(Ilustración: Víctor Aguilar)
(Ilustración: Víctor Aguilar)
Elmer Cuba

Desde enero del 2016 hasta enero del 2018 la economía peruana ha venido experimentando un choque externo muy positivo. Este se expresa en mejores precios de los productos exportados por el país y en las entradas de capitales. 

En este período, las cotizaciones internacionales del cobre, el oro, el zinc, el estaño y el plomo se han incrementado en 60%, 20%, 123%, 46% y 54%, respectivamente. Las exportaciones mineras explican el 60% del total de las exportaciones peruanas. 

Cada vez que esto ocurre, se observa un cambio en las expectativas empresariales, se produce una mayor inversión privada y aumentan los recursos fiscales. Esta vez no será una excepción. 

Y ello, a pesar de la política. La crisis política producida por la casi vacancia presidencial y el subsecuente indulto presidencial a Alberto Fujimori ha devenido en una muy baja credibilidad y confianza en el Gobierno. La única reconciliación política que parece haber ocurrido en el Gabinete es con el partido Peruanos por el Kambio, al incorporar a un miembro de esa agrupación a la cabeza del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis). 

Si bien en diciembre las expectativas empresariales se han visto deterioradas, permanecen en el tramo optimista sobre lo que se espera ocurra con el ciclo económico en los próximos 3 y 12 meses. Es decir, refraseando a Vallejo, “pero la economía ¡ay! siguió creciendo”. 

Sin embargo, en un contexto de debilidad política extrema no se esperan grandes reformas en materia tributaria, laboral, de salud y educación pública, mucho menos en materia de productividad y los servicios de justicia. En todos ellos se requieren buenos diagnósticos, amplios consensos, fortaleza política y capacidad de ejecución. Se trata de componentes casi inexistentes transcurrido apenas un año y medio del período de gobierno. ¿Aparecerán acaso en los próximos tres años? 

Lo ocurrido con la prometida reducción del IGV para formalizar la economía, con la Comisión de Protección Social, con la Reconstrucción con Cambios o con la evolución de la inversión pública (¡creció casi 0% en el 2016 y en el 2017!) son ejemplos de las carencias mencionadas en el párrafo anterior.  

Entre tanto, la tasa de crecimiento potencial seguirá algo por debajo del 4%, tasa insuficiente para alcanzar el desarrollo económico en plazos razonables y con los concomitantes avances sociales. 

Afortunadamente, los precios internacionales de nuestras materias primas parecen estables para los próximos dos años, un tiempo suficiente para avanzar en reformas económicas que sostengan el crecimiento más allá del ciclo de precios altos. Es lo mínimo que espera la ciudadanía de sus autoridades políticas: mejores perspectivas de niveles de vida gracias a mejores empleos y salarios. 

En el plano político se abren tres escenarios con diferentes impactos sobre la economía en el corto plazo y mediano plazo.  

En un primer escenario, el presidente permanece en el cargo. Es el escenario actual. En un segundo escenario, el presidente es sucedido por el primer vicepresidente Martín Vizcarra, con respaldo explícito del Congreso, por lo menos por algún tiempo, antes de la próxima campaña presidencial. Algo así como Temer en Brasil, algunas reformas hechas sin costo político para un presidente sin bases sociales. En un tercer escenario, hay nuevas elecciones presidenciales. La incertidumbre asociada a este último proceso posterga las inversiones a la espera de los resultados.  

Las consecuencias económicas de cada escenario son distintas. A estas alturas, ¿qué escenario le conviene a los trabajadores (familias) y a las empresas de todos los tamaños?  

En resumen, con este choque externo tan positivo la economía pudo haber crecido más. Las reformas económicas realizadas hace 25 años y la estabilidad macroeconómica alcanzada son necesarias pero nítidamente ya no son suficientes. Nuevas políticas económicas en diversas áreas son necesarias para sostener y acelerar el crecimiento económico, más allá del ciclo de precios. ¿Las instituciones políticas serán capaces de diseñarlas y ejecutarlas? O tenemos que esperar hasta el 2021, aunque el mundo no nos espere.