(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Bjorn Lomborg

Un número creciente de países y autoridades están prohibiendo los plásticos de un solo uso. Esto es loable: ya que los plásticos obstruyen los desagües causando inundaciones, contaminan la naturaleza y matan animales y aves.

Pero el plástico también contribuye a mejorar nuestras vidas de muchas formas. En solo cuatro décadas, los envases de plástico se han vuelto omnipresentes porque conservan todo, desde cereales hasta zumo, reduciendo así las pérdidas de los transportistas. Los plásticos no reutilizables han hecho más seguras las jeringas, los frascos de pastillas y los equipos de diagnóstico en el sector sanitario.

Eliminar el plástico desechable nos dejaría en una situación peor, por lo que debemos abordar los problemas sin renunciar a los beneficios. Lo más sencillo para los consumidores es asegurarse de que el plástico se recoge y se reutiliza, por lo que una bolsa de supermercado, por ejemplo, tiene una segunda vida como bolsa de basura.

Pero debemos ser honestos acerca de cuánto pueden contribuir los consumidores. Al igual que con otras cuestiones ambientales, en lugar de abordar la problemática general para reducir realmente la carga plástica que llega a los océanos, nos centramos en cambios pequeños; es decir, nos quedamos en los márgenes del problema. Debe prestarse especial atención a la lucha contra la escasa gestión de residuos y las políticas ambientales deficientes en las regiones en desarrollo.

Un estudio del 2015 mostró que la mitad de los residuos plásticos terrestres que llegan al océano . Aunque China ya las bolsas plásticas finas y aplicó un impuesto a las más gruesas, se estima que contribuye con más del 27% de toda la contaminación plástica marina.

Además, prohibir las bolsas de plástico puede tener resultados inesperados. Un estudio muestra que la prohibición de California elimina casi 20 mil toneladas de plástico anualmente. Sin embargo, muchas bolsas prohibidas se habrían reutilizado para la basura, por lo que al no poder hacerlo, . También aumentó el consumo de bolsas de papel el doble de la cantidad de plástico ahorrado: casi 40 mil toneladas. Esto producirá mayores emisiones de CO₂.

Un estudio realizado en el 2018 en Dinamarca descubrió que una bolsa de compras de algodón orgánico debe reutilizarse 20.000 veces antes de igualar el daño ambiental de una bolsa de plástico. Incluso una simple bolsa de papel requiere 43 reutilizaciones para ser mejor para el medio ambiente. El estudio muestra claramente que una bolsa de plástico simple, reutilizada como bolsa de basura, tiene el menor impacto ambiental de cualquiera de las opciones.

Si queremos reducir el impacto de las bolsas de plástico y al mismo tiempo permitir su uso eficiente, aplicar un impuesto parece ser una buena idea. Por ejemplo, un impuesto introducido en Irlanda en el 2002 redujo el uso de bolsas de plástico de 328 por persona al año a solo 21.

Y si realmente queremos contribuir significativamente en la reducción de los plásticos que llenan los océanos, deberíamos centrarnos en una mejor gestión de los desechos en el mundo en desarrollo.

También debemos reconocer que los plásticos que flotan en los océanos en la actualidad, alrededor de 190.000 toneladas, provienen de la pesca, la mayoría residuos de boyas y sedales.

Si nuestro objetivo es lograr unos océanos más limpios, deberíamos no solo pensar en las medidas que podemos tomar como consumidores para reducir el uso innecesario de bolsas de plástico, sino también, y de forma seria, concentrarnos en los cambios donde realmente se necesita.

–Glosado y editado–