“Si bien es cierto el Gobierno no podrá controlar qué se hace con los datos, por lo menos se asegura de que todos usen la misma información”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
“Si bien es cierto el Gobierno no podrá controlar qué se hace con los datos, por lo menos se asegura de que todos usen la misma información”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
José Incio

La crisis sanitaria causada por el marcará un punto de inflexión en nuestras vidas, y esperemos también que en las futuras prioridades del Estado. El gobierno de , con un sistema de salud desatendido por décadas y con una economía en su mayoría informal, está aplicando las medidas necesarias para aliviar los efectos económicos y sociales de la pandemia. Sin embargo, hay muchos puntos que mejorar y uno al que no se está dando la atención debida es al manejo de información.

En líneas generales, el trabajo que hace el Gobierno para comunicar las medidas es positivo y genera confianza en la población. Sin embargo, el Gobierno tiene que mejorar el manejo de la información generada por esta crisis. De no hacerlo, puede erosionar la confianza ganada y afectar sus esfuerzos por contener la pandemia, ya que para autoridades y funcionarios tomar las decisiones correctas, sin acceso rápido a datos de calidad, es una tarea sumamente difícil. Por otro lado, un mal manejo de la información también afecta la labor de información de la prensa y limita el aporte que se pueda hacer desde las universidades y la sociedad civil. En una , varios colegas recomendamos al Ejecutivo incluir la necesidad de un flujo claro de información. En resumen, en tiempos como estos un mal manejo de información puede ser perjudicial, no solo porque afecta la percepción que se tenga del trabajo del Gobierno, sino porque lo limita en su capacidad de respuesta.

En su alocución diaria, el presidente entrega datos generales sobre el estado de la pandemia, pero deja muchas interrogantes en el aire. La es un avance importante, pero no llega a cubrir la demanda de información que se tiene. Por ejemplo, el presidente informa sobre el número de pruebas analizadas, camas UCI y recuperados en todo el país, pero la información también se necesita por departamento. Por otro lado, no existe constancia en la entrega de información. Prueba de ello es que en algún momento publicaron el número de pacientes infectados por distritos y de un momento a otro lo dejaron de hacer. Así también, el Minsa entregaba en sus comunicados detalles importantes de los fallecidos, sin mencionar su identidad; sin embargo, interrumpió esta entrega.

Los datos se pueden analizar y presentar en infinidad de formas, es por eso que no se puede pretender –y es ineficiente– que el Gobierno lo haga solo. Además, los escasos recursos económicos y humanos que tiene están enfocados en cosas urgentes. Por lo tanto, es necesario que el Gobierno transite a una política de datos abiertos y libere los que han sido generados por el Minsa, el INS y otras instituciones. Se debe crear un flujo de trabajo en el que los datos pasen por un proceso de estandarización y verificación para luego ser almacenados en un repositorio abierto, salvaguardando siempre la información sensible de los ciudadanos. De esta forma, el Gobierno centraliza y garantiza la transparencia de la información facilitando el acceso oportuno a datos de calidad.

Liberar los datos puede traer muchas consecuencias positivas al Gobierno. Por ejemplo, otras instituciones del Estado pueden acceder a la información de manera rápida, sin mayor trámite burocrático, y hacer uso de esta para tener una mejor planificación frente a la crisis. Los medios de comunicación pueden generar mejores infografías, y otras alternativas para informar a la población. Académicos y ciudadanos en general pueden acceder a la información, revisarla, analizarla y producir soluciones útiles que quizás el Gobierno pueda adoptar. También se reduce el espacio para las noticias falsas, ya que es fácil acceder a los datos oficiales y desmentir y corregir cualquier desinformación o análisis sesgado. Si bien es cierto el Gobierno no podrá controlar qué se hace con los datos, por lo menos se asegura de que todos usen la misma información.

Países como Singapur o Taiwán han entablado alianzas con su “sociedad civil tecnológica”. Donde ciudadanos, sin ser empleados públicos, se organizaron y apoyaron generando aplicaciones, webs, contenido informativo, etc., que tenía como objetivo reducir el contagio y aplanar la curva. Sin ir muy lejos, Colombia acaba de liberar la información de los pacientes infectados con el virus, protegiendo su identidad, con un nivel de detalle que permitiría mayor análisis por parte de entidades estatales o la sociedad civil.

Desde hace varias décadas el mundo está experimentando una revolución en el desarrollo y uso de información. Los datos abiertos son un pilar de este cambio. Esta crisis puede ser la oportunidad para que el Gobierno Peruano acelere el cambio inevitable en su forma de tratar la información, pasando de un modelo restrictivo a uno abierto, colaborativo y más transparente.


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