Miedo, hambre, y huida: los refugiados llegan por miles cada da al campo de Hamam al Alil, atormentados por el infierno de Mosul, los combates y el terror sembrado por los yihadistas del grupo Estado Islmico (EI).

A la entrada del campo, el ms cercano de Mosul, situado a unos treinta kilmetros de la segunda ciudad de Iraq, llegan a bordo de autobuses y camiones, entre el alivio y el cansancio.

Me siento en seguridad aqu, confiesa Shams Hasan, una mujer de unos 40 aos, cuyo rostro cansado le hace aparentar diez ms.

Hasan lleg el viernes con 16 miembros de su familia, y encontraron a otros allegados que les acogieron bajo sus tiendas. Cre que nunca saldra viva de la ciudad, suspira, con un rosario entre los dedos.

Originaria del barrio de Al Faruk, en la ciudad vieja de Mosul, ella y su familia fueron desplazados de barrio en barrio por los combatientes del EI ante el avance de las fuerzas iraques.

Queran que estuviramos siempre delante de ellos para hacer de escudos. Venan y nos decan que cambiramos de casa () Nos encontrbamos constantemente entre los bombardeos y los coches bomba. Nos bombardearon con morteros, la metralla me hiri, la casa se vino abajo, cuenta.

Ella y su familia no tenan ms opcin que obedecer, con el miedo aferrado al estmago. Los que intentaban huir eran ejecutados en la calle, y sus cuerpos colgados en postes, explica, con los labios trmulos.

Junto a ella, su madre asiente con la cabeza, mirando al vaco. Desh (acrnimo rabe del EI) nos quitaba nuestra comida, llegaban con sus armas y tomaban tambin nuestra ropa, relata.

En medio de las ruinas y los combates sobrevivir es un reto permanente. La botella de aceite costaba 50.000 dinares (40 euros), la conserva de tomates tambin. La harina cuesta 5.000 dinares el kilo (4 euros), la comimos y nos pusimos todos enfermos, explica Shams Hasan.

Los nios no se duchan desde hace dos meses, tienen piojos, aade.

Finalmente, huyeron gracias al ejrcito iraqu, a travs de agujeros que los beligerantes perforan en los tabiques de las casas para evitar moverse al descubierto por las calles.

Caminamos sobre cristales rotos, trozos de cemento, no tenamos zapatos. Mi hijo me llev a la espalda porque no puedo andar.

- Comimos hierba -

Ahmed Yunes Daud, de 72 aos, se escap por las canalizaciones de agua. Desde hace cinco das, sala por la noche para observar, para ver cmo estaban las calles, cuenta.

Junto a un grupo compuesto de muchas mujeres, este hombre grande y enflaquecido pas de 95 kg a 70 dio el gran paso la noche del sbado al domingo, bajo el fuego de los francotiradores.

Pero la gente que llega aqu no tiene tiendas, ni cama, ni agua, ni comida, explica.

Un hombre grita desesperado. Huimos de la muerte y nos encontramos frente a la muerte aqu! Llevadnos a casa! La muerte all es mejor que quedarse aqu! Comamos la misma hierba que las vacas pero al menos estbamos en nuestras casas!, lanza con una potente voz, provocando una aglomeracin.

La afluencia constante de refugiados aument en estos ltimos das, con el avance de las fuerzas iraques en el noroeste de la ciudad. El jueves se registraron entre 17.500 y 20.000 llegadas, segn las estimaciones de responsables iraques y de asociaciones humanitarias, frente a los 2.000 y 3.000 habituales.

Hamam al Alil alberga actualmente a 53.000 personas, y otros 15.000 desplazados se encuentran en la ciudad vecina, segn el supervisor del campo, Jalaf al Jaburi, que reconoce una afluencia reciente fuerte e inesperada.

Bajo un sol abrasador, los autobuses y los camiones desfilan en la zona de trnsito, descargando un torrente casi ininterrumpido de refugiados, con sus delgadas maletas en brazos.

Lyas, de diez aos, desciende de un autobs. Este pequeo solo trae consigo una cosa: una jaula con tres palomas, que protege cuidadosamente bajo una sbana. Son mis palomas, las amo, afirma.

Fuente: AFP

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