De fusiones y transferencias, por Manuel Pulgar-Vidal
De fusiones y transferencias, por Manuel Pulgar-Vidal
Manuel Pulgar-Vidal

el inicio de un nuevo período gubernamental trae a colación viejos, pero siempre útiles debates, en especial los referidos a la organización y modernización del Estado. Pese a que en ningún plan de gobierno se incluyó, ha quedado flotando, justamente en el ambiente, la propuesta para la fusión de algunos ministerios y eventualmente el del Ambiente. Analicemos pues, a la luz de la experiencia, ese tipo de propuestas.

En los países miembros de la OCDE, así como de la Alianza del Pacífico, la tendencia es el fortalecimiento del desempeño ambiental y de sus ministerios. La fusión de ministerios como el del Ambiente es un histórico proceso fallido por el que ya han pasado casi todos nuestros países vecinos. Colombia con su Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial; Ecuador con el Ministerio de Turismo y Ambiente; y en su momento Bolivia con su Ministerio de Desarrollo Rural, Agropecuario y Medio Ambiente. Felizmente, todos repararon en el error “enderezando tuertos” y son nuevamente independientes en la temática ambiental, dada la necesidad de un trabajo que desde la especialización obliga a fortalecer su rol en el Poder Ejecutivo y los gobiernos subnacionales.  

Otra experiencia es la de Argentina, que por muchos años dejó el tema ambiental a nivel de secretaría, y recién con el actual gobierno ha creado el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, expresando con ello la voluntad política de un gobernante que quiere recuperar el liderazgo ambiental. Finalmente, tenemos la que hoy lleva a cabo Ecuador, con seis ministerios coordinadores por encima de los ministerios de línea.

En todos los casos, la fusión de ministerios del Ambiente ha demostrado no ser una decisión correcta ni adecuada, menos aun en un tiempo en donde el Acuerdo de París, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la sostenibilidad ambiental y social del crecimiento económico, la promoción de ciudades sostenibles, la decarbonización y resiliencia, la fiscalización ambiental, entre muchas otras tareas, requiere todo lo contrario: fortalecimiento, mayores recursos, mucha voluntad política y respaldo.

Ese fortalecimiento debe darse evitando propuestas orientadas al desmembramiento de funciones de una autoridad ambiental y, al contrario, apoyando su capacidad de ventanilla única en la certificación ambiental, asegurando que el aporte por regulación siga dotando de los recursos financieros requeridos para la fiscalización, actualizando las regulaciones ambientales sectoriales pendientes, y manteniendo el liderazgo y responsabilidad climática que como país hemos sabido posicionar.

Entonces, ¿debe pasar la función en relación con lo climático a la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM); o debe ser el ordenamiento territorial una función que debiera estar a cargo de dicha entidad, o en todo caso del Centro Nacional de  Planeamiento Estratégico (Ceplan)? De ninguna manera. 

Ello va a contracorriente de lo expresado en el informe sobre gobernanza pública elaborado por la OCDE en abril de este año: “La PCM está muy atomizada, con muchos mandatos diferentes y no lo suficientemente enfocada en cumplir efectivamente su rol coordinador”, recomendando de manera expresa “revisar la composición y mandatos de las agencias actualmente a cargo de la PCM con el objetivo de transferir a los ministerios de línea aquellas unidades que no cumplen una función de coordinación integral a nivel de gobierno”.

El debate climático ha ganado la relevancia interna y externa que merece gracias al empuje del sector Ambiente y su enfoque intersectorial; el ordenamiento territorial ha mostrado avances en un contexto complejo y generado el entendimiento sobre la necesidad de compatibilizar actividades; el agua, la cuenca y el bosque hoy se entienden desde los servicios ecosistémicos y el valor de su mantenimiento. ¿Queremos seguir trabajando en ello? Estoy seguro de que sí, identificando los liderazgos requeridos para que los logros se amplíen y sus efectos se multipliquen y lleguemos a la sostenibilidad del Perú que queremos.