La Cúpula de la Roca, monumento islámico situado en Jerusalén, en el centro del Monte del Templo. (Reuters).
La Cúpula de la Roca, monumento islámico situado en Jerusalén, en el centro del Monte del Templo. (Reuters).
Redacción EC

Jerusalén. Israelíes y palestinos conmemoran el 50 aniversario de la Guerra de los Seis Días, un conflicto que cambió la faz del Medio Oriente y dejó una estela de cinco décadas de violencia, de planes de paz abortados y de decepción.

La esperanza de que israelíes y palestinos se pongan de acuerdo sobre la coexistencia de dos Estados parece alejarse un poco más cada día y el deseo expresado por el presidente estadounidense Donald Trump de mediar para un acuerdo diplomático suscita cuando menos escepticismo.

Las dos partes discrepan sobre el fondo de una guerra que ha reforzado a y supuesto el comienzo de 50 años de ocupación y de colonización de los territorios palestinos.

La victoria abrumadora de Israel sobre los países árabes vecinos entre el 5 y el 10 de junio de 1967 ensanchó la delimitación del pequeño Estado creado después de la Segunda Guerra Mundial.

Para los israelíes, la proeza militar completa la aspiración judía de una vuelta a Jerusalén, algo que esperaban desde hacía casi 2.000 años. Los palestinos denuncian el robo de sus tierras y aseguran que los israelíes se afanan por dominar todo el territorio entre el Jordán y el Mediterráneo.

--"Nos quedamos"--

Muchos israelíes, incluidos ministros del gobierno de Benjamin Netanyahu, rechazan abiertamente la creación de un Estado palestino, solución de referencia de la comunidad internacional.

Algunos afirman que los palestinos que quieran vivir en un Estado judío pueden hacerlo, pero los demás deben irse.

"Vale la pena intentarlo, concediéndoles quizá una compensación", opina Michael Lafair, un abogado israelí de 43 años que visitó recientemente Jerusalén con sus hijos para las celebraciones conmemorativas de la victoria de 1967.

A unos pasos del casco antiguo de Jerusalén, arrebatado por el ejército israelí a los jordanos en 1967, el palestino Mohamed Castiro rechaza categóricamente esa idea. "Nos quedamos, es nuestra tierra y no tenemos ninguna intención de irnos", recalca este hombre de 51 años en la pequeña cafetería propiedad de su familia desde 1965.

El conflicto está presente continuamente: en las querellas sobre los lugares santos de Jerusalén, en el muro de separación israelí que bordea la Cisjordania ocupada y en el bloqueo de la franja de Gaza.

Gaza sufrió tres guerras desde el 2008. Dos revueltas populares palestinas (Intifadas) agrandaron el foso. Hubo momentos de esperanza, como tras los acuerdos de Oslo y el apretón de manos histórico con Yasser Arafat, pero quedaron bajo tierra cuando el primer ministro israelí Yitzhak Rabin murió asesinado a manos de un extremista judío.

--"Punto de no retorno"--

Paralelamente, Israel se ha impuesto como la principal potencia militar de la región y se ha autoproclamado la "nation startup" por su dinamismo en el ámbito de la alta tecnología.

Ante la colonización, que cercena aún más el territorio palestino, y la división entre la Autoridad Palestina y el movimiento islamista palestino Hamas cabe preguntarse por la viabilidad de la solución de dos Estados.

"No sabemos si está muerta pero cada año que pasa es más difícil llevarla a cabo", declara Dan Shapiro, ex embajador de Estados Unidos en Israel. "Existe quizá un punto de no retorno, y la particularidad de estos puntos es que, a veces, uno se da cuenta bastante después de haberlos traspasado".

La guerra de 1967 fue un triunfo de Israel sobre Egipto, Jordania y Siria. Israel se apoderó de Jerusalén Este y de los Altos del Golán --que anexionó--, de Cisjordania, todavía ocupada por el ejército, de la franja de Gaza, de donde se retiró en el 2005 pero que es sometida a bloqueo, y de la península del Sinaí, que devolvió a Egipto.

--"Un capítulo doloroso"--

En estos 50 años, Israel firmó acuerdos de paz con Egipto y Jordania, pero las relaciones con los palestinos de Jerusalén Este, de Cisjordania y de Gaza quedaron maltrechas.

El gobierno de Netanyahu está considerado como el más a la derecha de la historia de Israel y la influencia de los pacifistas va a menos.

Entre los palestinos, el presidente Mahmud Abbas, de 82 años, es impopular. Hamas intenta suavizar su imagen pero se mantiene firme en su rechazo a reconocer a Israel. Las últimas negociaciones israelo-palestinas fracasaron en el 2014.

Un reciente sondeo israelí indica que 78% de los israelíes no vislumbra posibilidad alguna de acuerdo de paz en un futuro previsible. Otra investigación, del lado palestino, muestra que para el 60% de los interrogados la solución de los dos Estados no es viable.

Aliza Lavie, diputada israelí centrista, respalda la idea de los dos Estados pero estima que el país debe ser realista. "Deberíamos volver a la mesa de negociaciones y hallar una solución", dice, "pero debemos hacerlo sin perder de vista la necesidad de protegernos".

Hanan Ashraui, miembro de la Organización de Liberación de Palestina (OLP) era estudiante en Beirut en 1967 y no regresó a su Cisjordania natal hasta seis años después. Se refiere a 1967 como el "capítulo más doloroso" de su vida.

"No es algo abstracto o que se remonte a hace 3.000 años", dice, "no solo crean un Estado en tu propia tierra sino que ahora ves cómo se extiende y además te mantiene en cautiverio y te priva de tus derechos más elementales".

Fuente: AFP
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