Acuña no responde, por Federico Salazar
Acuña no responde, por Federico Salazar
Federico Salazar

La defensa de César Acuña sobre el plagio en su tesis doctoral no responde nada hasta el momento. El candidato por Alianza para el Progreso apareció en una conferencia de prensa en la que no se aceptaron preguntas de los periodistas. 

“Tengo el grado académico de doctor, como he declarado ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), otorgado por la Universidad Complutense de Madrid”, sentenció Acuña. Si el JNE considerara retirarlo de la contienda, su defensa sería la de los papeles: al momento de la inscripción sí era doctor por la Complutense.

Esta defensa tinterilla no responde el fondo del asunto: plagió o no plagió. Es bien sencillo. Si no plagió, bastaría con decir: “Se ha señalado que he copiado en la página 65 un párrafo de fulano, sin citarlo. Es falso, porque fulano no es el autor de ese párrafo”. O, también, “es falso, porque la cita y referencia bibliográfica específica aparecen en la página 265, debido a un empastelado digital del texto”.

Acuña, en cambio, ha señalado: “Los autores consultados para mi trabajo sí figuran como referencia bibliográfica”. Pésima defensa. Lo que se le imputa es haber tomado textos de autores que no aparecen en la bibliografía. Obviamente están en la bibliografía los que sí fueron consultados y citados. No aparecen los que no fueron consultados sino plagiados.

Marco Sifuentes, columnista de este Diario que ha tenido la tesis en sus manos, ha revelado que el fraude es mayor al de un plagio. Ha sido profusamente plagiada la primera parte, la de la introducción y el marco teórico. Ha sido elaborada, en cambio, la segunda parte, que es la aplicación de esa teoría al caso de 7.483 alumnos de la Universidad César Vallejo (“Lo que sé y su doctorado”, 29 de enero del 2016).

Si a uno lo acusaran de plagiar esta segunda parte, la respuesta inmediata sería: “¡Pero si he conducido encuestas a más de 7 mil estudiantes de mi universidad!”. Al momento de responder, Acuña no ha hecho referencia al contenido de su tesis doctoral, a la que dice haberle dedicado diez años de investigación. 

Acuña no ha tomado la tesis de otra persona y le ha puesto su nombre. Ha hecho algo peor, mucho más elaborado. Ha juntado una parte copiada de diversos autores y una parte de investigación real.

Podemos deducir que Acuña no ha hecho la investigación porque en su defensa no ha recurrido en ningún momento a datos de la misma, que tendría que tener frescos en la memoria. El fraude es muy elaborado.

Lo más probable es que César Acuña haya contratado a alguien para que haga la investigación. Es probable que esa persona, para ahorrarse el trabajo de desarrollar un marco teórico propio, haya simplemente plagiado compulsivamente toda la primera parte. Según el software antiplagios, el 65,4% del total del texto es tomado ilícitamente de fuentes no citadas.

Favorece esta suposición que la respuesta de Acuña sea la victimización. “No quieren que el Perú elija libremente”, ha dicho, como si “libremente” fuera sinónimo de “ciegamente”.

“Lo justo es esperen a que las universidades donde estudié se pronuncien”, ha dicho. Lo justo es no tomar la propiedad intelectual de otros. Lo justo es que la población se informe lo más que pueda sobre los candidatos. 

El ciudadano no tiene la obligación de limitar su juicio según el principio de presunción de inocencia. Ese es un principio jurisdiccional que obliga a los magistrados en el juzgamiento. Estamos en elecciones políticas, no ante la elaboración de una sentencia judicial. Si esto no fuera cierto, estaríamos obligados a pensar que Al Capone solo cometió un delito tributario.

El juicio de la opinión pública, por ello, puede y debe hacer valer los antecedentes de una persona para elegirla o no como su representante.