Entendiendo Cajamarca, por Miguel Palomino
Entendiendo Cajamarca, por Miguel Palomino
Redacción EC

En un reciente artículo, explica que algunas críticas a lo que sucede en no se sustentan en cifras reales. Concordamos en que, con demasiada frecuencia, la discusión política y la discusión sobre políticas públicas discurren con poca atención a las cifras objetivas que deberían sustentarlas. Sin embargo, que parte de la discusión política se centre en temas en los que las cifras no sean negativas no significa que no hay serios problemas.

Las cifras de empleo a escala regional nos dan un primer mensaje claro. Del 2006 al 2013, el número de empleos en la región Cajamarca cayó 2%, mientras que en todo el Perú aumentó 14%. De julio del 2012 a julio del 2014, el empleo en la ciudad de Cajamarca cayó 22%. Es decir, casi uno de cada cuatro cajamarquinos urbanos empleados perdió su trabajo. En los primeros siete meses de este año, el empleo en Cajamarca cayó 10%, mientras que aumentó 2% en las 30 principales ciudades del país.

Pese a lo sucedido con el empleo, como bien señala Webb, el ingreso real promedio de los hogares en Cajamarca ha tenido un aumento importante del 2007 al 2013, a un ritmo que casi duplica el promedio nacional. ¿Cómo se explica que el empleo en Cajamarca haya tenido un comportamiento tan malo y que esto no se refleje en las cifras de ingresos de los hogares de la región Cajamarca?

En primer lugar, los ingresos mejoraron principalmente porque, mientras caía la producción, subía fuertemente el precio del oro. Del 2005 al 2012, la producción de oro en Cajamarca cayó en casi la mitad, pero el precio del oro casi se cuadruplicó en el mismo período.

En el momento en que había más dinero para gastar, el entorno negativo paralizó la inversión y el empleo. El ingreso promedio por empleo en Cajamarca aumentó en 85% del 2005 al 2012, pero no se crearon más empleos. Los ingresos se vieron también favorecidos porque el aumento del presupuesto público llevó a que el gasto de los gobiernos locales se quintuplicara del 2007 al 2012.

Así, Cajamarca vivió por varios años la bonanza relativa de los altos precios de los minerales. La gran diferencia con el resto del país es que, mientras en Cajamarca la inversión se estancaba, la producción minera colapsaba y la producción no minera crecía a paso anémico, en la mayoría de regiones la inversión, la producción y el empleo aumentaban rápidamente. Del 2005 al 2012, la producción física en Cajamarca aumentó solo 14%, mientras que en el Perú en promedio creció 61%.

Como el oro no podía seguir subiendo de precio indefinidamente y su producción estaba en picada, era solo cuestión de tiempo para que la situación se tornara negativa. En Cajamarca, los ingresos producto del aumento del precio del oro no se usaron para invertir en mayor producción y productividad. Del 2005 al 2012, la agricultura creció 28% en Cajamarca versus 42% en el Perú, y la manufactura creció 22% en Cajamarca versus 48% en el Perú. Esta es la diferencia con la mayor parte del Perú y con regiones mucho más exitosas como Arequipa, Cusco e Ica, donde el fuerte aumento de la inversión minera y no minera aseguró un camino de progreso que no dependía únicamente del precio de los minerales.

En segundo lugar, los promedios esconden mucha información. El aumento real en los ingresos de la mitad más rica de los hogares ha sido tres veces mayor que el aumento en el ingreso real de la mitad más pobre de los hogares. Esto contrasta con lo ocurrido en el Perú en promedio, donde la mitad de la población de menores ingresos ha visto una mejora mayor que la de la mitad de la población con mayores ingresos. Aumentarle el ingreso al que ya tiene empleo es muy bueno, pero no hace nada por los que no tienen empleo y que generalmente son los más pobres.

La caída del precio del oro precipitó la predecible recesión y el colapso del empleo urbano en Cajamarca, pero la falta de inversiones productivas es el verdadero detonante de la actual recesión que vive la región. Recientemente fui incorrectamente citado en un medio de prensa diciendo que los cajamarquinos no se dan cuenta de lo que les pasa. Lo que en realidad dije, y que hoy repito, es que en Cajamarca recién se están haciendo evidentes los costos de la política antiinversión de su gobierno regional y, por ello, la mayoría de cajamarquinos recién está empezando a entenderlos.