"el presidente y todos sus salvadores deben asumir coherentemente la responsabilidad del voto recibido y del voto emitido, respectivamente, que bien podríamos llamar salvataje" (Ilustración: Giovanni Tazza).
"el presidente y todos sus salvadores deben asumir coherentemente la responsabilidad del voto recibido y del voto emitido, respectivamente, que bien podríamos llamar salvataje" (Ilustración: Giovanni Tazza).

Hace 14 días, sostuve en este Diario que el presidente debía reconocer el principio de la primacía de la realidad, al Congreso como el primer poder del Estado y que, teniendo allí minoría, debía acordar alianzas públicas y formar gobierno con bancadas afines y personas independientes. Esto, presentando un plan de gobierno común y una agenda legislativa que lo sustente técnicamente. También planteé urgentes reformas legislativas que garanticen transparencia electoral absoluta.

Congresistas de varias bancadas votaron en contra de la admisión a debate de la moción de . Hubo también votos disidentes y diversos congresistas críticos del Gobierno no votaron coherentemente. La votación parlamentaria es consustancial a nuestra democracia representativa y debemos respetarla. El llamado oficialista de gobernar con el pueblo es populismo puro, porque todos lo conformamos.

Es impostergable que el presidente convoque a todos los jefes partidarios que imposibilitaron que concurra a rendir cuentas al Congreso y que estos, responsablemente, asuman las obligaciones de sus votos emitidos, descartando las posteriores, lamentables, inconducentes justificaciones y acusaciones.

Ahora, con la votación ya concluida –aún victoria pírrica–, el presidente debe formar, conjuntamente, gobierno con personas capaces, desprovistas de prontuarios y de serias acusaciones.

Resulta absolutamente incongruente criticar todo a granel, cercenar la rendición transparente de cuentas y horas, y después eludir responsabilidades en recurrentes circunstancias políticas altamente sísmicas para nuestra democracia, que está en permanente riesgo de desaparición o mayor deterioro.

Días previos a la convocatoria para la admisión a debate de la vacancia presidencial, el señor Cerrón afirmó que su partido no esperaba obtenener la presidencia y, seguido de sus partidarios, embistió acremente al presidente con una nutrida y amenazante munición.

Dado que otras voces autorizadas ya se habían pronunciado en contra de la moción la noche previa a la convocatoria congresal, el jefe Cerrón, calculando los votos, visitó con andar triunfante y muy sonriente al presidente para recordarle, posiblemente, que el martes podía encaminarlo al cadalso. Después de la reunión con el presidente, comentó que estaba seguro de que la intención de vacancia había fracasado.

Ahora, el presidente y todos sus salvadores deben asumir coherentemente la responsabilidad del voto recibido y del voto emitido, respectivamente, que bien podríamos llamar salvataje.

Salvataje de la moral como conducta permanente y visible, que ayude a rescatar la credibilidad de las instituciones públicas y de sus funcionarios. Caso contrario, padeceremos la constante afrenta y burla, tan riesgosa para el país.

Salvataje del lenguaje y de las formas democráticas, que algunas veces sí distinguieron a nuestra denostada república.

Salvataje de las fuerzas productivas que crean riqueza y trabajo, dos cosas a las que pocos peruanos tienen acceso.

Salvataje del sistema de salud, porque el Estado prepandemia ya nos exponía a la vergüenza regional y ahora, a la variante ómicron, que cada vez está más cerca de nuestro territorio.

Salvataje de la educación escolar, que tomará años en superar los vergonzosos estándares prepandémicos.

Salvataje de la inseguridad, que crece impunemente no solo en cantidad y en variedad, sino también en brutalidad, a pesar del esfuerzo de nuestra maltratada policía.

Salvataje de la inmensa trampa legislativa, homologando, simplificando y derogando todo lo contradictorio que encarece injustificadamente a los más necesitados y a nuestra economía inmersa en una globalización desigualmente competitiva.

El presidente debe calibrar exactamente el significado del trance que, bajo extrema presión, superó el martes y debe formar un amplio Gabinete que ofrezca esperanzas y que garantice indubitable estabilidad, priorizando políticas eficaces y mecanismos eficientes que diariamente reflejen avances y resultados positivos, concretos y medibles. Podría comenzar por asumir la condición tutelar y ejemplarizadora que le reserva la constitución como jefe del Estado.

Finalmente, el salvado y los salvadores aún adeudan muchísimas explicaciones y no deben zafarse alegremente de las responsabilidades correspondientes por cuanto ya se cuestionan aparentes componendas. Ambas partes están en constante escrutinio ciudadano y, de no asumir sus responsabilidades, lo pagarán muy caro en las próximas elecciones, de fecha imprevisible dada la vulnerabilidad subsistente.

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