televisora en la que había trabajado, propiedad del exgobernador de Baja California Jaime Bonilla.
Democracia en riesgo
La pregunta llega sola: ¿por qué es tan fácil deshacerse de un periodista en México?
Para Ibarra, hay tres factores fundamentales. “Están atrapados entre la guerra que viven los diferentes grupos del crimen organizado, una persecución del Estado, particularmente del presidente contra quienes no escriben a su favor; y empresas que no los respaldan, soportan bajos sueldos, trabajan sin seguros de vida y sin condiciones básicas”, explica.
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Todo esto agravado, además, por una alarmante tasa de impunidad. Según datos de la propia Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión, entre el 95% y 99% de autores intelectuales de asesinatos de periodistas han quedado impunes.
“El que mata a un periodista sabe que al final no le pasará nada”, dice Ibarra.
En ese contexto, resulta alarmante que el presidente López Obrador no haya dudado en arremeter públicamente contra la prensa que le resulta incómoda. Su último objetivo fue el periodista Carlos Loret de Mola (exconductor en noticieros de Televisa), quien reveló la lujosa propiedad que uno de sus hijos posee en Houston, Texas. La respuesta de AMLO fue exponer el supuesto sueldo del periodista y amenazar con investigarlo utilizando herramientas estatales.
Esto favorece la creación de un “ambiente idóneo para ir en contra de los periodistas”, advierte Ibarra. “Si señalas que son los enemigos del gobierno porque no me permiten llevar a cabo tu plan, estás creando un contexto que permite esta situación. Pero no podemos olvidar el hecho de que vivimos en medio de una guerra del crimen organizado. El último periodista fue asesinado en Michoacán donde se vive una verdadera guerra. En Tijuana, todos los días llegan desplazados internos desde allá, queriendo pedir asilo de Estados Unidos. Al Estado le está costando enormemente recuperar kilómetros del país que están en manos de estos grupos criminales”, explica.
La prensa le respondió a AMLO dándole la espalda al presidente durante una de sus mañaneras, exigiendo libertad de prensa ante la Cámara de Diputados y con dos marchas nacionales.
“Las chicas y los chicos ya no quieren ser periodistas. Esto es grave porque desde la teoría liberal el periodismo tiene la función de ser un vigilante que busca mantener el sistema democrático. Si bien es lamentable el asesinato del periodista como persona, lo que realmente estamos presenciando es el asesinato de la democracia en México”, sentencia Ibarra.
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