Consiguen menos de veinte litros, que según un vecino no es suficiente ni para un día, y cada vez es más difícil porque las estaciones de bombeo de agua no tienen gasolina para funcionar y al municipio solo llegan carrotanques cada 17 días. (Foto: Captura de video / EFE)
Consiguen menos de veinte litros, que según un vecino no es suficiente ni para un día, y cada vez es más difícil porque las estaciones de bombeo de agua no tienen gasolina para funcionar y al municipio solo llegan carrotanques cada 17 días. (Foto: Captura de video / EFE)

La falta de combustible en la, por el veto israelí a la entrada de camiones desde principios de marzo, empieza a hacer mella entre los , que se ven obligados a recorrer largas distancias a pie para obtener entre 12 y 16 litros de agua para poder sobrevivir mientras las bombas siguen cayendo.

“El sufrimiento es indescriptible”, dice a EFE Munyid al Masri, un joven del barrio de Al Manara, en Jan Yunis, mientras familias enteras, sobre todo grupos de niños y adolescentes, llegan con botellones vacíos y garrafas a uno de los tanques que funcionan en esta ciudad del sur de la Franja de Gaza.

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Francisco Sanz

Desde que Israel cerró los cruces fronterizos el pasado 2 de marzo, dos días después del final de la primera fase del alto el fuego, la entrada de combustible ha estado restringida, lo que ha afectado a las bombas de agua y las plantas desalinizadoras del enclave.

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Alerta por falta de agua

“Ahora somos nosotros quienes arrastramos el carro. No hay animales, ni gasolina, ni combustible para hacer funcionar un coche (…) o cualquier otro medio de transporte. Somos nosotros quienes arrastramos el carro con nuestras propias manos. Para obtener una cantidad de agua suficiente para dos días ahora necesitamos reunir a diez personas”, dice Al Masri.

Cada día, decenas de niños caminan largas distancias por las calles polvorientas entre los escombros dejados por los bombardeos para ir a los tanques que aún funcionan cargados con botellas o improvisando carros con cajas o incluso carritos de bebés para facilitar el trabajo.

Si una persona mayor quiere ir a buscar agua, como nosotros los jóvenes, tiene que recorrer una distancia que no puede soportar”, añade este vecino.

Consiguen menos de veinte litros, que según este vecino no es suficiente ni para un día, y cada vez es más difícil porque las estaciones de bombeo de agua no tienen gasolina para funcionar y al municipio solo llegan carrotanques cada 17 días: “El agua es casi inexistente”, lamenta Abdul Hamid al Fadel, otro de los vecinos, y asegura que es “una de las armas que (Israel) utiliza contra nosotros: el hambre y la sed”.

Incluso en la capital, la ciudad de Gaza, también se vive la escasez. Este sábado, el ayuntamiento alertó de que la tubería “Mekorot”, que suministra agua al 70 % de la población, dejó de bombear.

La tubería “recorre la parte oriental del barrio de Shujaiya y dejó de bombear el jueves por la noche”, explicaron las autoridades municipales. Israel anunció el viernes que había extendido sus operaciones a este barrio de la capital gazatí a fin de expandir la “zona de seguridad” que separa la Franja de Israel.

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Sin comida ni medicinas

El cierre de los pasos fronterizos ha provocado también que al enclave palestino no entre comida desde hace un mes, por lo que los precios de los alimentos se han disparado, especialmente los de la harina, y que muchas familias hayan reducido su alimentación a una comida al día.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) informó el viernes de que la semana pasada distribuyó los últimos paquetes de comida que les quedaban en los almacenes de la Franja y que por ello está cerrando gradualmente sus programas de asistencia debido al bloqueo, y también ha cerrado ya todas sus panaderías debido a la falta de harina.

El actual cierre al paso de suministros a Gaza ha superado ya en tiempo al del inicio de la guerra que duró del 7 al 21 de octubre. Y también está afectando a la atención médica.

El Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás en Gaza alertó ayer de que 602.000 niños en la Franja están en riesgo de sufrir parálisis o discapacidades crónicas por enfermedades para las que faltan vacunas en el enclave, a causa del bloqueo israelí al acceso de ayuda desde hace más de un mes.

Las condiciones de vida a las que la ofensiva israelí ha relegado a la población gazatí, hacinados en tiendas de campaña, conviviendo junto a basura y escombros o al agua contaminada, han contribuido al contagio de enfermedades o la aparición de enfermedades cutáneas.

Y todo ello, bajo los constantes bombardeos.

SOBRE EL AUTOR

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