Juan Manuel Ostoja

Al iniciar cada nuevo año, nos planteamos metas y propósitos para mejorar tanto en lo personal como en lo profesional. Sin embargo, pocas veces reflexionamos sobre la preparación necesaria para alcanzar esos objetivos y sobre las herramientas que nos permitirán aprovechar las oportunidades que se presenten en el camino. Vivimos hoy, más que nunca una época de cambio constante. La irrupción de nuevas tecnologías y su efecto en la transformación del son cada vez más rápidas y profundas.

En una conversación reciente con mi hijo, quien viajaba de regreso al extranjero, le deseé buena suerte en sus planes. Su respuesta fue una lección contundente: “La suerte es lo que sucede cuando la preparación se encuentra con la oportunidad”. Esta frase, atribuida a Séneca, me hizo reflexionar sobre cómo nuestra “suerte” no depende solo del azar, sino también de nuestra capacidad y actitud para estar listos frente a las oportunidades.

En una época de cambio constante, la educación continua emerge como una herramienta esencial para mantenernos vigente en un mundo en constante evolución. La tecnología está redefiniendo no solo cómo trabajamos, sino también qué trabajos son demandados. Según el último informe del Futuro del Trabajo 2025 del Foro Económico Mundial, la educación tradicional no está preparando adecuadamente a la fuerza laboral para la acelerada transformación del trabajo. Este informe subraya la necesidad de nuevos enfoques educativos que prioricen el desarrollo de habilidades prácticas y relevantes para el mercado laboral

Entre los sectores de mayor crecimiento se encuentran la salud y el bienestar, el desarrollo de software, la , el aprendizaje automático, la y el análisis de datos. Además, la sostenibilidad y el medio ambiente también están generando nuevas oportunidades laborales. Las habilidades del futuro no solo están vinculadas a conocimientos técnicos, sino también a competencias humanas como el pensamiento analítico, la resiliencia, la adaptabilidad y la creatividad. Estas habilidades son fundamentales para navegar en un entorno cambiante y para aprovechar al máximo las tecnologías emergentes.

Las instituciones educativas tienen una responsabilidad clave en este proceso. Las universidades, en particular, debemos adecuar los programas de formación para que respondan a las demandas del mercado laboral y promuevan una educación más flexible y accesible. Es fundamental que la regulación educativa no se convierta en un obstáculo para estos cambios.

Además, la colaboración entre la academia y las empresas es fundamental. Las empresas no solo deben comunicar sus necesidades y colaborar con el sector educativo, sino también invertir activamente en la capacitación y actualización de sus empleados. Este esfuerzo conjunto garantiza que los profesionales puedan adaptarse a las demandas actuales y futuras.

Más allá de las universidades y las empresas, cada uno de nosotros tenemos un papel protagónico en esta tarea. Preguntémonos: ¿Qué habilidades necesito desarrollar este año? ¿Qué nuevos conocimientos pueden darme una ventaja competitiva? La educación continua no solo se trata de obtener certificados o grados adicionales, sino también de adoptar una mentalidad de aprendizaje permanente.

Las plataformas digitales, los cursos en línea y las comunidades de aprendizaje ofrecen una amplia gama de opciones accesibles para todos los niveles y campos de interés. Estas herramientas permiten a las personas mantenerse actualizadas y explorar nuevas áreas de conocimiento de manera autónoma y flexible.

Estamos viviendo una transformación profunda en la forma en que aprendemos, trabajamos y vivimos. Es hora de dejar de confiar en la “suerte” y tomar las riendas de nuestra preparación. Debemos asegurarnos de estar listos para aprovechar las oportunidades que el futuro nos depare. Hagamos de este año una oportunidad para reinventarnos, aprender y crecer. Porque, al final, la verdadera “suerte” es el resultado de nuestra dedicación y preparación.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Juan Manuel Ostoja CEO de Usil y director de IPAE Acción Empresarial

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