El SNIP en la mira, por Alfonso Tolmos
El SNIP en la mira, por Alfonso Tolmos
Alfonso Tolmos

En los recientes debates presidenciales, ambos candidatos se refirieron al Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP), el más cuestionado sistema administrativo del Estado Peruano. La razón es que la calidad, oportunidad y transparencia de la inversión pública dejan mucho que desear.

Respecto a las coincidencias de los candidatos, ambos han resaltado el carácter descentralizador de la reforma, relievando la voz de los territorios en la alta dirección del gobierno. Remarcaron también una serie de procesos administrativos, hoy innecesariamente centralizados en Lima, que terminan generando trabas burocráticas. Además, ambos subrayaron la importancia del planeamiento de las inversiones, pieza clave que hoy es casi inexistente en el SNIP.

Keiko planteó un “SNIP regional”, que crea una Unidad de Gestión de la Inversión desconcentrada del Gobierno Nacional, la cual debe ayudar a mejorar los plazos y costos de transacción. Sin embargo, no queda claro cómo mejoraría la calidad y la transparencia de la inversión pública, problemas fundamentales del SNIP. No basta con proponer que “los funcionarios que hoy deciden qué proyectos aprueba el SNIP en la capital” viajen a las regiones para eliminar trabas burocráticas y ejecutar los proyectos.

La medida de disminuir las transferencias presupuestales desde el Gobierno Nacional disminuye la negociación política entre niveles de gobierno que es excesiva y genera retrasos, pero afecta el control de la calidad de los proyectos aprobados en los territorios, la cual de por sí es bastante baja. Más presupuesto para inversión pública de las municipalidades vía el Foncomún sin mejoras en el control de calidad de la inversión es al menos incompleto. Respecto a la institucionalidad, lo trascendental es incorporar a un representante de la Asociación Nacional de Gobiernos Regionales y un representante de la Asociación de Municipalidades del Perú en el Consejo de Ministros, ya que permite que la alta dirección del Poder Ejecutivo cuente con una mirada territorial institucionalizada de la inversión pública.

PPK, por su lado, propuso que desaparezca el SNIP y se regionalice Pro Inversión “porque es el único mecanismo que realmente funciona”. Se entiende que no quiere hacer la reforma del SNIP dentro del mismo MEF (es más difícil reformarse a sí mismo), por lo que se escoge Pro Inversión como la entidad más cercana a los temas de inversión pública en el aparato estatal. Es una medida arriesgada que debe tomar en cuenta las limitaciones que tiene Pro Inversión, incluso para la promoción de la inversión, corazón de su negocio.

Respecto a la gobernanza del Ejecutivo, PPK, al proponer la creación de un ministerio de apoyo a las regiones, busca gestionar mejor la descentralización y facilitar la canalización de demandas territoriales hacia el Gobierno Nacional. Si bien eleva con buen criterio al rango de ministro los temas territoriales, genera más burocracia central, lo cual no necesariamente ayuda en su objetivo. PPK también planteó el “adelanto social” para la prevención de conflictos, medida que se viene piloteando actualmente y debería tener buen futuro. Con este tipo de iniciativas, el Ejecutivo se organiza mejor para gestionar la inversión pública en el país y eventualmente mejorar la calidad. Sin embargo, estas medidas no terminan de institucionalizar la esencial conexión directa que debe haber entre las más altas autoridades regionales y nacionales.

Luego de los debates, quedan todavía en el tintero aspectos claves de la problemática del SNIP: el fortalecimiento de las capacidades; el mejor balance entre la inversión en capital humano y aquella en “fierro y cemento”; el empaquetamiento de intervenciones en los territorios; la mejor conexión entre las inversiones pública y privada; la articulación entre el SNIP y los sistemas administrativos (planeamiento, presupuesto, contrataciones); la desregulación; la lucha frontal contra la corrupción y el generalizado “diezmo del mal”.

Toca invertir más y mejor, tarea que no es fácil para las nuevas autoridades, pero es necesaria y urgente para el país.