La victoria del ‘brexit’, por Paul Keller
La victoria del ‘brexit’, por Paul Keller
Paul Keller

Los resultados del referéndum en el Reino Unido se han sentido a lo largo y ancho de Europa. Los británicos, mientras tanto, tenemos que acostumbrarnos a este enorme y repentino cambio en nuestro panorama político. Pocas horas después del resultado, el primer ministro, David Cameron, anunció su renuncia y Escocia, que votó por permanecer en la Unión Europea (UE), seguramente buscará otro referéndum para decidir su permanencia en el Reino Unido.

El mundo se pregunta: “¿Y ahora qué?”, ya que nadie puede predecir lo que sucederá en los meses venideros. Es probable que la partida de Cameron resulte en un llamado a elecciones generales, para permitirle a la gente elegir qué partido debe liderar la salida de la UE. Este referéndum ha causado daños tanto en el partido Conservador como en el Laborista, que han experimentado divisiones entre sus filas. Mientras que, aunque en minoría, el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), conocido por su oposición a la inmigración, ha emergido como una fuerza considerable.

La victoria del ‘brexit’, la campaña que buscó ponerle fin a nuestra membresía de cuarenta años a la UE, representa un gran cambio, un violento terremoto cultural. Como un expatriado trabajando en Lima, es como si el país que dejé siete años atrás ya no estuviera ahí. El viernes en la mañana sentí una sensación de pérdida que uno puede tener cuando amanece y su mundo ha cambiado para siempre. En estos momentos se siente que Gran Bretaña nunca será la misma ni tampoco lo será, según parece, el resto de Europa.

No recuerdo un momento en el que no me haya sentido tan británico como europeo. Crecí con la sensación de que, a pesar de ser una isla, el Reino Unido siempre sería parte de la UE, unidos por lazos históricos e intereses comunes. Ahora que todo es parte del pasado, no puedo evitar entristecerme.

No obstante, el referéndum ha servido para entender hasta qué punto mi país está dividido. Están aquellos que se benefician del statu quo creado por formar parte de la UE y están los que están molestos y frustrados pues creen que esta ha resultado en grandes costos políticos y económicos. Los partidos de extrema derecha se enfocaron injustamente en la inmigración, apelando al miedo de la gente de que Gran Bretaña sería sofocada por inmigrantes si se quedaba en Europa.

Si bien esos miedos son exagerados, estaríamos equivocados si pensamos que el ‘brexit’ representa solo a los extremistas y racistas. La opción de dejar la UE le ha dado a millones de personas moderadas, de clase media y trabajadora, la oportunidad de expresar un descontento profundo con la élite política. No se ha hecho suficiente para enfrentar las preocupaciones sobre la estabilidad laboral o para lidiar con la sensación de que el ‘establishment’ político ha cedido ante un parlamento europeo que, aparentemente, no le rinde cuentas a nadie y es ineficiente (y algunos dicen que corrupto). Para muchos la promesa de un mercado conjunto resultando en más prosperidad y libertad, es una ilusión creada por los ‘eurócratas’.

La gente ha votado por el cambio, aunque signifique un salto al vacío. Por un lado, a pesar de mi aprecio por la UE, comparto el miedo de que Francia y Alemania estén gradualmente llevándola hacia la creación de un superestado europeo, significando la pérdida de identidad británica. Y por el otro, comparto el miedo de las nuevas generaciones que tendrán que lidiar con las consecuencias de este resultado.

En lo que respecta al futuro inmediato de la Unión Europea, es probable que la decisión del Reino Unido resulte en un efecto dominó que llevará a los ‘euroescépticos’, en algunos países miembros, a pedir referéndums similares. Con esto en mente, sería sumamente irónico que la decisión del Reino Unido termine por forzar a los líderes a hacer de la UE un bloque más eficiente y democrático, cuyos beneficios, lamentablemente, Gran Bretaña no podrá disfrutar. 

Traducido del inglés por El Comercio