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Agencia AFP

Mujeres policías recorren en moto las calles de Jaipur, una ciudad turística del noroeste de , con walkies-talkies, cámaras y palos, para imponer la ley en un país en el que se registran 40.000 violaciones al año.

Conocida por sus palacios y sus fuertes, la capital del estado indio del Rajastán creó en mayo una unidad especial compuesta únicamente por mujeres.

Desde entonces, sus casi cincuenta integrantes patrullan cerca de las paradas de autobús, los parques y las universidades, los lugares donde los riesgos de violación son más elevados.

En India, donde las autoridades suelen tomarse a la ligera el acoso y las agresiones sexuales, esas policías quieren imponer el orden.

"El mensaje que queremos enviar es que no tenemos ninguna tolerancia hacia los crímenes contra las mujeres", explica Kamal Shekhawat, la responsable de esa unidad.

El país presenta un balance lamentable respecto a la violencia sexual, y los expertos creen que las estadísticas oficiales sobre violaciones sólo son la parte visible del iceberg y que la mayoría de los casos jamás se denuncian.

La policía nacional es ampliamente masculina, con apenas un 7% de mujeres en sus filas.

Para los militantes que intentan luchar contra la violencia sexual, eso disuade a las víctimas de denunciar las agresiones porque se sentirán juzgadas por su apariencia, su comportamiento y, en ocasiones, se les acusara de haber provocado la violación.

La vergüenza vinculada a las agresiones sexuales en una sociedad profundamente patriarcal, así como el temor a las represalias, también contribuyen a que las mujeres no denuncien a los autores de esos delitos.

Las policías de Jaipur esperan que el carácter exclusivamente femenino de su unidad permita que algunas víctimas rompan su silencio. "Las mujeres en la policía son más empáticas. Las víctimas se sienten con más confianza y pueden expresarse con mayor libertad ante ellas", explica Shekhawat.

- Kárate -
En un parque de Jaipur, la agente Saroj Chodhuary baja de su scooter y aborda a un grupo de mujeres vestidas con sari para presentarse.

"Pueden llamarnos o incluso enviarnos un mensaje por Whatsapp y llegaremos enseguida", les dice. "No se revelará su identidad, así que pueden sentirse libres de presentar una denuncia. Si alguien les acosa por teléfono o les molesta, infórmenos", añade.

Su presencia parece impresionar al pequeño grupo, en el que varias mujeres empiezan a compartir sus propias experiencias en materia de acoso.

Radha Jhabua, una madre de 24 años, asegura que quiso denunciar a un vecino que la seguía, pero que su marido la disuadió de hacerlo porque temía que eso le diera mala reputación a su familia. "Me pidió que me callara y esperara a que cambiara de comportamiento", cuenta.

Para cumplir con su misión, todas las policías de la unidad siguieron tres meses de formación en artes marciales. "Nos enseñaron a conducir un scooter y a haber movimiento de kárate y de autodefensa porque, a veces, algunos alborotadores pueden amenazarnos físicamente. Nuestra propia seguridad es primordial", dice Saroj Chodhuary.

El problema de la violencia sexual en el país de 1.250 millones de habitantes llamó la atención mundial a raíz de una violación en grupo contra una estudiante de 23 años en 2012 en Nueva Delhi.

Desde aquel caso, India reforzó su legislación contra las agresiones sexuales y aceleró los procesos judiciales para ese tipo de delitos. Las autoridades también decidieron contratar a más mujeres en la policía, con el objetivo de que constituyan un tercio de los efectivos.

Unidades especiales como la de Jaipur "son una muy buena decisión", opina Ram Lal Gujar, un habitante de esa ciudad. "Cuando un hombre es arrestado por esas mujeres, los demás se asustan. Van a tener que cambiar su comportamiento", asegura.

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