Para una mejor gestión del agua, por Patricia Urteaga
Para una mejor gestión del agua, por Patricia Urteaga

En las últimas semanas hemos visto con preocupación e impotencia las dos caras del agua. Hemos sentido –algunos por primera vez– lo que sucede cuando no contamos con este recurso imprescindible para la vida. Pero también hemos sido testigos de lo que ocurre cuando, incontrolable, el en abundancia no solo se lleva a su paso naturaleza y bienes materiales, sino también vidas y futuros.

Ciertamente, en nuestro país existe una incapacidad para defendernos de fenómenos climáticos como los que venimos experimentando. Esta situación, a su vez, pone en jaque a los sistemas de agua potable y alcantarillado, los cuales, ya de por sí, tienen importantes limitaciones. A diferencia de Chile, en donde la cobertura de agua potable supera el 95%, en nuestro país esta llega a duras penas al 70% (y en el ámbito rural no llega ni al 40%). ¿Cómo mejorar esta situación?

Como ningún otro recurso, el agua exige equilibrio, sostenibilidad y equidad. En el ámbito internacional, esta exigencia se ha traducido en un enfoque denominado Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH), cuyos principios básicos son justamente la sostenibilidad, la equidad y la eficiencia. Según la Asociación Mundial del Agua, la GIRH es “un proceso que promueve el desarrollo y la gestión coordinada del agua, la tierra y los recursos relacionados, de forma que se maximice el bienestar económico y social resultante equitativamente y sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas vitales”. 

Existen múltiples instrumentos para lograr una gestión integrada del agua. Lo más importante es comprender que el agua es una sola y que gestionarla bajo un enfoque sectorial no permite abordar correctamente su complejidad. Un ejemplo local que grafica cómo la gestión sectorial suele ser contradictoria es la profusión funcional. En un caso que pude conocer sobre vertimientos no autorizados en el mar, la solución supuso la participación del Instituto del Mar del Perú, la Administración Local de Aguas, la Autoridad Administrativa del Agua, la Autoridad Nacional del Agua (ANA), la fiscalía, el gobernador regional, el alcalde distrital, la Dirección Regional de Salud, la Capitanía de Guardacostas Marítima de la Dirección General de Capitanías y Guardacostas, el Ministerio de la Producción, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental y el Tribunal Nacional de Resolución de Controversias Hídricas. Tras más de cuatro años, el proceso culminó sin que llegue a sancionarse al usuario que contaminó el mar.

La GIRH, en cambio, apuesta por una gestión integrada. Por ejemplo, considera a cada cuenca como una unidad de gestión. No se trata solo de resolver problemas en una región, sino de tomar en cuenta a las partes altas y bajas de las cuencas, pues ambas están interrelacionadas. Se debe observar todo el ciclo hidrológico: la afectación a uno de sus elementos puede repercutir sobre todo el conjunto. Una cuenca, además, no solo es una unidad física, sino también social. Un transvase de agua no solo puede afectar la cuenca, sino que puede causar serios conflictos sociales. No solo hay que considerar el valor económico del agua, sino también su valor ecológico, social, cultural y estético.

En el Perú se ha desarrollado recientemente un marco normativo para la gestión del agua, a través de iniciativas como la Política y Estrategia Nacional de Recursos Hídricos (2009) y la Política de Estado sobre los Recursos Hídricos (2012), entre otras. No obstante, su gestión sigue siendo sectorial y contradictoria. Además de los pocos consejos de cuenca que existen en el país, no contamos con instrumentos ni mecanismos que promuevan una gestión integrada.

La gestión de riesgos y desastres tampoco se realiza teniendo en cuenta los principios de la GIRH. La ANA debería ser un organismo autónomo, no adscrito a un ministerio. Esto permitiría adquirir una visión integral de los recursos hídricos a nivel nacional y facilitaría la implementación de instrumentos para su gestión, como la planificación hídrica, el análisis de actores, los inventarios hídricos, análisis de escenarios y el ordenamiento territorial. 

Es necesario volver la mirada hacia este enfoque, que contempla lo que los expertos han denominado infraestructura verde: andenes, pastos, técnicas de cosecha de agua, humedales, etc. Se trata de respetar la naturaleza y la regulación hídrica natural. Más que adaptar la infraestructura para enfrentar las catástrofes, debemos poner a la naturaleza al servicio de la prevención de desastres.

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