Incluir y crecer, por Mónica Rubio
Incluir y crecer, por Mónica Rubio
Redacción EC

A las recientes cifras de pobreza del 2013 del subyacen tres mensajes principales que quisiera destacar. El primero, y el más evidente, es que la pobreza y la pobreza extrema en nuestro país siguen reduciéndose. Desde el 2011, un millón de peruanos han dejado la condición de pobreza. Las razones son bien conocidas: un dinámico crecimiento económico y políticas sociales que funcionan.

El segundo mensaje es que se están cumpliendo las metas de pobreza comprometidas en esta gestión de Gobierno. La meta de pobreza extrema de 5% para el 2016 ha sido ya superada, pues en el 2013 esta se ubicó en 4,7% (1,3 puntos porcentuales por debajo del nivel del 2012). Además, hay avances significativos en otras dos metas para el 2016 relacionadas con la pobreza. Por un lado, la brecha de pobreza –es decir, la distancia en ingresos que los pobres deben remontar para dejar de serlo– debe alcanzar el 6% en el 2016. Hoy esta brecha es apenas de 6,2%, o de S/.18 al mes.  Por otro lado, la segunda meta prevé que la pobreza extrema, medida con el ingreso autónomo –es decir, ingreso neto de transferencias y donaciones públicas–, alcance el 7% el 2016. Hoy, esta alcanza un 7,4%. Dadas las perspectivas de un crecimiento mayor al 6% en los próximos años, es razonable esperar que estas metas serán alcanzadas.

El tercer mensaje es uno que tiene que ver con lo que es la principal apuesta de política de este gobierno: no es suficiente aumentar el crecimiento económico, sino que se precisa reducir la desigualdad. Las cifras del INEI nos muestran que el ingreso de los más pobres viene aumentando más aceleradamente que el de los más ricos; que la pobreza en la sierra y selva se viene reduciendo más rápidamente que en la costa; y que lo mismo viene sucediendo en la zona rural frente a la urbana. Quizás como nunca antes, vemos que brechas históricas vienen acortándose.

Finalmente, una reflexión sobre las implicaciones de política de estos datos. Esporádicamente, y ciertamente cada vez que discutimos de pobreza, revivimos una discusión sobre qué es más importante para la pobreza: ¿el crecimiento o la redistribución? Los argumentos suelen ser simplistas y, sobre todo, no informados de la abundante evidencia disponible internacionalmente en torno a la compleja relación entre estas variables. No precisamente desde la izquierda, sino más bien desde el , el estudio “Inequality and Unsustainable growth, two sides of the same coin?” (Berg, A., y J. Ostry, 2011) demuestra que la desigualdad es un importante impedimento para el crecimiento sostenido y la reducción de la pobreza. En efecto, este estudio encuentra que la desigualdad es un determinante clave de la (menor) duración de los ciclos de crecimiento, y es precisamente de esta duración –y no de las meras aceleraciones o ‘picos’– de donde resultan las ganancias de ingresos en el largo plazo. Así, países con distribuciones equitativas de ingreso tienen ciclos de crecimiento más largos. Su conclusión es que existen políticas de crecimiento y distribución que se refuerzan entre sí y ayudan a establecer las bases de un crecimiento sostenido. Existen políticas como las de esta gestión de Gobierno –inversión en programas y servicios sociales eficientes– que son un ‘win-win’: sirven a la equidad y sirven a la mayor productividad y crecimiento. Parafraseando una imagen muy certera de una columna de en estas mismas páginas: la discusión de qué es primero, si incluir o crecer, es tan útil como discutir si primero es el huevo o la gallina. Imposible pensar el uno sin el otro. Ambos son necesarios, y haríamos mejor preguntándonos cómo atendemos ambos, pues allí está quizás la alquimia de nuestro real desarrollo.