Claudia Chiroque

A mis lectores, les anticipo que no hay novedad en lo que a continuación escribo, pero sí gravedad. Y de lo grave hay que hacerse cargo.

Revisemos algunos hechos de esta semana. Los ojos han estado puestos en el norte del país, y digo los ojos porque lo de “manos a la obra” quedó solo en unos hilos reactivos y rimbombantes en X (antes Twitter) del Ministerio del Interior luego de que en Trujillo la sede del Ministerio Público. Es más, el ministro de Defensa confirmó que no se han desplegado militares aún porque ya cerró el plazo para presentar el plan de seguridad que debió ser presentado por el mismísimo Ministerio del Interior. Mientras sigue la espera, en la misma ciudad, un jardín de niños fue el blanco de explosivos producto de la extorsión, y sí, todo esto en pleno estado de emergencia. Pero hay más.

Volvamos a Lima. Aquí tenemos lo mismo: delincuentes colocaron en la puerta del penal Castro Castro. Horas después, en Ate, una mujer murió producto de un tiroteo a un colectivo informal y en San Juan de Lurigancho mataron a balazos a un joven en una losa deportiva. Y así continúa la cadena de atentados en Comas, el Rímac y San Juan de Miraflores. Este es el día a día en cualquier punto del país. ¿No es acaso grave sentir que nuestra vida se paraliza por el acecho de la delincuencia? ¿Quién puede emprender, trabajar y vivir en paz cuando la muerte ronda cerca?

Todo esto en la misma semana en la que la presidenta , con total atrevimiento, afirmó en el Foro Mundial Económico de Davos que “el Perú ha recuperado su tranquilidad política, económica y social”.

Y nos resuena más a nosotros, a todos los peruanos que desde aquí vemos y escuchamos frustrados el desparpajo del discurso presidencial, antes que a los asistentes del foro a los que se les pretende vender la idea de aquella campaña publicitaria de antaño: Perú, Nebraska, donde todos éramos felices y soñábamos con que nuestro país se posicionaría como aquel destino único por su potencial. Me pregunto cuántos de los asistentes acabaron con esta farsa haciendo una búsqueda en Google y cuántos, sin hacer ese clic, se deben haber quedado atónitos ante la desfachatez de la señora Boluarte.

No, presidenta, no somos Perú, Nebraska, somos el país en el que su ceguera no tiene escrúpulos, acompañada de un Congreso al que, entre tantas cosas, se le investiga nada menos que por haber albergado en su interior una presunta . Somos el país donde el poder obnubila pero no gobierna.

Somos, presidenta, su discurso desgastado e irrespetuoso para quienes intentamos construir en un país sin garantías, donde se desprecia nuestra vida.

¿Qué sigue? Me lo pregunto a diario en cada enlace del noticiero sobre muertes y ataques delincuenciales y, perdón, estimado lector, pero esta vez no tengo una respuesta…

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Claudia Chiroque es periodista y abogada

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