¿Bicentenario sin desnutrición?, por Alfonso Miranda
¿Bicentenario sin desnutrición?, por Alfonso Miranda
Alfonso Miranda

Entre los años 2000 y 2015 se pescaron más de 94 millones de toneladas de anchoveta en nuestro país (5.875 millones de toneladas anuales en promedio). Haciendo un ejercicio teórico, estos desembarques podrían satisfacer permanentemente la demanda de proteína de 164 millones de habitantes, que equivalen a 5 veces la población del Perú. 

Paradójicamente, no se permite acceso a la anchoveta a quienes quieren procesarla para consumo humano. A pesar de que los procesos productivos son totalmente distintos y pueden coexistir armoniosamente, se aplican las mismas normas a quienes hacen harina de pescado y a los que intentan hacer anchoveta en conservas, congelado y curado. Asimismo, el Estado derogó la norma que obligaba a las instituciones del sector público a destinar no menos del 8% de sus compras de alimentos en productos a base de anchoveta y pota; se incrementó la ilegalidad de plantas que compiten deslealmente con los formales y no se ha puesto freno a la flota asiática, que pesca más de 250 mil toneladas de pota anuales invadiendo nuestro dominio marítimo. Cabe mencionar que la pesca de anchoveta para consumo humano ha bajado de 125 mil toneladas en el 2011 a 44 mil toneladas en el 2015. 

El Primer Simposio Internacional de Pesca para Consumo Humano, promovido por la SNI y llevado a cabo el 24 de setiembre pasado, lanzó una propuesta al gobierno actual y al que lo suceda: que el bicentenario de nuestra independencia (2021) encuentre al Perú con una tasa de  0% de desnutrición y anemia infantil, que actualmente se encuentran en niveles de 14,2% y 43%, respectivamente. Estas ambiciosas metas serán posibles si utilizamos nuestros recursos hidrobiológicos más abundantes, la anchoveta y la pota, como base para combatirlos. Para ello, las políticas públicas deberán permitir que la pesca para consumo humano cuente con las herramientas necesarias, lo que hoy no ocurre, a pesar de la actitud dialogante de la actual administración sectorial. 

Se señaló que para llegar a las metas hará falta el liderazgo del propio presidente de la República, quien deberá articular a los diferentes sectores del Estado para resolver los problemas estructurales de salud, saneamiento, hábitos alimenticios, etc., y  motivar, con actitud promotora, a los empresarios y pescadores hacia la imprescindible apuesta por la niñez y el futuro de nuestro más valioso capital: los habitantes del Perú.

Si no se hacen los esfuerzos para cambiar esta dramática realidad, seguiremos condenando a millones de peruanos a vivir con irreversibles problemas de crecimiento, capacidad de trabajo, productividad individual y social. Nunca superarán las grandes dificultades para el aprendizaje y el desarrollo intelectual, con lo que estarán condenados a padecer para siempre los efectos de la desigualdad. La solución está en nuestro mar. El reto está planteado. La respuesta debería darse hoy. La historia le dará a cada uno el lugar que le corresponda en la tarea de lograr nuestra soberanía alimentaria y erradicar la desnutrición y la anemia.

Recordando la frase del sabio Antonio Raimondi podríamos decir que “el Perú es un niño desnutrido y anémico nadando en un mar de proteínas”. En los próximos cinco años deberá dejar de serlo.