El embajador nicaragüense ante la OEA, Arturo McFields Yescas, posa junto al secretario general, Luis Almagro, en la sede del organismo regional ubicada en Washington D.C., Estados Unidos, el 5 de noviembre del 2021. (Foto: Juan Manuel Herrera / OEA vía EFE)
El embajador nicaragüense ante la OEA, Arturo McFields Yescas, posa junto al secretario general, Luis Almagro, en la sede del organismo regional ubicada en Washington D.C., Estados Unidos, el 5 de noviembre del 2021. (Foto: Juan Manuel Herrera / OEA vía EFE)
Renzo Giner Vásquez

Este miércoles 23, durante una sesión virtual del Consejo Permanente de la , el mismísimo embajador nicaragüense Arturo McFields Yescas ante dicho foro regional hizo historia al denunciar la “dictadura” impuesta por en su país.

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Tomo la palabra en nombre de los miles de servidores públicos, de todos los niveles, civiles y militares, de aquellos que son obligados por el régimen de Nicaragua a fingir y llenar plazas y repetir consignas, porque si no lo hacen pierden su empleo”, dijo el representante diplomático ante el organismo regional.

Seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible. Tengo que hablar aunque tenga miedo y aunque el futuro mío y de mi familia sean inciertos. Tengo que hablar porque, si no lo hago, las piedras hablarán por mí”, agregó.

La denuncia de McFields Yescas llega después de que, según aseguró durante su intervención, intentara conseguir la libertad de al menos 20 presos políticos cuya salud estaba en riesgo. El pedido del embajador se produjo durante una reunión hace pocos meses con otros funcionarios de la Cancillería, quienes no solo ignoraron su pedido sino que advirtieron que ni siquiera debería ser incluido en el registro oficial de la reunión porque “sabes lo que puede pasar”.

McFields Yescas aseguró que en su país hay actualmente “más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida desde el año 2018″, en referencia a las víctimas de la represión del régimen de Ortega contra los opositores que encabezaron las históricas marchas en su contra entre abril y junio de ese año.

La cifra brindada por el embajador es similar a las denunciadas por diversas organizaciones civiles que monitorean al régimen de Ortega.

SIN PRECEDENTES

El Comercio conversó con el exdirector de la División de las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, sobre las declaraciones del embajador McFields Yescas.

El abogado y defensor de los derechos humanos reconoció la valentía detrás de la denuncia, advirtiendo sobre las “consecuencias irreparables” que podría sufrir el embajador a manos de un régimen como el de Ortega “que gobierna a sangre y fuego” y “se encarga de sentar precedentes para que nadie más haga algo parecido”.

- ¿Cómo calificaría las declaraciones del embajador nicaragüense ante la OEA?

Lo que ha ocurrido, que yo sepa, no tiene precedentes en la historia de la OEA. No he conocido una situación similar, donde un jefe de misión públicamente denuncia y admite hechos atroces cometidos por su gobierno. Esas cosas han pasado en otras partes del mundo pero no que yo recuerde en América Latina. Es de una extraordinaria importancia que un representante diplomático de ese nivel denuncie a la dictadura de su país como lo que es: un régimen responsable por hechos atroces. Y dice con todas sus letras que no puede continuar representándolo, a pesar de que tiene miedo de las consecuencias de su acción. Recuerda que las dictaduras de este tipo no solo castigan directamente y difaman públicamente a quienes dan un paso de este tipo, sino también van contra sus familias. No tienen el más mínimo inconveniente. La de Ortega es una mafia. Cuando el embajador dice que tiene miedo por él y su familia, no solo alude a su familia inmediata.

(Nota del autor: Esta entrevista fue realizada poco antes de que la Cancillería Nicaragüense desconociera al embajador McFields y nombrara en su lugar a Francisco Campbell Hooker, actual embajador ante Estados Unidos.)

- ¿Qué efecto podría tener en Nicaragua?

Creo que es un gesto muy valiente y para cualquiera que hasta ahora tenía dudas respecto a la naturaleza de ese régimen abusivo, la confesión del propio embajador debe despejar cualquier duda. Espero que esto desencadene reacciones similares en autoridades no solo diplomáticas sino funcionarios de alto nivel del régimen. Que sigan este ejemplo, que es muy importante.

- ¿Qué cambios se podría esperar ahora en la representación de Nicaragua ante la OEA?

Indudablemente un régimen como este lo destituirá de inmediato y le organizará una campaña de desprestigio. Es típico de estos regímenes. Van a nombrar a alguien en su lugar. Pero espero que esto sirva para que otros gobiernos que no han tomado una posición clara la asuman.

- ¿Qué factor habría causado este sorpresivo cambio de postura por parte del embajador?

No lo sé. Él mismo cuenta en sus declaraciones que, aparentemente, el esfuerzo que hizo por liberar a los enfermos y adultos mayores fue rechazado tajantemente. Él sabe las condiciones de vida al interior de ese centro de torturas llamado El Chipote. Probablemente es resultado de un examen de conciencia.

- ¿Cuál debería ser la respuesta regional, tanto de la OEA como de los gobiernos latinos, tras estas declaraciones?

Hay gobiernos que hasta ahora han actuado con gran tibieza. Estoy pensando, por ejemplo, en México. Pero también en gobiernos del Caribe, cuyos votos se requieren para aplicar la Carta Democrática a Nicaragua. Espero que esta dramática decisión tomada por el embajador sirva para despertar a aquellos gobiernos renuentes a aplicar la Carta Democrática.

EXTRAORDINARIO CORAJE

La representación permanente del Perú ante la OEA reaccionó casi de inmediato a través de su cuenta oficial en Twitter luego de conocerse las declaraciones del embajador McFields Yescas.

El Comercio conversó con Harold Forsyth, representante permanente del Perú ante la OEA, sobre el histórico mensaje.

- ¿Cómo calificaría la declaración del embajador McFields Yescas?

Evidentemente es un gesto de coraje. Es un hombre que ha decidido actuar de acuerdo a sus propios principios y obrar en consecuencia frente al Consejo Permanente de la OEA. Causó una sorpresa muy grande en la organización. Aunque debo reconocer que en lo personal tenía la sospecha de que eso podía pasar en un momento dado, pero no pensé que iba a ser algo tan repentino.

- ¿Qué le hizo sospechar que el embajador podría declarar algo así?

Básicamente la experiencia personal y el trato de varios meses. No puedo dar una información específica. Con los años uno va desarrollando cierta aptitud para comprender determinados hechos. En todo caso, no era algo que pudiera hablarse ni mucho menos confirmarse.

- Perú fue uno de los países que respaldó la declaración del 18 de febrero donde la OEA exige la liberación de presos políticos en Nicaragua. ¿Las declaraciones de hoy obligan a que el Perú ejerza mayor presión sobre el régimen de Daniel Ortega?

Nosotros nos vamos a sumar al consenso mayoritario. La política exterior del Perú con este Gobierno, y sobre la base de nuestra tradición histórica, apunta a fortalecer regímenes democráticos, producto del voto popular en elecciones abiertas y limpias. Al constatarse el hecho de que eso no ha pasado en Nicaragua y de que hay gruesas violaciones a los derechos humanos, el Perú no puede sustraerse. Seguiremos en la misma posición.

- ¿Qué otras acciones podemos esperar del Gobierno del Perú frente a Nicaragua?

Afianzar la importancia del respeto a los derechos humanos, al régimen democrático y a la separación de poderes dentro de la OEA. Y también en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Como le digo, para el Perú es simplemente obrar sobre la base de nuestra tradición histórica.

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