Saber llegar, por Lino de La Barrera Laca
Saber llegar, por Lino de La Barrera Laca
Lino de La Barrera Laca

“Lo importante no es llegar primero sino saber llegar”. Con esta frase anónima, me permito reflexionar a partir del atropello sufrido por un ciclista en el circuito de playas de la Costa Verde y las reacciones que ello ha generado en la colectividad y la autoridad.

Los en el Perú no son cosa de juego. Anualmente, más de tres mil personas pierden la vida en las pistas y aproximadamente cincuenta mil resultan con lesiones físicas o discapacidad por este motivo. Estas lesiones ocupan el tercer lugar en la lista de causas de mortalidad en el Perú.

Según las informaciones policiales y de los testigos, el ciclista fallecido circulaba por el carril derecho de la calzada de la , escuchando música con audífonos, aparentemente con alcohol en la sangre. A la altura de la playa La Pampilla, de manera intempestiva giró a la izquierda para dar la vuelta en ‘U’. En esas circunstancias, fue atropellado por el conductor de un vehículo que no tuvo tiempo de reaccionar. 

Sé que lo que voy a decir puede no gustar y lo hago con el debido respeto a los deudos, pero es claro que la razón del atropello fue la maniobra temeraria realizada por el , quien se encontraba distraído escuchando música y sin total control de sus sentidos.

Luego del accidente, la colectividad de tablistas, que protestaba por la construcción del tercer carril de la vía, le ha rendido un homenaje y ha usado este ejemplo para exigir mayor respeto a los deportistas y pedir estudios técnicos para las vías. Ante ello suelto una simple pregunta: ¿Es un buen ejemplo de deportista el autor de tamaña irresponsabilidad? 

Cada uno saque su propia conclusión. Y de la primera surge otra pregunta: ¿Por qué la sociedad valora en forma diferente al conductor de una bicicleta que al conductor de un auto que realiza una maniobra temeraria? En realidad, nada los diferencia, ambos son infractores ante la ley.

Respeto mucho a quienes arriesgan su vida por trabajo, recreación o deporte conduciendo bicicleta en una ciudad hostil como Lima, pero debe quedar claro que la desprotección que puedan sentir frente a los vehículos de cuatro ruedas no los exime de respetar las reglas de tránsito, pues no se puede criticar en otros lo que uno mismo no cumple.

Por su parte, la autoridad municipal ha reaccionado con nuevos límites de velocidad en el circuito de playas, así como con controles electrónicos a cargo de la Policía Nacional. Pero como aun cuando se quiere hacer el bien las cosas se hacen mal, la necesidad de reaccionar rápido la ha llevado a emplear señalización incorrecta, mal ubicada y cuestionables criterios técnicos para establecer los límites máximos en determinados tramos. 

Por último, es necesario decir que ninguna muerte por accidente de tránsito es aceptable, que el camino para “saber llegar” a evitar muertes inútiles pasa por entender que el derecho de uno termina cuando comienza el de otro, que solo los buenos ejemplos deben seguirse y hay que aprender de los malos; y que la autoridad para merecer respeto tiene que ganárselo.