El golpe no enseña, por Otto Guibovich Arteaga
El golpe no enseña, por Otto Guibovich Arteaga
Otto Guibovich Arteaga

El concepto de promoción en el alude a un colectivo egresado en la misma fecha. Tras años de formación, perfeccionamiento, trabajo en guarnición o en operaciones, se forja una fuerte identidad colectiva y una personalidad distintiva promocional.

Hay promociones emblemáticas, como la Junín, por mencionar una. También tenemos a las que no se les recuerda por su denominación de origen, como la Centenario del Combate del Dos de Mayo de 1866, más conocida como la Montesinos. En ella existen excepciones que no se puede dejar de mencionar, con respetados profesionales que no fueron seducidos por el poder tras el grupo.

Hoy se da en llamar promoción Humala a la denominada de origen Héroes de Pucará y Marcavalle, bautizada en honor a Cáceres y muchos héroes anónimos que lucharon con dignidad para expulsar al invasor, que dieron todo a cambio de nada y que hicieron del estoicismo un distintivo del militar peruano sin afán por el deleite del poder a cualquier precio.

Desde inicios de siglo XXI, se hicieron esfuerzos para vigorizar la institucionalidad en el Ejército Peruano y se pudo avanzar, pero hoy gruesas fracturas nos recuerdan la década de 1990. Así, pasaron al retiro a brillantes oficiales, lo que frustra su plan de vida y acceso a posiciones de mando para bien. Por otro lado, ascendieron en demasía en la promoción y en la especialidad del presidente. Lo mismo pasó en la promoción del hermano. De ocho promociones con generales de brigada hoy, las dos acaparan más del 50%. Hay, sin duda, un manejo preferencial y tóxico.

Es lamentable decirlo, pero algunos promovidos lo hicieron por familiaridad o afinidad con actores del poder. Peor aun, hoy algunos se jactan de que ascenderán “sí o sí” por el “atributo potente” que la esposa es prima de tal dama, que la tía es amiga de la mamá de zutana o que pertenecen a las dichosas promociones. Inaceptable en cualquier lugar, pues demuele la institucionalidad y compromete el futuro de una institución permanente de la patria.

Como en la promoción mal llamada Montesinos, es justo decir que hay notables profesionales, centrados e institucionalistas. Ellos cargan un pasivo que no lo buscaron, no lo desean ni lo merecen.

¿Cuál es el propósito de estos desatinos en la gestión de recursos humanos? Dos al menos, con antecedentes penosos: deshacerse de miembros incómodos, además de crear vacantes y luego llenarlas con incondicionales.

La incondicionalidad hacia personas con poder es peligrosa. Derivada del acceso a posiciones de mando improbables en condiciones normales, engendra factótums, que el favorecedor y conocedor de que aquel ‘éxito’ fue mal habido, puede considerarse con derecho a demandar lealtades descabelladas.

Nada sustituye el esfuerzo de 25 o 30 años. Alcanzar la cúspide de la profesión militar reclama esfuerzo, sacrificios personales y familiares. La ubicación en el cuadro de méritos sintetiza el recorrido profesional. No hay organización que sobreviva lozana deshaciéndose de los primeros y promoviendo a los amigos. Es casi como quedarse engomado y gambetear las enseñanzas de los golpes del pasado.

¿Son decisiones erradas del alto mando institucional o sentencias del presidente inducido por la promoción que busca atajos convenientes? Se vocea lo segundo con alguna aquiescencia del primero, pero las paciencias se estarían agotando al punto que muchos ya no pueden callarlo.

El reto del actual comando es muy grande, aun cuando el entorno no pueda favorecerlo. Una institución con marcadas diferencias de grados y especialidades encuentra en el cumplimiento de normas un factor igualatorio, fundamentalmente de oportunidades.

Señores congresistas y ministro de Defensa, ¿puede un decreto supremo (D.S. 009-2013-DE) modificar la esencia de la Ley de Situación Militar al cambiar requisitos de cinco a cuatro años para ascender a general de división o su equivalente? Si bien este decreto modifica el reglamento emanado del Ejecutivo, en el fondo modifica una ley. Asimismo, si ampliaron el tiempo de servicios a 40 años, ¿por qué siguen retirando oficiales con tanto horizonte inflando el sistema de pensiones? ¿Cuánto cuesta hacerlo?

Finalmente, a la situación descrita, se suma la degradación del valor de la palabra. El militar muere por un juramento y hace lo que dice. Los pensionistas principalmente veteranos del combate al terrorismo y el Cenepa vieron de facto anulados sus derechos, pues la promesa de respetar la pensión renovable fue incumplida y esta arrasada.

Se dice que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. El golpe, en este caso, no enseña.