Encrucijada peligrosa, por Fernando De Szyszlo
Encrucijada peligrosa, por Fernando De Szyszlo
Fernando De Szyszlo

Alcanzar a realizar ese país que en un momento todos hemos soñado. Esa esperanza ha sobrevivido, primero, los años ominosos de la corrupta dictadura de Fujimori y, luego de dos gobiernos democráticos, el frustrante gobierno de Humala, en que todo se detuvo. 

Al  sustituir Humala su programa por la “hoja de ruta”, los más radicales de sus compañeros abandonaron el partido o fueron enviados a embajadas en el exterior. En ese momento deben haber sentido, el presidente y su esposa, que sus cuadros se habían reducido y empobrecido y que debían depender menos de los otros que de ellos mismos. Tuvieron entonces la tentación de alargar su condición de jefes de Estado y se entregaron los siguientes dos años a tratar de que la esposa fuera la siguiente candidata. Para ello eran indispensables dos cosas. La primera: destruir a los posibles futuros rivales, Alan García y el fantasma de Fujimori encarnado en su hija que no tenía otro título para aspirar a la presidencia. La segunda: concentrar en sus manos todo el poder en el partido y para ello hacerla a ella presidenta del Partido Nacionalista.

La campaña contra Alan García fue implacable y contó con la ayuda de la prensa de izquierda preocupada por los avances de la economía peruana que finalmente había logrado producir una luz al final del túnel y había cambiado nuestro habitual pesimismo por un optimismo discreto pero real y sin duda producto de las mejoras en el estándar de vida, el crecimiento de la clase media y la reducción de la pobreza. Este cambio se inicia en cuanto el gobierno temporal, pero ejemplar, de Paniagua convoca elecciones y es elegido Alejandro Toledo. 

Con el 2011 llegaron los grises años de este vacilante e indeciso gobierno, que desperdició la magnífica oportunidad que le dieron sus electores y perdió los dos primeros años en propiciar la candidatura de la señora Nadine sabiendo que la Constitución lo impedía. Cuando finalmente se dieron cuenta de que era imposible, se concentraron en destruir a los rivales y hasta trataron de encontrar un candidato propio. Era tarde, no habían dejado crecer a nadie alrededor suyo.

El primer gobierno de Alan García fue basado en unas teorías económicas totalmente equivocadas, lo que produjo una inflación incontrolable que se trató de combatir mediante una, todavía mas peligrosa, ley de la estatización de la banca. La protesta contra esa ley fue encabezada por Mario Vargas Llosa.

La campaña presidencial de Mario, con su convicción y lucidez, produjo un efecto grave y definitivo en el Perú. La comparación entre los resultados del manejo económico de las sociedades liberales y las economías socialistas demostraba que el libre comercio generaba un bienestar palpable y mostraba que países como Corea del Sur y Singapur en pocos años habían dejado el subdesarrollo y gozaban de una prosperidad encomiable. En cambio, las economías socialistas, tanto en Europa Oriental como en Cuba, para sobrevivir necesitaban de  ayuda financiera y de regímenes policiales.

Después de la campaña de Mario, la manera como se habla de teorías económicas en el Perú cambió totalmente. La pedagogía de Vargas Llosa fue definitiva. Hasta Fujimori, cuando salió elegido, dio disposiciones tomadas del programa de Vargas Llosa, el ‘shock’ con que Fujimori amenazaba a los votantes de Mario, fue el propio Fujimori, sin ningún rubor, quien lo aplicó.

Estamos ahora frente a un proceso electoral complicado. Sin duda que el Congreso, con la lentitud y poco ánimo con que reglamentó las nuevas disposiciones electorales, y el Poder Ejecutivo, que convocó tarde a las elecciones generales, son responsables del malestar y la confusión en que nos encontramos y del hecho que a dos semanas de las elecciones todavía haya candidaturas por resolver.

Esta elección es muy importante. Es una encrucijada en que debemos decidir si realmente nos importa el destino del Perú o simplemente votamos por simpatía, sin darle ningún peso a nuestra decisión. Hemos visto con angustia cómo subían en las encuestas candidatos que ofrecían “plata como cancha”, que habían “copiado, no plagiado” libros que no habían escrito pero de los que figuraban como autores; otros prometían suprimir la consulta previa (en la minería) pero, al ver la reacción de los asistentes al mitin, deciden: si ustedes se oponen, habrá consulta previa. Este candidato habló y luego se desdijo en demasiadas ocasiones; estaba a favor de la “unión civil”, pero frente a audiencias conservadoras estaba en contra, igual sobre la modificación de las leyes del empleo y luego rectificó su opinión.

En el lado de la izquierda es parecido. La candidata pretende imponernos un gobierno democrático-socialista. Una experiencia que ha fracasado tanto en Europa del Este como en Cuba y Venezuela. Está históricamente probado que ese sistema no produce sino pobreza y para sobrevivir necesita padrinos que paguen sus gastos, como fue la Unión Soviética con Cuba y, desaparecida esta, Venezuela la sustituyó. Ahora, con los precios del petróleo a un nivel tan bajo, Venezuela es la que necesita ayuda. Todos ellos necesitan, además de dinero, vigilantes, “comités de defensa de la revolución” en cada cuadra para atemorizar y apresar a la disidencia.

Los otros socialdemócratas son menos izquierda de lo que aparentan. Con un discurso gaseoso y arrogante prometen cosas que saben que no podrían cumplir: un millón de viviendas, la mayoría de las medicinas gratis, etc. Con tibios antecedentes apristas y ahora cobijado debajo de la imagen del presidente Belaunde, hombre probo y talentoso, magnífico candidato, pero discutible presidente, nos da un manifiesto electoralmente izquierdista con mucha retórica pero poca sustancia.

Repito, esta elección es grave y compromete el destino de cada uno de nosotros. A pesar del ruido de los medios, sentimos a los peruanos un tanto escépticos. Ese escepticismo tiene una explicación válida: hemos visto en estos últimos tres meses a la ex alcaldesa, radical de izquierda, en la fórmula presidencial del candidato del Partido Nacionalista, quien tiene un juicio en curso por acusaciones graves contra los derechos humanos; el presidente del Congreso figuraba como notorio asistente del candidato plagiario, a quien acompañaba el pastor Lay,  ex presidente de la Comisión de Ética del Congreso. Abundantes aspirantes al Congreso tachados por antecedentes penales.

Personalmente creo que en esta  elección solo hay dos nombres entre los aspirantes con posibilidades y que ofrezcan una seguridad de lo que pasaría si son elegidos: Alan García y Pedro Pablo Kuczynski.

Alan García es un político que ha demostrado su capacidad en el manejo de la cosa pública, un hombre que abarca los más diversos horizontes, nada humano le es ajeno. Tiene talento, coraje y energía.

Pedro Pablo Kuczynski: una persona de una sola pieza. Experiencia, capacidad, inteligencia. Una persona que desde el primer momento da la sensación de su experiencia, de su preparación y  de su capacidad de ejecutar lo que promete.