(Foto: Presidencia)
(Foto: Presidencia)
Juan Carlos Tafur

Si, como todo lo hace suponer, acaece un gobierno presidido por el actual primer vicepresidente Martín Vizcarra, se va a volver a plantear la misma disyuntiva respecto de la mayoría parlamentaria fujimorista: conciliación o confrontación.  

Hay grandes posibilidades de que PPK sea vacado o, en menor medida, que presente su renuncia. Por ello, es menester empezar a reflexionar sobre ese desenlace.  

De hecho, estaríamos ante un gobierno en mejor pie que el actual, con un presidente como Kuczynski, responsable por sus propios actos de la desventura que lo acompaña. PPK canceló prontísimo todo intento de reformas, jamás trazó una estrategia inteligente para acometer la precaria situación de no gozar de mayoría legislativa, fue desprolijo con sus asuntos personales y cometió al respecto la grave falta política de negarlo privada y públicamente, perdiendo a la fecha toda credibilidad.  

Vizcarra tiene más olfato político que PPK. De lejos. Ha sido gobernador regional con mucho éxito. En esa medida, se espera una mejor performance.  

Si asume el poder, cabría esperar que recoja nuevamente el fundamento del voto recibido en el 2016. Peruanos por el Kambio es una agrupación de centroderecha que debiera gobernar con una clara señalética en ese sentido y olvidarse de convocatorias variopintas que a nada bueno conducen en estas circunstancias.  

Hacerlo así no sería una concesión a la derecha fujimorista, sino una recuperación del sentido original del mandato ppkausa y, como efecto añadido, podría abrir un escenario que seguramente contaría con el beneplácito naranja. Solo así, además, será posible retomar el rumbo del crecimiento y abrigar la esperanza de emprender algunas reformas de segunda generación pendientes de resolución.  

No debería mirarse el eventual gobierno de Vizcarra como el de un régimen de transición electoral. No está obligado a la convocatoria adelantada de elecciones. Y por eso mismo, no es dable pensar en un escenario en el que el Gobierno se dedique exclusivamente a sobrellevar la crisis, durante los tres años y pico de mandato que le quedarían. Hay tiempo de sobra, y viento a favor para ajustar los cinturones de la gobernabilidad y convertir la desesperanza en optimismo.  

Diversas agrupaciones opositoras le han hecho saber a Vizcarra que en caso asuma el mando, se le otorgarán las garantías de gobernabilidad necesarias, y se ha buscado, como contraparte, la certeza de que el ex gobernador de Moquegua no renunciaría a la sucesión constitucional si Kuczynski es sacado del poder o, en hora buena, renuncia, debido a su incapacidad política permanente.  

No obstante, el camino de la confrontación no está descartado. La oposición fujimorista puede tornarse nuevamente arisca y empezar a generar problemas. En esa medida, es probable también que el nuevo gobierno se vea en la necesidad de defender sus fueros. Vizcarra debe estar dispuesto a ello. PPK nunca lo transitó y gran parte de sus desgracias se deben a que ni concilió ni confrontó, creyendo que la medianía era el mejor camino de supervivencia.  

La del estribo: no solo por su extraordinaria calidad fotográfica hay que asistir a la muestra “Canon”, que se pone en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), donde se visibiliza artísticamente a una población marginada entre los marginados, como es la comunidad LGBTQI. También como un acto de resistencia a la avanzada ultraconservadora y fascista que pretende, con su congénita prepotencia, meter sus narices en el mundo del arte.