"La noche del último domingo vivimos un ejemplo de ello en el Perú, cuando el presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, y la ministra de Economía y Finanzas, María Antonieta Alva, se sucedieron en un tour de entrevistas televisivas para anunciar un paquete crucial de medidas económicas".
"La noche del último domingo vivimos un ejemplo de ello en el Perú, cuando el presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, y la ministra de Economía y Finanzas, María Antonieta Alva, se sucedieron en un tour de entrevistas televisivas para anunciar un paquete crucial de medidas económicas".
Gonzalo Carranza

A veces, tres palabras bien dichas pueden salvar una economía. El 26 de julio del 2012, el entonces presidente del , Mario Draghi, se paró frente a un grupo de ejecutivos, inversionistas y políticos reunidos en Londres, y dio un discurso en plena resaca de la Gran Recesión. “Dentro de nuestro mandato, el BCE está preparado para hacer lo que sea necesario para preservar el euro”, dijo Draghi con tranquilidad tecnocrática, en un inglés marcado por su acento italiano. Hizo unos segundos de pausa para rematar diciendo: “Y créanme, será suficiente”.

“Whatever it takes”, en inglés, fueron las tres palabras que resucitaron los espíritus animales de la economía europea. La literatura económica sobre la relación entre la comunicación que realizan las autoridades económicas y las expectativas de empresas, inversionistas y consumidores es amplia y robusta, pero pocas veces en la historia el ejemplo más evidente se puede encontrar en un clip de YouTube. El BCE tomó algunas medidas importantes, pero existe consenso de que fueron sobre todo las palabras de Draghi las que sostuvieron al euro en un momento en el que parecía que la economía europea y su proyecto de moneda común encallaban sin remedio.

Hoy, el Perú y el mundo viven una crisis que apunta a ser mucho más grave que aquella que Draghi contuvo con tres palabras. Y, sin embargo, la comunicación de las autoridades económicas sigue siendo fundamental. La noche del último domingo vivimos un ejemplo de ello en el Perú, cuando el presidente del Banco Central de Reserva, y la ministra de Economía y Finanzas, , se sucedieron en un tour de entrevistas televisivas para anunciar un paquete crucial de medidas económicas.

Apareció primero Velarde en “Agenda Política”, el programa de entrevistas que conduce Enrique Castillo a las 7pm en Canal N. Quienes hemos ejercido el periodismo económico durante el mandato de Velarde en el BCR sabemos que dar una entrevista televisiva 1-1 fue un cambio en su costumbre habitual de hablar con la prensa únicamente en eventos o conferencias. En términos estrictamente comunicacionales, no fue la mejor aparición. Velarde se ofuscó de principio a fin ante la insistencia de su entrevistador con preguntas sobre temas de coyuntura, en lugar de permitirle profundizar lo que el economista quería decir.

Sin embargo, a Velarde lo ayudaron tres cosas: su prestigio como banquero central de clase mundial; la deferencia de Cornejo, quien rápidamente le cedió una pregunta abierta para que haga el anuncio deseado; y la potencia de dicho anuncio, una verdadera ‘bazooka’ monetaria en forma de un programa de garantías de créditos por S/ 30 mil millones por parte del BCR para sostener la cadena de pagos.

Llegaron los dominicales de las 8pm y el turno fue de la ministra Alva. Dio dos entrevistas: primero a Sol Carreño de “Cuarto Poder” y, luego, a Mónica Delta de “Punto Final”. En ambas, el manejo comunicacional de Alva fue sobresaliente. Me atrevo a especular que la titular del MEF se preparó al menos en lo fundamental: tener claros sus mensajes básicos, contar con un Q&A para las preguntas difíciles, y tener ensayadas algunas “frases puente” para tomar una pregunta de las periodistas y contestarla volviendo a sus mensajes.

Alva buscó posicionar mensajes como los siguientes: “la estrategia económica está alineada con la estrategia sanitaria”, “un impacto sin precedentes requiere medidas sin precedentes”, “la estrategia tiene dos etapas: contención y reactivación”, “necesitamos un sistema financiero saludable para la reactivación” y “las medidas sobre el sistema financiero deben ser técnicas y no pueden ser masivas”. Son todas frases cortas, de entendimiento fácil y que sirven para titulares, citas textuales y “bites” audiovisuales.

La ministra de Economía también utilizó referencias tangibles, analogías y ejemplos para explicar sus mensajes. En su discurso, “realizar la pérdida” ante un retiro masivo de los fondos de pensiones se convirtió en este ejemplo: “si tenía 5.000 y ahora tengo 2.000, voy a sacar los 2.000 y voy a realmente perder los 3.000”. La cadena de pagos se tradujo en un ejemplo con una pollería, un local de confección y dos mujeres con problemas concretos y tangibles. La dimensión del Bono 380 cobró relieve con una comparación de magnitudes: cuatro veces el programa Juntos o seis veces el programa Pensión 65.

Y, por supuesto, Alva sacó otra bazooka. Apoyándose en la entrevista previa de Velarde (muestra tangible de la coordinación de las autoridades económicas), la ministra pudo lanzar la cifra de que las medidas lanzadas hasta el momento suman 12 puntos del PBI, una de las magnitudes más altas en el mundo. Juntos, Velarde y Alva habían consumado un momento Draghi, transmitiendo la ambición del paquete económico, aun cuando este no comienza a implementarse y falten detalles concretos sobre su diseño y ejecución.

Rescato un último aspecto de las apariciones de María Antonieta Alva, y esta no tiene nada que ver con media trainings o habilidades comunicacionales, sino con la sensibilidad particular que tiene esta ministra. Aunque los anuncios de las medidas buscan calmar a los agentes económicos (empresarios, inversores, consumidores y trabajadores, como diría cualquier libro de texto de economía), Alva se dirige siempre a los ciudadanos. Su lenguaje trasciende el PBI y eso, en una situación que requiere el compromiso y la responsabilidad de todos, también suma.