Martín Vizcarra
Martín Vizcarra
Enzo Defilippi

Un buen amigo acostumbra decir que para ganar una discusión es necesario marcar la cancha. Es decir, establecer la agenda. Hacer que el debate gire en torno a los temas planteados por uno. Eso es algo que sabían bien los políticos de antaño, cuando debatir era una condición indispensable para ganar una elección. En ese sentido, el referéndum planteado por el presidente Martín Vizcarra el 28 de julio último es una jugada de la vieja escuela, la cual, además de haber agarrado fríos a sus adversarios, los obliga a discutir lo que él está planteando.

Si bien los cuatro temas propuestos son importantes, el que ha despertado el entusiasmo de la ciudadanía es el de prohibir la reelección de los congresistas, ya que representa la oportunidad para expresar su indignación por la prepotencia, desfachatez, ignorancia e impunidad con la que actúan algunos de sus más conspicuos integrantes.

Lamentablemente, se trata de una medida inconveniente. En primer lugar, porque por castigar a los congresistas malos, que en su mayoría no son reelegidos, también se castiga a los buenos. En segundo lugar, porque no garantiza que los nuevos sean mejores que los anteriores. De hecho, nuestro Congreso se renueva casi por completo cada quinquenio y eso no ha impedido que su calidad descienda sostenidamente. En tercer lugar, y creo que esto es lo más importante, porque se trata de una medida que ataca el síntoma, no la causa del problema. Los impresentables llegan al Congreso porque la gente los elige, y eso no va a cambiar porque los mandemos obligatoriamente a su casa cada cinco años. En un sistema como el peruano, en el que el único requisito relevante para postular es tener dinero para sufragar la campaña (que los corruptos pueden repagar con las coimas que reciben), la cola de bribones esperando la siguiente elección es bastante larga.

Por otro lado, si también se aprueba otra propuesta del presidente, el retorno a la bicameralidad, la no reelección tampoco va a impedir que los parlamentarios más odiados sigan “representándonos”. Como ocurre en otros países con restricciones similares, en una siguiente elección los senadores postulan para diputados y estos para senadores.

El problema para los congresistas que se oponen a esta propuesta es que argumentar razones no les va a servir de nada. En parte porque son prácticamente las mismas que señalaban por qué prohibir la reelección de alcaldes era una mala idea (que el Congreso aprobó sin escucharlas). Por otro lado, porque para una ciudadanía indignada, la ilusión de darles sopa de su propio chocolate será suficiente para que la prohibición sea aprobada por amplia mayoría.

Un tema que a muchos nos hubiese gustado que sea incluido en el referéndum es la eliminación de la inmunidad parlamentaria, la cual incentiva el comportamiento abusivo y deshonesto de algunos congresistas. Lamentablemente, ahora será difícil porque hacerlo abriría la puerta a la inclusión de temas más controversiales. De hecho, la oposición ya delineó que esa será su estrategia para descarrilar la consulta popular, al proponer incluir también la pena de muerte para violadores y el matrimonio homosexual.

Hace bien el presidente en marcar la cancha del debate nacional. Con ello parece haberse metido la hinchada al bolsillo. Ahora queremos que también meta algunos goles.