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Cooperación bilateral
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Desde 1992 hasta el 2025, la cooperación bilateral de los Estados Unidos y el Perú ha sido una herramienta clave de la política exterior y de seguridad de Washington. Más allá de los beneficios compartidos, que sí existen y son críticos para el Perú, esta responde a intereses estratégicos que incluyen la lucha contra las drogas, el fortalecimiento institucional, la contención del terrorismo, la reducción de los flujos migratorios y la preservación de su liderazgo en América Latina, por lo que es posible sostener que la inversión norteamericana en cooperación bilateral con nuestro país ha contribuido de manera sostenida a la seguridad nacional de los Estados Unidos, al prevenir amenazas en su espacio regional inmediato, así como en su propio territorio, por las razones que se señalan a continuación.
En lo que se refiere a la producción de drogas y el narcotráfico, el Perú es el segundo mayor productor de cocaína del mundo. En el 2024, según cifras oficiales, la producción potencial de cocaína en el Perú alcanzó las 822 TM, a las que hay que sumar las 313 TM evitadas por las acciones de control y reducción del gobierno que, de no haberse dado, pondrían la producción potencial de cocaína en las 1,135 TM. Gran parte de esa cocaína se consume en Estados Unidos. Por ello, al contribuir al financiamiento de los programas alternativos de desarrollo económico sostenible, el fortalecimiento de las capacidades de las entidades peruanas de aplicación de la ley y las actividades de control, los Estados Unidos reducen el flujo de drogas hacia su territorio, lo que ayuda a disminuir la violencia asociada con el tráfico de drogas y el crimen organizado, el impacto en su economía como consecuencia del lavado de las ganancias del narcotráfico y el consumo en su propio país.
Desde el ángulo de la lucha contra el terrorismo internacional, los remanentes terroristas peruanos todavía trabajan activamente con los cárteles de la droga, lo que fomenta el aumento de la producción de drogas, la minería ilegal y la inestabilidad no solo en el Perú, sino también entre sus vecinos. En ese contexto, el apoyo norteamericano en este campo contribuye a evitar que dichos remanentes terroristas, asociados con el narcotráfico y la minería ilegal, se conviertan en redes transnacionales que colaboren con el crimen organizado en los Estados Unidos.
En cuanto a la migración irregular, el Perú ha recibido millones de refugiados venezolanos (la segunda mayor cantidad en América Latina después de Colombia) y también es un punto de tránsito para otros migrantes que se dirigen hacia el hemisferio norte. Si bien es cierto que un notable número de migrantes se han integrado bien en la sociedad peruana, no es menos cierto que otros lideran organizaciones criminales violentas que están chantajeando y aterrorizando a la población. En ese marco, el apoyo de los Estados Unidos a la integración adecuada de los migrantes en el Perú y a la aplicación de la ley ha resultado crítico para reducir las causas estructurales de la migración irregular hacia los Estados Unidos.
Finalmente, respecto de su influencia geopolítica en la región, la presencia activa de la cooperación y la inversión de Estados Unidos en el Perú contrapesa y debilita la presencia de sus rivales estratégicos, minimizando su influencia en el Pacífico sudamericano y manteniendo su liderazgo.
En conclusión, la presencia activa de la cooperación y la inversión de los Estados Unidos en el Perú frena el flujo de narcóticos ilegales y migrantes irregulares, así como el apoyo de los grupos criminales organizados hacia los Estados Unidos, y mantiene su liderazgo y minimiza la influencia de sus rivales estratégicos en el Pacífico sudamericano.

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